
La suya es una de las profesiones de esas que están siempre ahí, que forman parte de la vida cotidiana y que no se valoran ... hasta que se dan situaciones como la actual. Javier Jadraque lleva 22 años repartiendo en Segovia bombonas de butano y vive toda esta situación actual «con tristeza, con angustia y con ansiedad, que es un poco el sentir general de toda la población. El problema es que en juego hay muchos puestos de trabajo, negocios, empresas... y la gente necesita comer, necesita vivir y hay gente que lo está pasando muy mal».
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No es ajeno a las dificultades. «El bajón de ventas es tremendo porque nosotros trabajamos mucho con la hostelería, los comercios y si se cierra todo, las ventas bajan a menos de la mitad. Una pena, pero es lo que hay. A partir de ahí, a seguir luchando, despacito, y a intentar a mantener siempre la cara amable»,
Y es que trata de no perder la sonrisa. A mal tiempo, buena cara. «Llevamos siempre la bombona a la puerta del domicilio, y si hay gente mayor que lo necesito, entramos, se lo ponemos, sí que subo unas cuantas escaleras a lo largo del día... (sonríe). Hay que vivir el día a día, seguir levantándose por la mañana con las mismas ganas de ir trabajar, sobre todo con alegría, pensar que es importante que cada día tienes algo que hacer, que es importante la labor que haces porque mucha gente depende lo que tú hagas». Ha vivido momentos duros. «Hemos perdido a clientes que llevábamos mucho tiempo con ellos que por desgracia han fallecido por esta enfermedad, porque eran gente mayor, o negocios que han tenido que cerrar y no volver a abrir. Gente mayor y, bueno, no tan mayor, gente joven que lo ha pasado muy mal. Te da mucha pena porque hay gente conocida, amigos, clientes de toda la vida y de repente te encuentras con la noticia de que han fallecido. Es muy triste. Segovia ha sufrido muchísimo».
Reconoce que al principio de la pandemia sí que pasó por momentos de miedo, «porque no teníamos mascarillas, no teníamos medios, no teníamos nada... la mejor respuesta que teníamos era mantener la distancia social, no juntarse a nadie, tener mucho cuidado y a partir de ahí protegerse todo lo posible porque luego llegas a casa y la familia también lo puede padecer», Y toca madera, porque de momento no ha tenido que lamentar ninguna desgracia personal.
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Como todos, ve el futuro «con incertidumbre. Tampoco tenemos claro cómo se va a poder solucionar todo esto; unos dicen una cosa, otros dicen otra, que si la vacuna... pero en el fondo no hay nada claro, hay que vivir el día a día».
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