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La Unidad Pastoral de Cuéllar ha dicho adiós este fin de semana a sus tres sacerdotes, que ya cuentan con nuevos destinos, a los que ... se incorporarán en breve, aunque alguno lo ha hecho ya. Es el caso de Álvaro Marín, el que menos tiempo lleva en la parroquia cuellarana, que hace unos días tomó ya posesión en Carbonero el Mayor. El hasta ahora párroco, Fernando Mateo, viaja estos días a Roma, donde estudiará espiritualidad durante un año, mientras que Jaime Marulanda se incorporará en breve a La Bañeza, en la diócesis de Astorga.
Con una sencilla eucaristía, la comunidad cuellarana se despedía de los sacerdotes, con palabras como «nos dejáis un poco huérfanos», aunque señalando que su paso por la localidad siempre será recordado «por la huella que habéis dejado entre nosotros». Una de las fieles expresaba estas palabras en nombre de toda la comunidad, recordando que Jaime Marulanda, es el que más tiempo ha permanecido en la comunidad, pues llegó en 2016. «Lejos de tu Colombia natal has ayudado a paliar la necesidad de sacerdotes que tenemos en España y particularmente en la diócesis de Segovia», señalaba, apuntando su colaboración en actividades parroquiales y dándole las gracias por todo ello.
Respecto a Álvaro Marín, desde que llegó a Cuéllar como seminarista, la comunidad ha seguido de cerca su formación «y también cómo tu vocación se afianzaba», recordando su aprendizaje de la mano de los párrocos, agradeciendo su colaboración en la parroquia, tanto antes como tras su ordenación.
De Fernando Mateo, que llegó a Cuéllar en 2018, se destacó cómo cogió las riendas con entusiasmo y determinación, y cómo durante su estancia en la villa se ha mostrado «cercano y atento a todo y a todos, siempre disponible, muy ordenado, paciente y trabajador», resumiendo en que ha sido siempre un buen pastor «que va regalando cariño y amistad por donde pasa». Se mostró también el agradecimiento por la «excelente labor» prestada en la unidad pastoral.
A los tres se les deseó que continúen esparciendo la buena semilla, se les pidió perdón por los posibles fallos cometidos y se les aseguró que se llevan el cariño y amistad de la comunidad, deseándoles todo bien en sus futuros destinos.
Al finalizar la eucaristía llegó el momento de las despedidas. Jaime Marulanda abrió las intervenciones, recordando sus siete años de paso «por esta hermosa parroquia de Cuéllar», de la que se lleva multitud de gratos recuerdos, tal y como aseguró, apuntando que desde 2016 ha vivido momentos de tristeza, alegría y luchas, y agradeció el cariño recibido. Apuntó que su intención era haberse quedado en la diócesis de Segovia, pero ha aceptado un cambio, marchándose a la de Astorga, en concreto a La Bañeza, invitando a todos a visitarle cuando pasen por allí. Quiso agradecer de forma especial a Fernando Mateo su atención y le señaló como «un buen padre, un buen amigo, un compañero», señalando que aunque ahora vayan a estar separados de país, se volverán a ver. Pidió perdón por las faltas que pudo haber cometido y se despidió agradeciendo y señalando que llevará en el corazón a la comunidad cuellarana.
Álvaro Marín recordó que era novato en las despedidas, pues Cuéllar ha sido su primer destino como sacerdote, después de una etapa primera como seminarista. Recordó a todos los compañeros que han pasado por la unidad parroquial y agradeció esta etapa: «He aquí he aprendido a ser sacerdote».
Finalmente fue el turno de Mateo, que recordó que llegó a Cuéllar sin grandes pretensiones, con un recorrido pastoral siempre ligado a la ciudad o pueblos pequeños, por lo que la experiencia era nueva para él, viviendo un intermedio con muchas ventajas, y cómo en los cinco años en los que ha permanecido en la villa ha hecho suyos los problemas de los cuellaranos.
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