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Segovia
Domingo, 5 de junio 2022, 23:33
Se ha hecho de rogar, pero la Virgen del Castillo pernocta ya en su ermita. No han sido diez años, como marca la tradición de una veneración única en tierras segovianas, acontecimiento declarado de interés provincial. Han sido dos más por la pandemia del coronavirus que ha mantenido en letargo la explosión fervorosa que se ha desatado este domingo.
La imagen será ahora destino de culto durante los próximos dos días para fieles y agnósticos que han esperado desde 2010 a celebrar y festejar la tradicional Subida de la Virgen de Bernardos. Miles de personas han arropado su traslado desde la parroquia del pueblo hasta el pequeño templo donde culmina la emotiva marcha.
Tres kilómetros con una pendiente que se empina al llegar a la ermita, aunque los sentimientos han flor de piel han aupado los ánimos y las fuerzas en una mañana dominical calurosa. Los paloteos, la música, los vítores y los arcos formados por más de cien mil flores de papel han rendido pleitesía a la Señora a su paso antes de que este martes tenga lugar la larga romería nocturna de regreso a la parroquia.
Las dianas y pasacalles han desperazado la mañana con el grupo de dulzaineros que ha amenizado con sus tonadas castellanas las recogida de los santeros de camino a la iglesia bernardina. Las emociones se han desencadenado cuando el perfil de la Virgen del Castillo asomó por la puerta de la parroquia. Los vivas y los aplausos resonaron en el pueblo. A partir de ahí, el cortejo ha seguido la tradición, con los bailes de paloteo precediendo el paso de la imagen entre el tumulto de personas que han querido vivir 'in situ' un ceremonial que solo se repite cada diez años.
Bernardos se ha vestido de fiesta y los balcones de las casas se han engalanado con banderas y estandartes para tributar honores a la patrona. Vecinos asomados han lanzado pétalos de flores a la imagen entre los vítores a la Virgen.
Al aproximarse a la ermita, la talla fue recibida por otro arco de flores portado por integrantes del grupo de paloteo, que compusieron un pequeño castillo humano para sostener la composición. En los alrededores, familias, peñas y grupos de amigos han compartido mesa y mantel tras la misa de campaña en honor a Virgen del Castillo.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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