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El teletrabajo encuentra obstáculos en Segovia

El teletrabajo encuentra obstáculos en Segovia

El tejido industrial de la provincia, basado en la producción agroalimentaria, no favorece la implementación definitiva del trabajo desde casa una vez superada la pandemia

Laura Lopez

Segovia

Domingo, 1 de agosto 2021, 18:53

Este mes, el BOE publicaba el texto definitivo de la Ley del Trabajo a Distancia, un modo de ejercer la actividad laboral que muchas empresas se vieron obligadas a incluir en sus vidas a raíz de la pandemia. La ley tiene su origen en el decreto aprobado por el Gobierno en septiembre del año pasado tras un acuerdo entre los sindicatos y la patronal, pero lo cierto es que aún queda mucho margen para la negociación colectiva, que comenzará a desarrollarse a partir de septiembre.

Según la nueva normativa, se considera trabajo a distancia regular aquel que se preste un mínimo del 30% de la jornada. Este modelo es voluntario y reversible tanto para el empleador como para el trabajador. También establece otras bases de actuación, como que debe ser la empresa la que proporcione los medios y el equipo necesarios para llevar a cabo la actividad.

El presidente de la Federación de Empresas de Segovia (FES), Andrés Ortega, pide diferenciar entre los núcleos urbanos y polígonos industriales y otras poblaciones «porque el acceso a Internet no es el mismo». También hay que tener en cuenta el sector. «Las empresas de producción nunca pudieron hacer teletrabajo y, teniendo en cuenta que el tejido industrial de Segovia es agroindustrial, mucha de la mano de obra de la provincia no se pudo adaptar», comenta, recordando aquellas primeras semanas de marzo tras la llegada del coronavirus a España.

Sin embargo, aquellas compañías con más trabajo de oficina, o los departamentos de administración de empresas dedicadas a la producción si fueron adaptándose por aquel entonces, incluso compraron nueva tecnología para poder llevar a cabo esta transición. Pero hasta hoy, los trabajadores que pueden teletrabajar son una minoría en Segovia. «Si hay 140 trabajadores y veinte son de oficina, hay 120 que no pueden teletrabajar, entonces ha sido más fácil en ese sentido porque no somos como Madrid, que hay muchas oficinas». La FES no dispone de datos sobre cuántas empresas han adoptado el teletrabajo como modelo más allá del primer estado de alarma.

Sobre la nueva ley, Ortega considera que «siempre que haya regulación es positivo, pero hay que seguir avanzando». Opina que hay que analizar bien las necesidades de cada parte para ir haciendo las adaptaciones pertinentes, porque la adaptación al teletrabajo en el comienzo de la pandemia se hizo de manera rápida para responder a una situación de emergencia y es ahora el momento de evaluar las deficiencias que van surgiendo.

Según la FES, ambos modelos, el presencial y el teletrabajo, tienen beneficios y defectos. Por un lado, Ortega piensa que el trabajo a distancia es una buena manera de conciliar, pero el empleado pierde lo que aporta el entorno, que en muchas ocasiones es positivo. «Cuando estás todo el día haciendo teletrabajo, echas en falta el ambiente laboral», opina. Bajo su análisis, para «el trabajo puro y duro», en términos de productividad, casi todo son ventajas en el teletrabajo.

Una de las cosas más positivas que encuentra de este nuevo horizonte es la posibilidad que puede representar para la provincia a la hora de atraer personas de otros lugares como Madrid para trabajar en un entorno rural. Este fenómeno está ocurriendo en localidades como Sepúlveda, donde el censo municipal ha registrado una subida de altas a raíz de la pandemia, profesionales que teletrabajan y se han mudado allí con sus familias.

Aislamiento social

El secretario general de Comisiones Obreras en Segovia, Álex Blázquez, explicó que aún no existe «un modelo oficial» de teletrabajo porque, de momento, cada empresa ha ido negociando con cada trabajador «lo que ha podido». Estamos a favor, siempre que no suponga una merma salarial ni de condiciones respecto a otros trabajadores», señala. Se refiere al posible peligro de «aislamiento social» dentro de la empresa de aquellas personas que siempre trabajan desde casa. La apuesta es el modelo mixto, con el que se puede acudir unos cuantos días a la oficina y quedarse en casa otros tantos.

La experiencia del sindicato cuando se implementó el teletrabajo casi de manera forzada durante las primeras semanas del primer estado de alarma, pasó por recibir muchas consultas de trabajadores, sobre todo en lo relativo a los gastos de esta nueva forma de trabajar y los horarios que habían de mantener, pero normalmente estas cuestiones no han pasado de meras consultas. «En el momento de denunciar, la gente se echaba para atrás, porque había tanto miedo de contagiarse, que la gente pasaba por el aro con tal de no ir a su centro de trabajo», relata.

Blázquez insiste en que ahora que la norma está publicada es el momento de «remangarse» y pactar las condiciones para que se regule bien. Se trata de todo un «campo a explorar» en el que será clave la «negociación colectiva» ante una novedad que no se puede implantar de la misma forma en todas las empresas. «En un matadero, ¿Quién puede hacer teletrabajo? El gerente, el contable y poco más. Además, estas empresas, la mayoría, cuentan con gestores externos, por lo que en Segovia, el tejido productivo tampoco es que facilite nada».

Su valoración de la ley también es positiva. «Toda ley que deje margen a la negociación colectiva nos parece bien, siempre y cuando la patronal y los sindicatos lleguen a acuerdos y no se bloquee la negociación», comenta el secretario general de CCOO de Segovia. Tal negociación, en función del sector, puede hacerse a nivel estatal –como en el caso de la industria cárnica- o a nivel provincial, pero en cualquier caso tal actividad se prevé que comience a partir de septiembre.

La empresa informática Globales apenas contemplaba el teletrabajo antes de la crisis sanitaria para sus 24 trabajadores, sino que lo consideraban algo más bien «residual» y reservado a, por ejemplo, quien optaba por una jornada presencial reducida por paternidad, según explica el director técnico de la empresa y uno de sus socios, Miguel Ángel Merino. «A nosotros el empujón obligado nos lo dio la pandemia; nos dio una ducha de realidad y nos enseñó que el teletrabajo había llegado para quedarse».

Consideran ahora que este modelo es «muy útil y está en boga», pero en realidad ellos llevan a cabo «un modelo mixto, de más teletrabajo que presencial» porque creen que no hay que perder de vista las jornadas presenciales, aunque sea de vez en cuando. «Por empatía, por sociabilidad, para charlar con los jefes y los compañeros… somos humanos y necesitamos trato humano», señala. Los técnicos son los que más trabajo presencial llevan a cabo, suelen tener que ir a la oficina a, por ejemplo, recoger materiales. Los comerciales se van turnando unos con otros y el sector de la programación y desarrollo y la directiva, son los que más se quedan en casa.

Cuando llegó el primer estado de alarma, todos se pasaron al teletrabajo por completo, a excepción de dos personas que continuaban yendo a la oficina para recoger materiales o hacer alguna gestión. Ante la previsión de lo que iba a pasar, entre los días 8 y 10 de marzo empezaron a gestionar los recursos, de modo que el día 14 ya estaba todo preparado: «Ya lo teníamos muy avanzado», comenta Merino, quien asegura que el cambio para ellos no supuso mucho trastorno.

Después de un año y medio, el balance que hacen es bastante positivo. «Lógicamente, hay algunos proyectos que se resienten, porque siempre el trato es más directo en persona, pero para eso tenemos herramientas de colaboración que nos permiten comunicarnos en todo momento», comenta el informático. «Las reuniones 'on line', por un lado, están bien, porque se va más a tiro hecho, se pierde menos el tiempo, pero las cosas son más frías porque se pierde la cercanía y el trato humano», valora.

En cuanto a los niveles de rendimiento del equipo, en Globales no tienen constancia de que haya habido una bajada. «La gente que tenemos es buena gente y se organizan el teletrabajo; si un día uno se conecta más tarde porque se ha dormido, luego lo recupera», ejemplifica.

Un aspecto en el que son «muy estrictos» es con el horario. «Siguen siendo los mismos que antes; si tenemos que hacer una consulta o llamar a alguien y son las seis o siete de la tarde, se manda un correo electrónico y ya lo verá al día siguiente», comenta Merino, para quien es muy importante no caer «en la trampa» de las jornadas extendidas.

«Se puede caer en que como estoy en casa y no tengo que salir, pues trabajo y trabajo todo el día… puede haber momentos puntuales en los que hay que sacar un trabajo, pero no puede ser la norma habitual, porque si no, el rendimiento acaba cayendo y, al final, la vida se resiente», explica Merino. Para que esto funcione, también los empleados tienen que tenerlo claro: «Tienen que saber hacer el corte de decir 'vale, son las siete, pues tiro el ratón y me voy por la puerta».

Ante la falta de una regulación definitiva hasta ahora, en Globales han ido improvisando las medidas de modo que siempre fueran «lógicas». Por ejemplo, en lo referente a los medios de los que tenían que debían disponer los trabajadores, que siempre han sido proporcionados por la empresa. Miguel Ángel Merino, aseguró que, más allá de las posibles adaptaciones que tengan que hacer a raíz de la nueva ley, la empresa continuará con la misma política que han llevado a cabo hasta ahora.

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