La tradición manda entre los segovianos que abarrotan el cementerio pese al temporal

Aún con el paso de los años, la honra a los seres queridos que ya no están es un acto muy presente entre los residentes y visitantes de la ciudad, que abarrotaron las principales galerías del cementerio municipal del Santo Ángel de la Guarda. El pronóstico anunciaba precipitaciones con una probabilidad cercana al cien por cien, sobre todo en el mediodía. Sin embargo, el temporal respetó la tradición.

No cayó ni una sola gota a lo largo de toda la mañana -un chubasco descargó apenas unos litros sobre las 14:00 horas- y cientos de personas pudieron asistir a las tumbas y nichos del camposanto sin mayor obstáculo que el frío propio de un mes otoñal. A las 12:30 horas, el mercurio de los termómetros se acercó a los quince grados, récord de temperatura máxima en el día, aunque no llegó a superarlos.

Esta hora central de la jornada coincidió con el final de la misa en la capilla presente en el lugar, oficiada por el obispo de Segovia, César Franco, y fue el momento que más personas acogió. Muchas no pudieron entrar al completarse el aforo y se tuvieron que quedar en las puertas. A las 17:00 horas estaba prevista la celebración del rosario, que también reunió a decenas de fieles en esta localización.

El goteo continuo se hacía presente en las calles de la capital, cuando las familias definían un punto de encuentro para acudir juntos al cementerio. Así, se podían observar a multitud de personas con ramos de flores y también centros funerarios, con protagonismo de los claveles, margaritas y sobre todo crisantemos -que incluso se agotaron en algunos puestos de venta-, en su itinerario que confluía en la calle Ángel de la Guarda.

Para facilitar la circulación y evitar incidentes en el tráfico del entorno, los aparcamientos de esta vía se suprimieron durante todo el día. De hecho, agentes de la Policía Local controlaron el acceso de vehículos en gran parte de la mañana. Tan solo podían llegar a la puerta del cementerio los vehículos autorizados por trasladar a una persona con problemas de movildiad, así como los taxis, que fue la opción preferida entre los visitantes más lejanos, sobre todo por la amenaza de lluvias. El resto, sin importar el barrio de procedencia, tuvo que desplazarse a pie.

Muchos de los allí presentes ya habían asistido con antelación al camposanto estas semanas. Para algunos, se trataba de una visita habitual más del día a día. La mayoría ya había acudido a este espacio durante el fin de semana, ya sea para limpiar las lápidas y colocar los arreglos florales o para acompañar a otros familiares que no iban a estar presentes en el festivo al tener lugar un miércoles. A diferencia de otros años, muy pocos dejaron los preparativos para el final, lo que corroboraron los floristeros allí presentes.

No importó que el Día de Todos los Santos tuviera lugar entre semana de cara a la afluencia experimentada. Es una cita obligada, muy presente en el imaginario colectivo de la población segoviana sin importar la edad, aunque, por contra, la fiesta de Halloween cada vez tiene más presencia entre los jóvenes. A diferencia del año pasado, el sol no estaba radiante, apenas hizo acto de presencia por uno segundos. Pero los columbarios fúnebres estaban llenos del color de las flores, de la llama de las velas y de otros artículos religiosos o aconfesionales.

Había quienes no habían estado nunca y se sorprendían del arte, historia y cultura que aguardan sus panteones y laúdes. Sus difuntos comparten espacio con personalidades tan ilustres como el filántropo Ezequiel González, el ceramista Daniel Zuloaga, el folclorista Agapito Marazuela o el poeta José Rodao, entre muchos otras figuras.

Se pudieron ver lágrimas, rezos y muestras de cariño diversas. Sobre todo en los lugares de los enterramientos más recientes. En lo que va de año, han tenido lugar más de 240 sepelios, donde cerca del 60% se corresponden con mujeres y uno de ellos, con un niño, según los datos actualizados por el Ayuntamiento de Segovia. El 77% de las personas fallecidas a las que se les dio sepultura en el cementerio municipal hasta octubre tenían más de 80 años, y al menos nueve de ellas eran centenarias.

El Día de Todos los Santos se instaura como una solemnidad que evoca la necesidad de mantener vivo el recuerdo por los difuntos, lo que queda patente en un paseo por las amplias galerías del Santo Ángel de la Guarda; pero también es una fecha propicia para el encuentro entre parientes y allegados. Las comidas en familia proliferan por doquier y, en el postre, no pueden faltar los dulces típicos de la jornada: los buñuelos y los huesos de santo.

Las pastelerías y obradores tienen estos productos en sus mostradores desde mediados de octubre hasta el gran día festivo, a no ser que caiga en fin de semana. El periodo de elaboración cada vez se adelanta más debido a la demanda de los clientes, ya que su antojo por probar esta receta se despierta antes de noviembre. De hecho, este miércoles fue fácil observar a usuarios que acudían a las panaderías a comprar una barra y salían del local también con una caja de buñuelos.

Los encargos son un no parar. Si bien es cierto que el relleno de este dulce de harina frita más tradicional y solicitado es el de crema, la nata también es uno de los sabores más requeridos. Los más golosos optan por el chocolate y trufa, y se pueden encontrar en la ciudad otras variedades, lo que sucede también con los huesos de santo.