Blanca Martín Huerta
Segovia
Martes, 26 de julio 2022, 21:43
Armados de paciencia, un cuchillo y brocha, los arqueólogos despejan dos yacimientos en el valle del Eresma en busca de restos orgánicos o industria lítica –herramientas de piedra–. San Lázaro y Abrigo del Molino se encuentran a unos metros de distancia entre ellos a lo ... largo del río segoviano. En el tiempo, ambos lugares datan del paleolítico y están separados por 2.000 o 3.000 años. Y, según los últimos datos obtenidos en la excavación, ambos asentamientos no se remontan al Calcolítico (hace unos 4.000 años), como se pensaba inicialmente, sino a hace más de 40.000 años, cuando los neandertales estaban en proceso de desaparición del continente europeo.
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El objetivo del equipo de investigación sobre el terreno es averiguar cómo se produce la extinción de esta rama del género Homo. «Cuando los neandertales estaban aquí, en este valle, ya habían empezado a llegar los primeros homo-sapiens al norte de la Península Ibérica y a otras partes del continente europeo. Estamos en el momento clave para hablar de cómo se produce ese proceso de interacción, de desaparición y de contacto, en algunas zonas, entre sapiens y neandertales», expone David Álvarez-Alonso, codirector de la excavación. Hablar de los últimos neandertales en Europa es hablar de los últimos neandertales en la península, el último lugar en el que se documenta la presencia humana de esta especie en toda Europa.
Tras diez años de trabajo en la zona apenas han excavado una porción de todo el terreno. Hay que ser meticuloso y cuidadoso: «Hasta el dientecito más pequeño de un ratón nos da información. Tenemos que ser muy escrupulosos a la hora de tomar la información», explica María de Andrés Herrero, codirectora del proyecto y profesora de Prehistoria e Historia Antigua en la Universidad Complutense de Madrid.
Normalmente los arqueólogos encuentran restos de industria lítica o restos de animales que cazaban y consumían dentro de la cueva. Pero en los objetos no está el porqué de la desaparición. «Gran parte de la información que podemos obtener para poder interpretar por qué razón pudieron haber desaparecido estos neandertales está en su comportamiento social y en las características de cómo eran estas poblaciones», apunta el codirector. Los grupos de homínidos que habitaron el valle eran reducidos, con mucha movilidad y genéticamente muy cercanos. «Los neandertales que vivían aquí en la península ibérica y en Croacia están emparentados genéticamente», añade. Sin embargo, había una diferencia con los grupos que poblaron las costas de la península, y es que, en las proximidades del mar hay más abundancia de comida. Por lo tanto, en estas zonas se han encontrado más yacimientos. Por su parte, en el interior se movían para encontrarse con otros grupos con los que poder establecer relaciones.
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«El final de los neandertales seguramente fue debido a una demografía muy baja y a la dificultad de encontrarse con más neandertales. A encontrarse aislados, que al final es el germen de la desaparición de cualquier grupo humano», concluye.
Los yacimientos que se han encontrado en el valle son muy distintos. En el del Abrigo del Molino se realizaban actividades muy concretas relacionadas con el despiece y la fabricación de herramientas. En San Lázaro se han hallado objetos finalizados o parciales. Todavía no se sabe si estos dos lugares guardan relación, pero sí se concluye que son dos yacimientos muy cercanos en el tiempo. «Eso es excepcional», añade Álvarez-Alonso. «La interpretación más plausible es que este valle ha sido transitado frecuentemente a lo largo de muchísimo tiempo», indica.
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Para hacer una valoración final, mirar la imagen completa y comprender los comportamientos sociales de los homínidos que habitaron junto al Eresma hace miles de años todavía hacen falta piezas que encontrar. Entre los próximos pasos del proyecto se encuentra realizar una conferencia en otoño con todos los datos obtenidos y bajar el nivel de excavación. «Puede que haya más niveles de ocupación de los neandertales», explica la codirectora. El río Eresma tuvo crecidas importantes hace miles de años e inundó los abrigos que hoy se investigan. Por ello, su idea es despejar las zonas más superficiales que se anegaron pero esto requiere tiempo. Este verano tan solo les queda esta semana de excavaciones y por el momento no tienen la seguridad de contar con financiación el año que viene para esta labor tan minuciosa.
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