A las urnas, con mascarilla y a casi 7.000 kilómetros

«Respetando el distanciamiento social, ejerzan durante el día de hoy su derecho al voto», dijo el presidente de la Junta Central Electoral (JCE), Julio César Castaños, en el momento de abrir los colegios electorales. A este lado del océano, en el centro cultural de San José, el protocolo estaba preparado para que los comicios se desarrollasen sin incidentes y cumpliendo con todos los requisitos de seguridad. Había vigilancia en la puerta, donde se tomaba la temperatura a todo aquel que quisiera entrar. Con mascarillas disponibles por si había algún despistado que no la llevase e hidrogel para desinfectarse las manos, en una de las salas del centro se habilitaron dos urnas para que los dominicanos ejercieran su derecho al voto. Para evitar que la gente coincidiera en los accesos, también se definieron dos circuitos, uno de entrada y de salida.

En total, tenían derecho a depositar su voto en las urnas más de 310 dominicanos en la provincia, según explicó Ramón Ramírez, uno de los encargados de velar por la transparencia en el proceso. Él apoya a Luis Abinader, que en Segovia ha logrado 56 de los 91 votos emitidos. «Parece que ahora tenemos la mayoría de apoyos, tanto en la República Dominicana como en Segovia», afirmaba confiado en que los pronósticos se cumplieran y hubiera un cambio del partido del Gobierno.

En Segovia, la comunidad dominicana está formada por alrededor de 400 personas, según los últimos datos del INE, una cifra que, según Ramírez, va en aumento año tras año. «Cada vez somos más. La emigración sigue en aumento y en Segovia crece entre un 1% y un 2% cada año», afirma. Y pese a las diferencias sobre la mejor solución política para su país, sostienen que la unión entre ellos es fuerte. «Somos gente que está unida y a la que le gusta estar alegre y en armonía», declara.

En la provincia, la mayoría de las mujeres dominicanas se dedican al cuidado de la familia –tanto niños como mayores– mientras que los hombres trabajan sobre todo en la agricultura y en el sector hostelero. «Al final, trabajamos donde nos dan una oportunidad para ello», comenta Ramírez, quien señala que la crisis del coronavirus no ha sido esquiva para la comunidad dominicana local, que también ha tenido que lamentar fallecimientos y duras situaciones. «También ha sido muy duro para nosotros y poco a poco lo sobrellevamos», comenta. Pero además de estar pendientes de la evolución de la pandemia en su actual lugar de residencia, explica que no han quitado ojo a lo que ocurría en el Caribe. «Cuando no hay una sanidad fuerte el problema es mayor. Por eso nos preocupamos tanto por lo que pueda ocurrir allí. Cuando un país es pobre todo es más difícil», insiste Ramírez. Por ello, el contacto con familiares y amigos que viven en la República Dominicana es constante. «Es algo que nos afecta. Aquí sabemos que tenemos un seguro y una sanidad en la que nos van a atender en caso de que caigamos enfermos. Allí eso no ocurre. Faltan recursos», indica.

Con la pandemia agravando los problemas que desde hace años arrastra el país caribeño, Ramírez espera que un nuevo gobierno sea capaz de cambiar el rumbo. Señala que son muchos los problemas que deben resolverse, aunque pone el acento en la sanidad y en la educación como los pilares básicos para progresar. «Al final lo que queremos es seguridad para poder progresar y para ello la parte migratoria también es importante, porque hay muchos dominicanos fuera de su país que se sienten huérfanos», concluye.