Borrar
Salida de la carrera. El Norte
El «sufrimiento extremo» de correr con nieve en Muñoveros

El «sufrimiento extremo» de correr con nieve en Muñoveros

Una de las primeras carreras pedestres, deficitaria, subraya cómo ha servido para recuperar a vécinos jóvenes

Sábado, 22 de marzo 2025, 12:21

No hay quien pueda con la Viña del Ajo, la carrera de Muñoveros que no suspende ni el desbordamiento del Cega ni una nevada. Así amanece el domingo, pero los bocadillos y las sopas están listos. «Nos quedamos pensado qué hacíamos, pero ponía alerta amarilla y cinco centímetros. Ni es de noche ni va a haber hielos», subraya Juan de Santos, uno de sus creadores. Ese es el listón. Así que la 16ª edición salió adelante, eso sí, con paliativos. «Vimos que era algo asumible y dejamos el riesgo en la mitad. Si hacemos 13 kilómetros, alguno no llega». Siete fueron épica suficiente: con los copos cayendo, un frío de aúpa y barro puro. «Sufrimiento extremo». Caídas –una costó cuatro puntos de sutura en la pierna– a cambios de un recorrido espectacular. ¿Cuándo se puede correr entre encinas nevadas?

La carrera surgió en 2008. «Estos pueblos que tienen 100 habitantes van cada vez a menos. Nos veíamos en verano y poco más. Y se nos ocurrió hacer cosas en invierno para que viniese la gente». Una matanza popular en noviembre, un festival de música para mayo y la carrera, en marzo. Entonces, el circuito provincial de Carreras Pedestres de Segovia tenía cuatro eventos y Muñoveros se subió al origen del atletismo popular. Debutaron con una edición cero, sin cobrar. «Ya nos sorprendió porque vinieron 130. Me acuerdo que nos dio los dorsales Coca-Cola y eran de papel». Un detalle que no fue menor, pues ya apareció la meteorología, con una granizada de aúpa en los tres últimos kilómetros. «Desintegró los dorsales, cuando llegaban a meta no había forma de cogerles el tiempo, así que los apuntamos a mano». Pero no importó. «Como dábamos sopas de ajo y bocadillos la gente se fue encantada y fue creciendo». Al año siguiente, barrizal. Y al tercero, récord: más de 300.

«Había mucha gente animando a pesar del tiempo. No lo dicen a las 9 y no nos lo creemos», subraya un organizador

Hubo años de frío, de barro, de calor, pero los vecinos siempre salieron. Una edición tuvo que aplazarse hasta mayo al denegar la Junta los permisos porque no se habían solicitado telemáticamente: «Corrimos 20 amigos». En 2020 coincidió con el domingo antes del estado de alarma. «Fue el último fin de semana que se pudo correr en año y medio, salvados por la campana». Incluso en 2021, el único año en el que no se hizo por las restricciones, esos vecinos cumplieron con la tradición y salieron a correr.

Cogió el nombre porque pasa por ala Viña del Ajo, un paraje que coincide con la peor cuesta de os 13,5 kilómetros. «Alguien cultivaría ahí ajos hace años. Ahora mismo hay pinos y encinas». Pero el ajo se quedó, como las sopas, que se parecen más a la castellana. Ahí se hace el primer bucle, de siete kilómetros, para volver al pueblo y hacer la segunda parte, hacia El Guijar, con campos de cereal. La única modificación fue añadir una variante de 300 metros de campo a través en homenaje a un vecino fallecido.

Corredor en un camino durante la prueba. El Norte

Pese al recorte, dejaron abierta la invitación a hacer el segundo bucle de seis kilómetros, pues ya estaba marcado, pero se cronometró. Una veintena –los fieles de casi siempre– lo hizo. El más rápido fue Santos Francisco, con 27 minutos y 16 segundos; la primera mujer, Nuria Laguna (35m06s) y el último de los 126 que cruzaron la meta necesitó 52m31. Entre los de la marcha no competitiva y los niños, unas 200 personas pasando frío. Quedaron sin recoger 50 dorsales ya pagados. «Mucha gente, sobre todo de Palazuelos o La Granja, se echó atrás»» La nevada dio si cabe más valor a las sopas de ajo, repartidas en cuencos de barro por dos euros, una recaudación donada este año a Accem. Y fue récord, ventajas del frío: 500 cuencos. «A pesar del tiempo infernal, había mucha gente animando, con su paraguas. Fue genial. Nos lo dicen a las nueve de la mañana y no nos lo creemos».

Su mérito es la supervivencia: mantener los números en un calendario saturado. Una carrera deficitaria, pues ha mantenido el precio –diez euros– desde 2008, unificado por el circuito. «Y vamos muy pillados. Hay pueblos como Cantalejo o Palazuelos que tienen un ayuntamiento fuerte. Pero nosotros, con 150 habitantes, palmamos pasta. Les das una camiseta, un bocadillo de jamón, la sopa, una mandarina, un plátano, el agua de los avituallamientos, el de la dulzaina…» Lo cubren desde la Asociación La Fragua con la barra de las fiestas o la lotería de navidad. Pero el esfuerzo no ha sido deficitario. «Igual hay ahora viviendo en el pueblo el triple de gente joven que cuando empezó la carrera. Alguno ha empezado a venir los fines de semana, otro teletrabaja, creas un clima de amigos, de que te lo pasas bien y acabas generando que pueda ser un sitio para vivir».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla El «sufrimiento extremo» de correr con nieve en Muñoveros