Laura López
Segovia
Domingo, 14 de junio 2020, 11:41
Con el avance de la desescalada, una nueva opción de ocio y cultura volvió a estar encima de la mesa: la posibilidad de abrir los teatros; eso sí, con limitaciones al público. Ante este nuevo escenario, el teatro municipal de El Espinar Gonzalo Menéndez ... Pidal y el perteneciente a la Diputación de Segoovia, el histórico Juan Bravo, han adoptado posturas muy diferentes. El primero ya tiene programada una función para el próximo 27 de junio, mientras que el segundo, ante la falta de viabilidad de abrir con las estrictas restricciones de aforo establecidas todavía, encadenará el cierre con su habitual descanso de verano y volverá ya en septiembre con las funciones reprogramadas que no pudieron ser durante estos tres meses.
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El último día en que un artista se subió a las tablas del teatro Juan Bravo, en la capital, fue el 8 de marzo, con motivo de un concierto especial dentro de la programación de la Diputación de Segovia que conmemoraba el Día de la Mujer. Fue Sue Moreno quien llenó por última vez el auditorio, que tiene una capacidad de 160 butacas, en lo que ahora sabemos que era «la vieja normalidad». A los pocos días, entró en vigor en España el estado de alarma y se suspendieron de golpe todas las funciones previstas para la temporada, hasta finales de junio.
De hecho, con la clausura del teatro en esas fechas, el coliseo de la Plaza Mayor perdió algunas de las funciones más importantes que tenía previstas para este primer trimestre. Aitana Sánchez Gijón y Alberto Velasco no subieron a las tablas del emblemático auditorio el 13 de marzo, como estaba previsto, bajo la dirección del prestigioso coreógrafo Chevi Mudaray. Tampoco lo hizo Imanol Arias para dar vida a la obra 'El coronel no tiene quien le escriba', de Gabriel García Márquez, el 22 de marzo, ni José Sacristán acudió a su cita el 27 con 'Señora de rojo sobre fondo gris', de Miguel Delibes. Fue suspendida también la obra 'Don Giovanni', de Ópera 2001, el 29 de marzo
Según el director del Juan Bravo, Marco Costa, a pesar de que por fuerza mayor habría sido posible cancelar todas las funciones, el equipo del teatro hizo un gran esfuerzo para solo suspenderlas con el ánimo de retomarlas en el futuro, por lo que estas funciones previsiblemente podrán disfrutarse a partir del cuarto trimestre del año o el primero del 2021.
La posibilidad de abrir el teatro todavía este mes quedó descartada, al entender que no es viable con las restricciones de aforo impuestas: «No es que no sea rentable, porque la Cultura no se puede medir en los mismos términos de rentabilidad económica que otras actividades, pero intentamos llevar un equilibrio entre ingresos y gastos para que sea más o menos asequible», ilustra el director de la institución.
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A modo de ejemplo, Costa expone que el coste de llevar al teatro una obra como 'Señora de rojo sobre fondo gris' supone, aproximadamente, unos 10.000 euros. Si se divide esa cifra entre los pocos espectadores que podrían acudir al auditorio a verla, el coste ascendería a más de cien euros por persona, lo que resulta irrealizable teniendo en cuenta que el Juan Bravo tiene una política de precios populares en las entradas que sus responsables quieren seguir manteniendo.
Una de las obras que había programadas para esta temporada en el teatro Juan Bravo era 'Don Giovanni', de Ópera 2001. Según señala Marco Costa, llevar adelante la obra este mes habría resultado imposible porque, ya de por sí, para una interpretación de estas características en necesario retirar las primeras filas de las butacas, con el fin de instalar la orquesta debajo. En el caso de querer llevarlo a cabo, habría que colocar a la propia orquesta con la distancia suficiente para mantener las distancias de seguridad, lo que obligaría a retirar la mitad de las filas de butacas, y quedaría una parte muy reducida del aforo. Por ello, esta obra se ha suspendido para los meses después del verano, pero no se sabe si aún en esas circunstancias, cuando se prevé que el aforo alcance entre el 50 y el 70%, será posible llevarla a cabo.
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El teatro Gonzalo Menéndez Pidal de El Espinar acogió por última vez una función del pasado 7 de marzo con la actuación de su banda de música municipal, cerró sus puertas unos días después y así ha permanecido hasta ahora. Según ha anunciado, el próximo 27 de junio estrenará la desescalada con el tercio del aforo disponible y nuevas medidas de seguridad instaladas. La razón por la que, a pesar de las dificultades, este teatro ha decidido retomar su actividad es porque, consideran que, por su vocación de servicio público, debe impulsar la reactivación de la cultura.
El Ayuntamiento de El Espinar ha apostado en ello dejando manga ancha a la institución en su obligación de cubrir los costes de las funciones con el aforo y más bien asumirlos, según ha explicado el director del teatro, José Luis Ramírez: «Ensayar con las medidas de seguridad, que la gente se mueva, que rueden, que el público tenga la oportunidad de tener una oferta cultural» son algunos de los objetivos que se han propuesto. Lo hacen además con un precio de la entrada más bajo del habitual, gracias a que la representación prevista para el próximo día 27, una obra del género cuplé de las artistas Livianas Provincianas, forma parte del programa Circuitos Escénicos de Castilla y León, por lo que cuentan con una subvención por parte del Gobierno autonómico que les permite ofrecer un producto económico.
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Las medidas de seguridad que ha implantado el teatro han sido, en primer lugar, restringir el aforo del auditorio a un tercio, de forma que se pueda garantizar el mantenimiento de la distancia de seguridad de un metro y medio entre las personas del público. También se ha implantado una «recirculación de la acomodación» para evitar las aglomeraciones y un perímetro de seguridad para las zonas más próximas al pasillo y al escenario, de forma que se mantengan las distancias aun en los momento en los que alguna función incluya el amago de los actores de interaccionar con el público.
La oferta de butacas se ha diseñado de forma que la ocupación sea de forma alterna, de manera lineal y también con las de delante y detrás, por lo que las personas quedarían dispuestas según el patrón de un tablero de ajedrez. Aunque esta es oferta según la cual se venden las entradas, lo cierto es que, en la práctica, los integrantes del público podrán cambiarse de asiento para quedar al lado de sus acompañantes si argumentan a través de la muestra del documento de identidad que conviven juntos. Por el momento, se instará al público a llevar mascarilla durante toda la representación, pero el Real Decreto Ley que regula 'la nueva normalidad' parece indicar que los espectadores podrán quitársela una vez estén instalados en sus asientos. Según el nuevo plan del teatro para la reapertura, este se reserva el derecho a tomar la temperatura a los asistentes en el caso de que sea necesario. En la práctica, según ha explicado Ramírez, esto se llevará a cabo con un termómetro de pistola que han adquirido solo en el caso de que el personal de sala tenga la sospecha de que alguno de los presentes presenta síntomas, como un aspecto febril.
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Para garantizar que los trabajadores del teatro tienen los conocimientos necesarios para mantener la seguridad de las personas que el teatro reciba, sus empleados han recibido un curso de quince horas de formación a través de la empresa de riesgos laborales con la que ya trabajaban. En este curso, desde el personal de dirección y producción hasta los que permanecen en la sala han aprendido a aplicar los protocolos de prevención de contagio del virus y, sobre todo, a anticiparse a una posible situación de riesgo: «En lo que más nos insisten es en anticiparnos, por ejemplo, a que se produzca una aglomeración, porque es mucho más fácil prever que ocurra a disolverla», apunta Ramírez. La formación también les ha enseñado a llevar a cabo una correcta colocación del EPI, las mascarillas, los guantes o los hidrogeles: 'El paquete completo', resume el director del centro.
Uno de los puntos fuertes para garantizar condiciones de seguridad al público durante la reapertura del teatro es la limpieza. Este aspecto se divide en tres bloques: la desinfección con productos químicos, el uso de ozono y un equipo de sistema de luz ultravioleta. La limpieza con productos químicos se ha multiplicado por tres –también la cantidad de horas trabajadas de los empleados– al pasar a hacerse una limpieza profunda antes de cada representación, otra después de cada sesión y una tercera antes de abrir las puertas para la siguiente.
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En estos casos, se hará de forma manual, fregando la zona de butacas con productos químicos. Después, se desinfecta la zona con ozono y, una vez transcurrido el tiempo necesario para que haga efecto y abrir las puertas para que se airee, exponen la superficie con el sistema de luz ultravioleta, cuyo rayo sirve para destruir el material genético de microorganismos como virus y bacterias, lo que les permite dar «el último empujón» antes de abrir. Sobre las previsiones de asistencia en la reapertura, Ramírez reconoce que desde el equipo del teatro no tienen muy claro «qué esperar», puesto que esta primera función del próximo 27 de junio será donde «coger el pulso» para prever qué pasará después. En este nuevo escenario de normalidad, también se ha establecido la venta de entradas por internet de forma exclusiva, a excepción del mismo día de la obra. Este extremo podría ser un obstáculo para el éxito de la sesión, ya que el público objetivo de la función son las personas mayores, que a menudo no están familiarizadas con este método. Por ello, se espera que la venta sea contenida hasta el mismo momento de la representación.
Seguramente, después de esta única función, el Ayuntamiento de El Espinar organice una serie de representaciones, esta vez al aire libre, para volver al auditorio sólo en septiembre. Lo que ocurra en esta primera función servirá para contestar a la pregunta que plantea el director de la institución: «¿La gente qué tiene más, miedo o ganas?». Si la respuesta es la primera, el teatro podrá reforzar aún más la seguridad para dar sensación de tranquilidad a sus espectadores y, en el caso de la segunda, medir la oferta para contener al público y que no relaje las medidas de prevención en futuras ocasiones.
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