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Imagen antigua del inmueble. Foto cedida por el Archivo Municipal
Los mil usos de un granero gótico

Los mil usos de un granero gótico

En el edificio de la Alhóndiga, edificado en el siglo XVI, se encuentra desde 1925 el Archivo Municipal de Segovia

claudia carrascal

Segovia

Lunes, 27 de noviembre 2017, 11:39

El monumento que da nombre esta acogedora plaza es su alhóndiga, edificada a principios del siglo XVI, durante el reinado de los Reyes Católicos. Se trata de un ejemplo de arquitectura industrial que durante décadas se empleó para almacenamiento y compra venta de grano. El inmueble conserva su estructura original, con tres espacios en los que se en distribuían sendas paneras para guardar el trigo, llamadas de la Gloria, del Purgatorio y del Infierno. En la fachada principal destaca la portada isabelina con dos escudos de la ciudad a cada lado.

Los usos de este edificio gótico han sido múltiples, desde espacio de comedias y bailes en el siglo XVII hasta refugio antiaéreo durante la guerra, pasando por almacén municipal, Casa de Socorro o cuartel de Guardias Municipales. Los gigantes y cabezudos que animan las fiestas patronales de San Juan y San Pedro también han encontrado su hogar en este inmueble desde, al menos, el siglo XVIII, según los primeros documentos encontrados sobre su lugar de almacenaje.

En 1925 todos los fondos que se encontraban dispersos por diversas estancias del Ayuntamiento de Segovia se trasladaron a esta sede, creando así el Archivo Municipal de la ciudad. En él se guardan documentos de entre 1166 y 1998. El primero es la carta mediante la cual el rey Alfonso VIII le entrega a la ciudad de Segovia el Castillo de Olmos, cuyas ruinas se encuentran en la provincia de Toledo, como pago por la labor del pueblo segoviano en la Reconquista.

En este Archivo, además, de los documentos propios del Ayuntamiento, se encuentran los de la comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia, de entre los siglos XII y XXI. También alberga los depósitos de la Real Sociedad Económica Segoviana de Amigos del País (1780-1917), de la Junta de Nobles Linajes de Segovia (1558-1835), a partir de 1972 de los barrios incorporados a la Ciudad: Fuentemilanos, Hontoria, Madrona y Zamarramala, de la Escuela Práctica de Dibujo y Grabado, que posteriormente fue Escuela de Artes y Oficios. (1778-1971) y de la Sociedad Filarmónica de Segovia, a partir de 1918.

El depósito principal, cuya capacidad está limitada, cuenta con una extensión de en torno a 1.700 metros lineales de estanterías y no entran nuevos documentos desde 1998 porque no hay espacio para ello, comenta su director, Rafael Cantalejo. Desde esa fecha todos los fondos se guardan en diferentes salas del Ayuntamiento, aunque se están buscando soluciones para poder unificarlos. Para paliar el problema de espacio será beneficiosa la implantación definitiva de la administración electrónica en octubre de 2018, que permitirá reducir el número de papeles entre un 70 y un 80 %. Sin embargo, esta medida «no es suficiente, ya que los documentos que hay y que sigan surgiendo, aunque en menor medida, hay que almacenarlos», apunta.

En los más de 90.000 expedientes que alberga se encuentra prácticamente toda la historia oficial de la ciudad de Segovia. Desde la serie de libros de acuerdos municipales con todas las actas de las reuniones a pergaminos o cartas y privilegios reales de la Edad Media, también planos de la ciudad, fotografías y todo tipo de documentos producidos en el Ayuntamiento.

Los usuarios de esta instalación son muy específicos. El volumen más importante de consultas y peticiones, entre 400 y 500 anuales, proceden del personal de las oficinas municipales, que emplean estos documentos como antecedentes para tramitaciones, fundamentalmente, del área de Urbanismo y Obras. Otro perfil es de los investigadores que cada año se dan de alta para consultar los fondos entre 15 y 20 nuevas personas y, por último, los particulares, que habitualmente buscan antecedentes relacionados con la vivienda, consultas que movilizan entre 150 y 200 expedientes al año.

Además del Archivo, este emblemático edificio cuenta con tres zonas dedicadas a la cultura. En estos momentos y hasta el próximo 10 de diciembre, la planta baja encierra una colección de maquetas, fotografías y bocetos sobre el trabajo cinematográfico del pintor, decorador, maquetista y experto en efectos especiales Emilio Ruiz del Río. Una serie de catorce piezas que rinden homenaje al artista como motivo de la duodécima edición de la Muestra de Cine Ciudad de Segovia (MUCES).

Desde edificios, palacios, campos de concentración o catedrales hasta naves espaciales, Emilio Ruiz creó todo tipo de escenarios y motivos a lo largo de los más de 65 años dedicado a esta profesión. Trabajó para más de 500 películas entre las que figuran ‘Espartaco’, ‘Cleopatra’, ‘Doctor Zhivago’, ‘El laberinto del fauno’, ‘Operación Ogro’ o ‘Las mujeres del anarquista’.

El comisario de esta exposición, Domingo Lizcano, destaca que fue uno de los mejores del mundo en la especialidad y que lo más complejo y donde radicaba su valía como artista cinematográfico era en su capacidad de convertir en reales las maquetas. «Es un proceso mágico, aunque bastante desconocido porque el objetivo es que sea un trabajo que pase desapercibido para el público», comenta.

La mayoría de los trabajos de Emilio Ruiz no son reconstrucciones de escenario completos, sino piezas que completan y acompañan a decorados o a localizaciones. También se encargó de eliminar determinados objetos de escenarios reales como en el caso de la serie de TVE ‘Ramón y Cajal’, en la que para mostrar una imagen de la basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza tuvo que suprimir algunos de los edificios que se veían al fondo, ya que en la época en la que estaba ambientada la serie no existían.

A pesar de que realizaban un trabajo imprescindible para que el director de una película pudiera contar su historia donde y como quisiera, los artesanos del cine nunca han sido valorados en España, al contrario de lo que ocurría en América. De ahí la importancia que un festival como Muces, en lugar de centrarse únicamente en directores, actores o actrices, otorgue el protagonismo a un técnico.

Lizcano explica que la maqueta que más llama la atención a los visitantes de esta muestra es la del patio interior del edificio sobre el que vuela el coche de Carrero Blanco en ‘Operación Ogro’, una producción de Gillo Pontecorvo. «Para este largometraje que la fue esencial que la maqueta y los efectos especiales funcionasen a la perfección, ya que eran la esencia de la película», explica.

Una pintura en chapa de la catedral de Notre Dame, un submarino de la película ‘Supersonic man’, las marques corpóreas de la catedral de Salamanca que se emplearon en ‘Tuno negro’ o varias piezas de una ciudadela árabe que realizó para la serie de televisión ‘El desierto de fuego’ dan vida a esta muestra.

En la sala colindante de este edificio también se puede ver la exposición ‘Autores y carteles: 100 años de cine búlgaro’ creada en 2015 con motivo del centenario de la industria cinematográfica búlgara. El objetivo de esta exhibición es resucitar los carteles como parte de la cultura búlgara y mostrar los cambios estructurales en la producción y en la difusión cinematográfica durante las dos últimas décadas.

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