'Tablets' a domicilio para combatir la brecha digital

El mundo digital ha abierto y cerrado puertas a partes iguales. Las principales causas contempladas que originan esta brecha son la carencia de conectividad a internet, de dispositivos electrónicos y de conocimientos. Ante ello, «es necesario intentar reducir las dificultades» y consecuentes desigualdades, explica el director de Cáritas en Segovia, Ángel Anaya.

Ya no solo es necesario tener una pantalla para hacer la declaración de la renta u otros trámites administrativos. Para pedir una plaza en los viajes del Imserso o concertar una simple cita con el médico se requiere, al menos, una aplicación móvil. Desgraciadamente, «hay personas que están muy alejadas de las tecnologías» que no pueden llevar a cabo estos propósitos, sostiene Anaya. Por este motivo, Cáritas se ha encomendado la tarea de abrir aulas y crear oportunidades de formación para las personas vulnerables y en riesgo de exclusión social.

A escala provincial, se ha puesto en marcha el proyecto 'Cáritas T-Forma', financiado con fondos europeos. No solo se han abierto tres espacios destinados a la capacitación digital -en la ciudad, Cuéllar y El Espinar- que permiten desarrollar los conocimientos informáticos, sino también un punto de información y consulta que permite realizar trámites a aquellas personas que no disponen de los medios oportunos en sus hogares.

Los asistentes a los cursos de entre 40 y 60 horas, dependiendo del nivel de formación, aprenden a utilizar los principales equipos y herramientas. Por ejemplo, a elaborar, redactar e imprimir archivos e, incluso, buscar ofertas de empleo y vehículos en los portales web para su posterior adquisición. Son muchas las familias segovianas con niños que emplean en gran medida los bancos de préstamo de tabletas, que se han convertido en un utensilio habitual en las escuelas.

Y cuando no hay posibilidad de contar con un espacio para la enseñanza, maletas llenas de dispositivos con conexión a internet se trasladan por numerosos puntos de la provincia para atender las demandas de cientos de residentes. El obispo de Segovia, César Franco, ejemplifica con áreas rurales del nordeste segoviano, como los alrededores de Ayllón o Riaza, «donde a veces es muy difícil llegar».

En estos casos, las consultas son más puntuales y «del día a día». «Son formaciones más cotidianas que responden a las necesidades de salud, familia y ocio; y aunque tengan menos peso de horas, la acogida está siendo bastante buena», se alegra el técnico delegado del proyecto, Mario Cardeñosa. «Las experiencias son bastantes positivas, los participantes quieren seguir escalando en conocimiento, por lo que la intención es seguir con estos cursos, que permiten a muchos recalar en otros programas, como los de empleo», añade.

Desde la puesta en marcha de esta iniciativa por primera vez en marzo, son más de medio centenar los usuarios que han asistido a las clases. Es una oportunidad que también permite romper con la brecha generacional entre hijos y padres, entre abuelos y nietos. «Cada curso que impartimos llega a unas diez personas, multiplicado por treinta aulas, a lo que se suman las atenciones del punto de información y consulta», señala Cardeñosa.

A veces es necesario llenarse de «dosis de paciencia», tal y como bromean los técnicos y corroboran sus alumnos, pero con una atención personalizada y gracias a la tecnología, son muchas las personas vulnerables que dejan de serlo para embarcarse en un proyecto de vida.