La niebla que cubrió la villa cuellarana ayer al amanecer despejó durante la mañana para dar paso al frío y la lluvia, que compartieron protagonismo con la Virgen de las Candelas, cuya celebración se desarrolló en el entorno del barrio y la iglesia de San ... Andrés. Lo habitual es que la festividad tenga lugar en la tarde-noche, pero si cae en domingo, los actos en honor a la Virgen se organizan por la mañana, por lo que fue mayor el número de fieles que participaron en la devoción a la imagen.
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Los actos comenzaron a lo largo de la semana, con los distintos preparativos, como es vestir la imagen o encargar la tarta y los pichones, símbolos ligados a esta festividad y que se entregan cada año como ofrendas a la Virgen. Las celebraciones empezaron así en el interior de la iglesia de San Andrés con el encendido de las velas y cirios, es decir, las candelas, que muchos fieles portaron durante la procesión.
Seguidamente, el sacerdote pasó por el templo, bendiciendo las velas ya encendidas, para dar paso a una de las tradiciones que han pervivido hasta la actualidad. Cuatro de los hermanos de la cofradía, llevando las andas de la Virgen, colocaron a la imagen frente al altar y participaron en el conocido como 'rodillín'. Es un acto en el que caminan unos pasos hacia adelante o hacia atrás para posteriormente realizar una genuflexión frente al altar mayor, lo que se repite en varias ocasiones.
Tras ello, la imagen salió al exterior, donde ya esperaban algunos fieles, y en ese preciso instante comenzó a sonar la música de la dulzaina y el tamboril. Con sus ritmos, animó la procesión, que transcurrió por las calles del barrio, con una parada en la plaza de San Andrés, donde algunos devotos se animaron a bailar jotas. No importó la lluvia.
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La procesión concluyó de nuevo en el templo de origen, donde tuvo lugar la eucaristía.Después, se soltaron los pichones que se habían ofrecido previamente a la Virgen. Los actos festivos concluyeron con un refresco, también amenizado con la melodía de dulzaina y tamboril.
La entidad organizadora de esta festividad es la Cofradía de las Candelas, que se fundó a finales del siglo XIX. Por aquel entonces, estaba formada por matrimonios, donde los hombres eran quienes ejercían de mayordomos, mientras que sus esposas actuaban únicamente como acompañantes. Con el paso de los años, se permitió que las viudas fueran cofrades y se admitió también a personas solteras. En los últimos años, además, el cargo de mayordomo lo han ostentando mujeres, muestra de la adaptación de la cofradía a los nuevos tiempos.
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Según el historiador cuellarano Juan Carlos Llorente, en Cuéllar existen constancia de que en la festividad participaba un grupo de danzantes, cuyos trajes se traspasaron a la cofradía del Niño de la Bola cuando los suyos se quemaron en un incendio en la casa de un mayordomo.Llorente asevera que los diferentes ritos se celebraban por la mañana, como ha ocurrido este año, y señala la existencia de varias singularidades, como que el mayordomo ofrecía en su casa el morteruelo, un plato del que no se conocen exactamente los ingredientes al perderse la tradición.
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