Las historias del pequeño que se sube a las barbas del grande hacen películas porque son la excepción. La contabilidad del fútbol dice que la Gimnástica Segoviana debe hincar la rodilla en casa de un equipo que en 2020 estaba en Segunda División y que ... podría cubrir el presupuesto azulgrana solo con su deuda. El reencuentro de Óscar de Frutos tuvo final feliz para el ahora central del Numancia, que impuso su calidad para castigar los errores azulgranas, amagó con la goleada y refrenda su liderato del grupo V ante una Sego que baja al séptimo puesto pese a mediar solamente cuatro puntos.
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Numancia
Kudakovski, Soler, De Frutos, Diego Royo, Bonilla, Moustapha, Carlos González, Cristian, Ribeiro, Tamayo y Lupu.
3
-
1
Gimnástica Segoviana
Carmona, Silva, De la Mata, Javi Marcos, Rubén, Manu, Fer Llorente, Dani Plomer, Hugo Díaz, Javi Borrego y Dani Segovia.
Cambios Numancia: Sanchidrián por Lupu (min 59), Alayeto por Tamayo (min 59), Primo por Diego Royo (min 77) y Asier Grande por Soler (min 81).
Cambios Segoviana: Ivo por Hugo Díaz (min 62), Merencio por Rubén (min 62) y Maroto por Manu (min 82).
Goles: 1-0 Lupu (min 17), 2-0 Moustapha (min 28), 2-1 Dani Segovia (min 35) y 3-1 Tamayo (min 51).
Árbitro: David Recio Moreno (Navarra). Amonestó a los locales Carlos González y Diego Royo y a los visitantes Juan de la Mata, Javi Marcos, Dani Segovia y Rubén.
Otros datos. Los Pajaritos. 2.200 espectadores.
La impoluta megafonía de Los Pajaritos celebraba 25 años «de alegrías y tristezas» con una convocatoria de aficionados que cabría en La Albuera. La visión del graderío soriano era mantequilla sobre demasiado pan, unas galas menores para un recinto que ha visto caer al Real Madrid o penar al Barcelona en cerca de un centenar de partidos de Primera. Sin los decibelios de Huelva, esa historia era motivación para que la Segoviana se lanzara a degüello a por el gigante caído, con una alineación en la que no faltaba ningún ilustre, incluido Plomer, que recibió la última arenga de Ramsés Gil. El entrenador mandó a sus huestes a por la fortaleza, sin reservas.
Una presión que sorprendió al Numancia en un renuncio de primer orden que debió costarle el primer gol de la tarde. Plomer recogió una mala entrega entre los centrales para asistir al espacio a Dani Segovia, que estrelló la pelota ante Kudakovskiy, rápido en la salida y agrandando su talla. El partido alternativo se quedó en el imaginario y los sorianos entendieron la presión, a veces tan ansiosa que perdía el orden. Sin grandes alardes, sin finura en el tercio final, pero suficiente para respirar. Un alivio que dio sus réditos en cuanto la Segoviana metió la pierna cuando no tocaba. Pequeños errores que ante un rival con tanto talento provocan grandes consecuencias.
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Javi Marcos trataba de paliar el abismo que en ocasiones separaba a su zaga con la línea de ataque conduciendo él mismo el balón, un arma de doble filo. En esas, metió la pierna y vio la amarilla. Ese parecía el peor peaje de una falta lateral a cerca de 40 metros de la portería de Carmona. Pero no. Bonilla, el lateral zurdo que sirve el balón parado a un nivel de categoría superior, dio con la contraseña azulgrana con un envío al punto de penalti que sorprendió a los centrales sin alarmar a Carmona para que saliera a apagar el incendio. El lapso perfecto de duda para que Lupu llegara como un tren puntual para cabecear a gol el 1-0.
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La Sego necesitaba un tiempo muerto, pero esto es fútbol. Silva había convertido su pugna con Tamayo, el extremo izquierdo que empezaba a adueñarse del partido, en una lucha sin cuartel, un tono que el colegiado consintió al perdonarle la amarilla una y otra vez. La Sego insistía sin réditos en la presión y sufría en el repliegue. A eso se sumó otro error no forzado de Silva ante su archienemigo. Tamayo y Bonilla jugaron la falta en corto, estirando el suspense mientras la fiesta esperaba balón en la corona del área. La puso Bonilla de primeras, un envío letal, demasiado tenso para pedirle cuentas a Carmona. La zaga azulgrana falló en la marca y Moustapha puso el testarazo en la escuadra.
Lupu seguía bajando balones del espacio y la Segoviana tenía las alarmas encendidas, pero su principal seña del curso es que no se rinde. Y encontró el tren de vuelta al partido con su talento, un gol apto para resúmenes de televisiones ilustres. Un pase quirúrgico de Manu a la espalda de la defensa para que Plomer rompiese a su par por velocímetro antes de un control perfecto para acomodársela en línea de fondo y asistir a Dani Segovia, que puso el lazo con un taconazo de espaldas con la derecha que entró cruzado. Segundos después, el balear volvía a tomar la línea de fondo. Lo que es la inercia.
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La Sego pasó de desear al descanso a querer aplazarlo. A un verso de la ocasión clara, esa internada de Segovia que no encontró a Hugo Díaz o la conducción de Borrego que terminó en un tiro lejano de Rubén que el guardameta ruso tuvo que atajar en dos tiempos. Pero llegó el descanso, el Numancia ordenó su dibujo y los de Ramsés tenían que buscar de nuevo el frenesí. En esas, llegó Tamayo para enganchar un balón a bote pronto desde unos 25 metros para ponerlo en la escuadra. En esos detalles se deciden los puntos, y una zurda así se paga. Por eso el Numancia tiene la exigencia de ganar la liga, con un presupuesto que limita las excusas disponibles.
El Tamayazo –un tránsfuga de apellido homónimo que le dio el gobierno de la Comunidad de Madrid a Esperanza Aguirre en 2003– fue el broce del 11 soriano, que dejó el campo junto a Lupu. Un alivio, a priori. Pero Ribeiro, el media punta que no escatima una voz, seguía. Ramsés sacó el conato de revolución que le quedaba: cambió a Díaz por Ivo y metió a Merencio por Rubén, tocado, para poner defensa de tres, con Segovia y Borrego en línea de ataque. A grandes males, grandes remedios.
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Pero el 3-1 fue letal en lo anímico y el banquillo no trajo la salvación. Frente a la apuesta siete días atrás en Illescas, las balas estaban en el once. Estuvo más cerca el cuarto tras la invitación de Carmona, que derribó a Sanchidrián en el área. La oportunidad de Bonilla para discutir con Tamayo el premio a mejor del partido, pero ajustó demasiado y estrelló el penalti en el larguero. La Sego lo intentó hasta el final, pero remar en Los Pajaritos son palabras mayores. Al final, Ramsés solo usó tres cambios mientras su rival sacaba trajes de sobra para abrir un almacén.
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