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Laura López-efe
Segovia
Miércoles, 23 de septiembre 2020, 11:33
Un montaje sobre la vida desde el nacimiento hasta la muerte pasando por el amor, los hijos y la vejez y con algún guiño a la pandemia en las manos del titiritero aragonés Javier Aranda inauguró anoche en el teatro Juan Bravo la ... trigésima cuarta edición del Festival Internacional de Títeres de Segovia Titirimundi.
La sencilla puesta en escena de 'Vida' se limitó a la de un canasto, del cual el artista fue sacando diversos objetos que, casi por arte de magia, se acoplaban entre sus dedos hasta formar personajes con personalidad propia, que hicieron olvidar a los espectadores de la presencia de un artista de esos que da vida.
Según explicó previamente el propio Aranda, se trata de «un espectáculo muy sencillo» porque trata de la vida: «Dos personas, bueno, dos 'personitas' que nacen en escena, crecen en escena, se enamoran en escena, tienen un bebé, el bebé se va, ellos envejecen y mueren».
«Es el transcurso de la vida condensado en una hora», resumió Aranda, que se formó en la Escuela de Teatro de Zaragoza y desde hace más de veinte años trabaja con distintas compañías aragonesas, como Teatro del Temple, Teatro Arbolé o Teatro Gayarre, además de tener la suya propia desde 2015.
El titiritero manifestó que para él es «un honor enorme» dar el pistoletazo de salida a esta edición, que se celebra a pesar de la pandemia, porque hay que seguir viviendo: «Necesitamos la magia de los títeres, de los cines, de los bares, las tiendas... necesitamos seguir viviendo», dijo.
Como artista, ha sido testigo de cómo «se ha caído todo el trabajo que había» a raíz de la crisis sanitaria: «Yo tenía el año lleno, tenía la suerte de que había mucha demanda y tenía lleno el año con muchos viajes internacionales, y de golpe y porrazo hasta noviembre se cayó todo», lamentó.
El acto inaugural contó con la presentación de la directora del festival, Marián Palma, el pregón y la interpretación de 'Vida'. No obstante, a lo largo de la tarde ya se celebraron los primeros pases, como 'Kumulunimbu', en el jardín de la Casa de Espiritualidad San Frutos, con la compañía catalana La Ortiga, cuyo lema es 'arte rural y plural hecho a mano y ecológico para cambiar el mundo'. Pelele Marionettes, una compañía con sede en Toulousse pero fundada por una española, Paz Tatay, también actuó por la tarde en el jardín del Torreón de Lozoya, con 'Las aventuras de Don Cristóbal', obra de títeres de cachiporra con música en directo y efectos especiales en el Jardín del Torreón de Lozoya.
'Criaturas particulares', de Roberto White, y 'Mr. Barti', de Alex Marionettes completaron la programación de la primera jornada de esta edición, que dura hasta el domingo 27 y está marcada por las exigentes medidas de seguridad para prevenir los contagios del coronavirus. Por ejemplo, de las 410 plazas habitualmente disponibles en el teatro Juan Bravo, durante la obra inaugural solo estuvieron ocupadas 92, había dos personas por fila.
Este año, veintiuna compañías participarán en 89 funciones en una versión mucha más reducida que, por ejemplo, la del año pasado, cuando actuaron 35 compañías en 315 funciones. En 2019 se calcula que alrededor de 40.000 personas asistieron a dichos espectáculos, mientras que este año se han puesto a la venta tan solo 3.300 entradas, de las cuales se han vendido alrededor del 70%.
Otra parte de la programación que se ha visto trastocada ha sido la de los pueblos. Si el año pasado Titirimundi llevó funciones a 53 municipios, este solo lo hará a 26 localidades, debido al miedo de las administraciones locales y las dificultades logísticas de esta edición.
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