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Reunión familiar de los Arranz-Herrero, con 'El Ñarra' a la derecha de la foto. Foto cedida por la familia de José Arranz
Coronavirus en Segovia: El último órdago de 'El Ñarra'

El último órdago de 'El Ñarra'

El coronavirus en Segovia ·

La covid-19 se cobra la vida de José Arranz Suárez, promotor y constructor segoviano, quien instaló en la ciudad el primer aparcamiento inteligente de Castilla y León

Miércoles, 29 de abril 2020, 07:42

Era de pasar poco en la vida, a la cual envidó cada vez que pudo. La exprimió hasta que el coronavirus le ganó la última partida. José Arranz Suárez, más conocido como 'El Ñarra', «ha luchado hasta el final» contra la enfermedad, afirman entre sollozos sus hijas, que maldicen «la crueldad de no haber podido estar con él» en los últimos momentos. No se han podido despedir «como se merecía», se lamentan.

Porque el estado de alarma lo impedía, pero hoy, los miércoles, era el día señalado por el empresario para practicar una de sus liturgias preferidas, la de juntarse con sus amigos en un restaurante segoviano, darse un festín, disfrutar del buen yantar y de los buenos caldos y echar la partida de mus. Así lo recuerda Jesús González, industrial amigo del constructor y promotor segoviano, que echará de menos esas horas en torno a la mesa, el mantel y el tapete. «Como jugador de mus tenía mucha suerte; pero luego además no le importaba perder porque lo que realmente importaba era estar ese rato juntos cada miércoles», evoca con la complicidad que dan los años de convivencia, de trabajo, de «caerse y volver a levantarse» y hasta de vacaciones, ya que ambos matrimonios solían viajar juntos.

El fallecido profesaba un gran cariño al barrio de San Lorenzo, donde edificó varias viviendas

'El Ñarra' falleció este martes a los 67 años de edad. Deja viuda, la que dijo que iba a ser su mujer cuando solo era un adolescente, y cuatro hijos: Javier, José, Cristina y Teresa. Llevaba tiempo jubilado. La crisis financiera generalizada de 2008, que castigó con fuerza al sector de la construcción, fue la penúltima zancadilla a la que se sobrepuso. Cerró la empresa, pero abrió el que fue el primer aparcamiento inteligente de Castilla y León en un bloque de viviendas en la calle Colón de la capital segoviana, en pleno corazón histórico.

Había visto estas instalaciones en sus viajes a Alemania y se trajo la idea, apunta su amigo Jesús. En los últimos años, a menudo se le veía en la entrada del 'parking', vigilando de cerca la actividad y el trasiego de coches.

'El Ñarra' era un «hombre valiente, arriesgado y muy trabajador», le recuerda su familia. Un empresario que se hizo a sí mismo desde lo más bajo y que hizo dinero con la construcción. Buena parte de las ganancias las dedicó a «cuidar de sus hijos para que no nos faltara de nada, pagando nuestros estudios». «Sabía lo que costaba la vida y lo que era empezar casi de la nada porque a los ocho años se puso a trabajar y sin estudios llegó a donde llegó, con inteligencia y perseverancia», destacan sus desconsolados hijos, que también alaban su generosidad: «Todo lo que tenía lo repartía porque tenía un enorme corazón y siempre estaba dispuesto a ayudar a quien fuera». Por todo esto, para sus hijas aun resulta «más injusto» que el coronavirus haya visto y vencido el último órdago que lanzó su padre.

«Le gustó vivir la vida»

La familia está rota ya que solo unos días antes del fallecimiento del empresario, el pasado 12 de abril, la enfermedad también se había cobrado la vida de la madre de 'El Ñarra'.

Además de trabajar desde la infancia hasta su lecho de muerte, José Arranz también «le ha gustado vivir la vida, comer bien y beber buen vino», recuerda su familia. 'El Ñarra', «como buen español», también era un gran aficionado taurino, añaden. En este sentido, su amigo relata cómo fue el constructor el que le inyectó la pasión por el arte de cúchares. Cuando el calendario de festejos anunciaba la Feria de San Isidro, «sacaba los abonos y nos íbamos a Las Ventas».

Cada miércoles se juntaba con amigos en torno al buen comer y beber para luego jugar al mus

«Él no veía peligro, siempre miraba hacia adelante», elogia Jesús, quien subraya que, a pesar de la fiereza de la crisis del ladrillo, «fue de los que más aguantó en pie». Su legado de más de medio siglo de trabajo son los bloques de viviendas que construyó en la ciudad o en El Espinar, por ejemplo. Hogares como los que levantó en el que fue su barrio «de toda la vida», San Lorenzo, al que rendía visita casi a diario. Allí vivían sus padres.

«Era un padre excelente y mejor persona», afirma su viuda Teresa. «Los dos levantaron piedra a piedra la casa donde vivimos» en el término municipal de Espirdo, agregan emocionadas las hijas. Teresa y Cristina revelan que cuando su progenitor tenía 14 años «dijo a la que luego ha sido su esposa que se iba a casar con ella aunque la sacaba siete años». Otro órdago que ganó en su vida 'El Ñarra', el de su familia. «Siempre vio el lado bueno de las cosas porque era un luchador hasta el final», sentencian con lágrimas de orgullo y pesar por su padre.

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