![Las tragedias que llevaron la seguridad a la montaña](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/06/24/montana-adetorre-kb1E-U220530243497FkG-1200x840@El%20Norte.jpg)
Segovia
Las tragedias que llevaron la seguridad a la montañaSecciones
Servicios
Destacamos
Segovia
Las tragedias que llevaron la seguridad a la montañaLa cara norte del Eiger, una pared de 1.800 metros de desnivel en la que nunca da el sol y que descarga terribles tormentas de nieve en verano, cambió la historia del alpinismo a través de las vidas que ha sesgado: más de 60. Aquel reto, tildado en la época de «obsesión para trastornados», no solo fue la última gran pared de los Alpes en escalarse. Fue un espectáculo público, pues los vecinos y turistas veían con prismáticos desde Grindelwald la comuna suiza que tiene al Ogro —el significado del pico en alemán— como atalaya para ver el lento avance de los escaladores, que tardaban días en hacer cima: hoy el récord está en menos de dos horas y media.
Aquellas tragedias integran la cultura montañera de todo el mundo. «Eran más aventureros que alpinistas, querían conquistar lo que nadie había hecho. No se estilaba la previsión», resume el vicepresidente del club segoviano Diego de Ordás, Ángel García, un socorrista de montaña que mostró al público que celebraba el medio siglo del club con qué utensilios lidiaban los pioneros y el avance en la escalada casi un siglo después.
Ese debate sobre la seguridad en la montaña parte del segundo intento a la norte del Eiger, en 1936. Un año antes, los dos pioneros murieron en una repisa bautizada como el vivac de la muerte porque el mal tiempo les impidió despertar. El siguiente grupo lo formaron cuatro alpinistas que se dieron la vuelta porque uno de ellos estaba herido y fueron arrastrados por una avalancha en su retirada.
Noticia relacionada
Luis Javier González
Toni Kurz aguantó una noche entera a escasos 20 metros de los rescatadores, que no pudieron llegar a él y le vieron morir agotado tras oírle decir: «Estoy acabado». Su cadáver se quedó colgando durante semanas y su agonía se convirtió en leyenda. «Fue una hazaña de superación brutal, pero el cuerpo tiene un límite y se agotó la pila».
Aquellos errores alimentaron la formación de los equipos como el de Cruz Roja en la Comunidad de Madrid, del que García es jefe de rescate. El primero que cometieron fue no contemplar la retirada tras afrontar la que después sería conocida como travesía Hinterstoisser, el mejor escalador de los cuatro, que superó con un mérito enorme una losa vertical de unos 40 metros. No dejaron una cuerda y cuando quisieron atravesarla en la vuelta, con la piedra ya mojada, fue imposible. En la búsqueda de un itinerario alternativo, encontraron la muerte.
Otro error clave estuvo en la vestimenta, pues no llevaban casco y un desprendimiento de piedras hirió en la cabeza a uno de ellos. El casco hoy es como la ropa interior. Y de ahí se desprende el siguiente fallo: «Arriesgar aún más». Porque siguieron ascendiendo hasta que el lento ritmo del herido hizo imposible la empresa. Y ahí llegó el mal tiempo.
García lo traduce a las imprudencias contemporáneas. «La gente que sube a Peñalara a las cinco de la tarde con zapatillas. Se aventuran sin nada porque saben que tienen un teléfono móvil y pueden llamar. Es una buena herramienta, pero hace mucho daño».
También el extremo contrario, el de no pedir ayuda. El Eiger tiene una puerta a la propia montaña por donde pasa el tren. Cuando el maquinista vio que daban la vuelta, les preguntó cómo estaban y ellos, pese a tener a un compañero herido, dijeron que todo iba bien. Tuvo que llegar la avalancha para movilizar a los rescatadores. «Todo el mundo tiene ego, lucha por salir por sus propios medios. No llamar la atención y ponernos en evidencia delante de los demás. Luego ya puede que sea demasiado tarde».
Al final, Kurz tuvo que cortar la cuerda para desprenderse de un cadáver y ascender hacia el otro amigo fallecido para usar su cuerda, insuficiente para llegar a los rescatadores. Así que la dividió en hebras y la alargó. No podía soportar su peso, pero era suficiente para llegar al otro extremo y que le dieran una cuerda en condiciones. No era larga, así que tuvo que empalmar dos. Y al bajar, no pudo pasar el nudo que las enlazaba por el mosquetón. «Con el paso de los años se han utilizado otras técnicas para resolver esos problemas. Hoy eso no hubiera pasado». Ejemplos como el nudo Machard, que permite ascender ligeramente para deshacer aquel nudo que le bloqueaba y seguir descendiendo.
García, que ha escalado al Eiger por la ruta normal y a otras montañas como el Mont Blanc o el Aconcagua, explica la mejora en seguridad por el avance en materiales —crampones o piolets—, ropa mejor preparada o la electrónica. «Pero sigue habiendo mucha imprudencia en la montaña. El Guadarrama es una sierra aparentemente sencilla; en verano en benévola, pero en invierno hay cambios bruscos de tiempo y puedes tener un desenlace fatal. Aún a día de hoy hay mucho aventurero que no está preparado». Ascender con zapatillas, encontrarse una zona de helada, resbalar o asistir erróneamente a un compañero. «Una concatenación de errores que en algunos casos llega al fallecimiento». García lleva doce años de intervenciones y da formación a los nuevos rescatadores.
«Los rescates hoy en día suelen tener un final feliz. Suelen ser más incidentes que accidentes gordos». Heridas graves de «montañeros de verdad» o infartos de gente que no estaba preparada para grandes esfuerzos. El que más le ha marcado fue la desaparición de un montañero de 86 años que se despistó en Siete Picos; tras un día y una noche de búsqueda, apareció de madrugada sano y salvo. «Tenía un nieto con Síndrome de Down de siete u ocho años que me cogió de la mano y me dijo que le devolviese a su abuelito».
Uno de los caminos que transitan los 130 federados del club Diego de Ordás, un aventurero que subió a un volcán en busca de azufre para hacer pólvora en la conquista de las Américas en el siglo XVI. Otro «aventurero». El club, con grupos de esquí, escalada o senderismo, celebró este año el 50 aniversario de su Travesía Invernal de la Mujer Muerta, su principal actividad. Sin dramas ni rescates. «Si llevas una planificación y la respetas, lo normal es que no ocurran este tipo de cosas».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.