Secciones
Servicios
Destacamos
César Blanco Elipe y Mónica rico
Segovia | Cuéllar
Jueves, 23 de enero 2020, 08:48
«El trabajo es duro, aun así no hay mucho. Trabajo dos días y descanso cuatro, por eso me cambio... aquí es así... no me gusta mucho... pero por mis hijos tengo que aguantar. He tenido algo problemas en familia por eso me dejado del ... matadero pero a lo mejor volvo... cuando arregló todo». Este es uno de los últimos mensajes que Liliana Mateescu mandó a sus compañeras y amigas de la planta de Atlas, en Cuéllar (Segovia). Allí trabajólos últimos cinco años de su vida. Estas palabras tienen apenas una semana.
A pesar de su español renqueante, de los errores gramaticales y de una redacción defectuosa propia de los chats de mensajería instantánea, dejaba claro que en su reciente mudanza a la localidad toledana de La Puebla de Almoradiel portaba mucho más que una maleta llena de ropa y algún que otro enser personal. El equipaje emocional que soportaba esta mujer de 43 años, de origen rumano, era muchísimo más pesado.
Cecilia, compañera suya en el matadero, sabía que Liliana estaba separada y que tenía dos hijos (una niña de 11 y un niño de 14 años). Pero poco más. Ni sospechaba el terrible final que le asaltó este miércoles por la mañana cundo se enteró por los medios de comunicación. «Nunca jamás nos dijo nada de su relación» con quien al final ha resultado ser el padre de sus hijos y su asesino, asegura Cecilia.
La discreción era una forma de vida para Liliana. A la Policía de Segovia no le consta ninguna denuncia anterior por malos tratos. Tampoco hay conocimiento de agresiones durante sus estancias en la vivienda familiar de Toledo, han indicado las autoridades manchegas.
A pesar de su carácter algo reservado, congenió y convivió con sus compañeros y vecinos como una más, sin darles pie a que descubrieran su secreto, un amor resquebrajado, herido y con el que había puesto cerca de 300 kilómetros de distancia, los que le separaban de su familia, afincada en La Puebla de Almoradiel desde 2006.
Llegó a Cuéllar, sola, hace cinco años, recuerdan sus compañeras en el matadero donde encontró trabajo. Liliana trabajaban en la línea de envasado de Atlas, una de las mayores compañías agroalimentarias de la zona. Se instaló en un piso compartido, ubicado en la calle Herreros. Tenía su habitación y convivía en la vivienda con otros ciudadanos extranjeros que habían buscado en Cuéllar un presente y un futuro.
Liliana –matizan algunas de sus colegas de la planta– dejó entrever en alguna ocasión la intención de empezar una nueva vida en esta tierra de pinares y oportunidades. Tener su propio hogar y traer a sus hijos. Planes e ilusiones truncadas por las puñaladas mortales asestadas por su pareja.
Las amigas y compañeras están «destrozadas». «Cuando me lo han dicho no me lo creía», comentaban conmocionadas por la noticia del asesinato de una de las suyas, «una curranta», como la definió una de estas colegas de la mujer rumana asesinada. «Nunca daba problema, ni daba que hablar, era superrisueña y maravillosa», la recordaban con el corazón todavía en un puño.
En uno de los chats que tenían y en el que intercambiaban sus quedadas, sus zozobras y sus alegrías, Liliana se acordaba hace unos días de sus amigas de Cuéllar desde La Puebla de Almoradiel: «manda besos a las chicas, que os echo mucho de menos». Antes de trasladarse a la casa de Toledo con su pareja, sus hijos y su madre, había preguntado por la opción de cogerse una excedencia en la fábrica para «ver si arreglamos todo», revela una compañera de la planta. Sin embargo, de sus últimas conversaciones se deducía que había decidido posponer sus planes de regresar a Cuéllar y buscó un trabajo en Toledo. Sus amigas la recuerdan «alegre, siempre estaba contenta» y la definen como «una madre preocupada que hablaba con sus hijos a diario y ocupaba sus días y horas libres para acudir a sus reuniones en el colegio, hablar con sus profesores o llevarles al médico. Les parece mentira que ya no la volverán a ver.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.