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La masiva Tardebuena de la Plaza Mayor de Segovia se saldó con menos multas por comportamientos incívicos, menos basura que retirar al final del macroevento y con más asistentes que en ediciones anteriores. Este es el resumen, a grandes pinceladas, que bosqueja el Ayuntamiento. Fuentes ... municipales confirman que casi no hubo incidencias destacables y que reinó la diversión al son de cuatro deejays que pusieron la banda sonora a la fiesta, la cual empezó con un agradecido sol de invierno a las tres y media de la tarde y terminó envuelta en una espesa niebla heladora cuando a las siete cesó la música.
La cifras de asistencia que maneja el Ayuntamiento, organizador de la Tardebuena, dan fe casi notarial de las ganas que había de jarana para cumplir con esta reciente tradición en las horas previas a la cena de Nochebuena. Esos cálculos hablan de unas 5.500 personas, en su mayoría jóvenes, pero también se dejaron caer varias generaciones por la Plaza Mayor y sus aledaños.
Esta afluencia marca un récord (el año pasado fueron unos 5.000 participantes) dentro de la breve pero intensa historia que va escribiendo la Tardebuena en su evolución, que ha pasado de unos inicios en los que era la prolongación de un aperitivo en una «quedada informal» entre amigos o familiares que no se veían desde hacía tiempo, como lo define el impulsor de la cita, Julio César Mateo, camarero de La Concepción, a ser un acontecimiento que compite con las grandes jornadas de las Ferias y Fiestas de San Juan y San Pedro de la capital segoviana.
Algunos hosteleros hablaban, para bien, del comportamiento de la gente pese a las colas en los baños o las prisas de algunos para ser servidos. La legión de camareros en los bares de la Plaza Mayor y de las calles que derivan en la elipse no dieron abasto prácticamente desde el minuto uno.
El balance del Consistorio sonsaca más caras que cruces del megaevento. La ausencia prácticamente de incidencias de reseñar es el mejor signo, apuntan en el equipo de gobierno que dirige el alcalde, José Mazarías. Con tanta gente es difícil que no hubiera incívicos que ignoraron las normas de convivencia e hicieran caso omiso de indicaciones del operativo de seguridad, como demuestran las 25 multas a quienes fueron pillados orinando en la vía pública a pesar de haber doce urinarios portátiles ante las previsibles esperas en los aseos de los locales. Pese a ello, son menos de la mitad de las 58 que se pusieron en la Tardebuena del año pasado.
El dispositivo de dieciocho agentes de la Policía Local y el refuerzo del Cuerpo Nacional para impedir el acceso a la Plaza Mayor con alcohol y botellas de cristal dio sus frutos; aunque ante tal marabunta de gente es complicado que no se cuele alguno. En este sentido, dos personas fueron atendidas de cortes y dadas de alta en el lugar.
Bares y restaurantes también se afanaron para que ningún cliente saliera con vasos de vidrio. Cuando paró la música, el personal de limpieza desplegó a sus operarios y maquinarias para adecentar el recinto. Aseguraban que se habían encontrado con menos basura. «Ha sido la más cívica», afirmaban empleados veteranos. Más que bolsas o botellas, recogieron vasos de plástico. En 35 minutos, la Plaza Mayor quedó limpia; pero las calles aledañas tardaron algo más en recomponerse de la suciedad dejada tras de sí por la Tardebuena.
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