Torreadrada: cuna de ilustres y de una jota muy popular

Ay que sí, que sí; ay que no, que no; si tú tienes huerto, jardín tengo yo». Quien no ha oído o tarareado alguna vez esta canción, 'La jota de Torreadrada', que es identidad de un pueblo de hombres ilustres, de bodegas que ya no producen vinos y de lagares que fueron y ya no son.

Su historia es larga y Torreadrada ya era mencionda a mediados del siglo X, con el nombre de Fontem Aderata, que significa 'fuente que se aprovecha por turnos. En esa época, como en otros pueblos al sur del Duero, la llegada de Almanzor despobló la zona y no vuelve a haber referencias del lugar hasta el siglo XIII, en el que ya su topónimo es Torreadrada.

De ese tiempo es la iglesia parroquial de la Natividad de Nuestra Señora; de origen románico, de ese estilo conserva su pila bautismal, la portada con tres pares de columnas y capiteles, así como algunos vestigios del que fuera su antiguo pórtico. En 1766 se reedificó el templo ya con elementos barrocos, desde su planta de cruz latina a los retablos que la adornan, incluido el mayor.

En el patrimonio sacro de la parroquia, se conserva una colección de obras de plata, entre las que destaca un cáliz del platero segoviano Francisco de Plaza del tercer cuarto del XVII, y una custodia de sol que hizo en el primer cuarto del mismo siglo el platero Gabriel de Segovia.

Los lavaderos, la Fuente de los Seis Caños que hacía mover la maquinaria de un molino, la fragua y las bodegas en los dos cerros del pueblo completan el patrimonio histórico de Torreadrada. Como también lo hace, con importante añadido de valor, que el pueblo sea cuna de Teófilo Hernando (1881-1975), prestigioso médico, padre de la farmacología científica en España y discípulo de Ramón y Cajal; un busto recuerda al ilustre personaje. Y como tierra de jotas que es, otro ilustre, el conocido folclorista Ismael Peña no podía haber nacido en mejor lugar que aquí, en Torreadrada.

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