Torrecilla del Pinar: de cerro a cerro, de la iglesia a la ermita

La imagen que acompaña a Torrecilla del Pinar es la de una iglesia a una nariz pegada en forma de frontón; metáfora quevedesca de religión y ocio de un pueblo de la comarca de Cuéllar, que hunde sus raíces en la época romana.

De ese tiempo se cree que existe una villa en el pago llamado de Los Conventos. Pero las primeras referencias al pueblo son de principios del siglo XII, cuando el lugar se denominaba Torrecella; posteriormente pasó a denominarse Torreziella, seguro que en alusión a una torre de pequeñas dimensiones allí ubicada.

De ella no quedan restos, aunque cabe deducir que la iglesia parroquial, localizada en un lugar elevado, se construyó en el mismo sitio que la desparecida torre. Dedicada a San Juan Bautista y con el frontón pegado a sus pies, en plena Plaza Mayor, fue un edificio románico y de ese tiempo histórico mantiene su distribución interior, con una sola nave de testero plano; de esa época también conserva un óculo –una pequeña ventana circular– bastante sencillo y localizado en la fachada orientada a poniente.

El otro lugar de interés patrimonial está a las afueras del pueblo, a menos de un kilómetro. También en un alto, en un cerro, e igualmente de pasado románico, se eleva la ermita de la Virgen del Pinar, patrona de la localidad en cuyo honor se celebra un traslado en romería de la imagen para que duerma en su casa de la iglesia de San Juan Bautista.

De cerro a cerro viaja la Virgen, después de salir de su ermita, un edificio de tres naves separadas por arcos apuntados, que tienden a ser góticos;reformada a lo largo de los años, románica queda la portada y el ábside semicircular.

Entre medias de ese traslado mariano, se encuentra la ermita del Santo Cristo que fue reconstruida completamente a principios de este siglo, para alegría del pueblo.

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