Valverde del Majano: milagros y prodigios en la ermita de la Aparecida

A la ermita de la Aparecida, emblema de Valverde del Majano, se le atribuyen situaciones milagrosas; prodigios y portentos que jalonan su historia desde que en 1623 un albañil de nombre Juan López encontró una imagen de la Virgen en un sepulcro. Primero fue bautizada como Nuestra Señora del Sepulcro, pero las circunstancias de su hallazgo cambió su nombre para llamarse la Aparecida.

Morena, de madera de pino y sentada en una silla con el niño en brazos, estaba intacta. A partir de ahí comenzó la construcción de su ermita en un paraje equidistante entre la localidad y la capital segoviana, a unos tres kilómetros y medio de ambos municipios. El recinto donde está el templo es ahora puerta de entrada al bullicioso polígono industrial y a su lado discurre la carretera y las vías del tren de Alta Velocidad.

Con una planta de cruz latina, muros encalados, es de considerables proporciones para tratarse de una ermita, con más de una veintena de metros de largo y dos pequeñas casas adosadas, que debieron ser residencia del capellán. Una entrada con tejadillo y cinco arcos da la bienvenida al edificio.

Un niño perdido, a quien se le apareció; otro al que un compañero de juegos dañó un ojo de forma inintencionada y que se curó; o un lisiado de pies y manos, cuya curación fue también milagrosa forman parte de los portentos atribuidos a la venerada Virgen de la Aparecida.

Pero Valverde del Majano tiene algo más: otra ermita, de la Soledad, y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, ambas en el núcleo urbano, la ermita a la entrada del pueblo desde Segovia y la parroquia, en el centro.

La iglesia es del siglo XVI, gótica, aunque las tres naves que forman el templo son renacentistas. Con bóveda de crucería estrellada en su cabecera y en los laterales, en su interior destaca su retablo barroco de la capilla mayor y otros dos, dedicados a las santas Bárbara y Eulalia, así como el órgano de igual época.

No solo los milagros de la Aparecida han dejado su huella en el pueblo, porque también los romanos lo hicieron. Por el término municipal discurría la antigua calzada que unía Segovia y Coca y en sus alrededores se han hallado restos arqueológicos de la época alto imperial, en el pago de Santa Cecilia.