El sueño de una calle de Segovia que quiere volver a su pasado

Antaño, Blanca de Silos recibía el nombre de calle Alférez Provisional, en honor a aquel rango militar introducido durante la guerra civil por el bando franquista para paliar la acuciante exigüidad de oficiales en el cuerpo. Sin embargo, en 2016, la ley de memoria histórica hizo que la calle pasase a llamarse Blanca de Silos, en referencia a la actriz de mediados de siglo XIX que vivió en la vía. «Era alta y rubia», comenta un transeúnte. Aún está en la memoria de los vecinos de mayor edad, que hacen el esfuerzo de recordarla al pasear por las aceras de la calle que ahora lleva su nombre, hecho que no llegó a ver en vida.

Situada en el barrio de Santa Eulalia, conecta la plaza de la Universidad con la plaza de Santa Eulalia. La calle finaliza justo en el vértice que ocupa la ruinosa Casa Buitrago. Cuando se enfila la vía desde el campus María Zambrano y se comienza a pasear, se aprecian un par de bares y una tienda de alimentación nutridos mayoritariamente del consumo de estudiantes y vecinos. Después, según se avanza, el viandante se sumerge en una sangría de locales vacíos 'adornados' por carteles y pintadas que pueden servir para medir, cual estrato, el tiempo total que llevan abandonados.

Si la mirada se enfoca encima de los locales se observan unas viviendas que en ocasiones parecen padecer la misma sintomatología que padecen los comercios abandonados. Al bajar la mirada al suelo, justo en el medio de la carretera unidireccional, una grupa en el asfalto sirve de indicador del paso subterráneo del colector del río Clamores. Al anochecer, apenas tres farolas iluminan una calle que a ojos de algún comerciante «parece sacada de una película de terror, da miedo pasear a oscuras».

Sin embargo, toda esta percepción actual dista mucho de las reminiscencias pasadas que la calle evoca en José Luis Vibot. Desde detrás del mostrador de su tienda de reparación de calzado —llamada bajo su apellido—, José Luis cuenta lo que la calle era unas décadas atrás. «Esta calle ha sido mejor que José Zorrilla—afirma–, aquí venía muchísima gente». El zapatero, con una mezcla de nostalgia y rabia, recuerda el ambiente que se respiraba cuando abrió su negocio allá por 1982: «Aquí ha habido juventud y marcha. Cuando abrí la tienda llegaban al barrio parejas recién casadas».

Comercios como la tienda de discos y vinilos Totem Vertigo — aún abierto y que priva a Vibot el puesto de ser el más longevo de la zona por un año, «aunque ahora lo llevan los hijos»— o Tienda Posadas; y bares como Las Torres o Heredero eran testigos y generadores de ese ambiente de arteria comercial importante. Pero el tiempo, el abandono y los altibajos económicos han llevado a que «desde hace diez años la calle se haya venido abajo». En un recuento rápido, una veintena de locales parecen estar completamente inutilizados.

Comercialmente, la calle deja mucho que desear; José Luis opina que el estado físico «penoso» de la calle es una de las principales causas. Justo en el instante en el que, a través del escaparate, se observa a un joven descender la acera para permitir el paso de un cochecito, José Luis puntualiza que «lo que aquí se necesita son unas aceras más anchas, con las actuales hay que ir en fila india». También, señala la necesidad de restar altura al bordillo para que todo quede más «planito» y sustituir el adoquinado de la carretera. Aunque es reticente a la posibilidad de convertir la arteria en vía peatonal porque «conviene que José Zorrilla sea de subida y Blanca de Silos de bajada. Además, no veo mal lo de la ORA».

El zapatero se percata por primera vez que lleva exactamente 40 años en la calle. Recuerda los buenos tiempos, cuando llegó a tener a cuatro personas trabajando en su tienda. Ahora solo queda él y, aunque le quedan pocos meses para la jubilación, mantiene la esperanza de que la calle vuelva a resurgir. «Yo me voy e intento vender el negocio. Si alguien se quiere quedar con ello, estoy dispuesto a enseñarle. Pero, aunque yo me vaya, que cambien la calle me daría mucha alegría»

Algunos de los zapatos que han llegado a manos de José Luis han podido salir de la zapatería Marian, ubicada a unos pocos locales de distancia de Vibot. En el comercio bromean: «La calle se ha arreglado hace nada…hace 40 años; cuando esto, en vez de una zapatería, era una tienda de lámparas». Carmen de Miguel, responsable de la tienda, no entiende por qué razón la calle José Zorrilla ha sido remodelada tantas veces y no Blanca de Silos. «La vía necesita una remodelación total: un espacio adecuado para que la gente pueda pasear y mucha más iluminación». Es patente la preocupación en la zapatería, que presupone que la remodelación de la calle y la reactivación del eje comercial ayudarían a frenar la dinámica negativa en un enclave donde actualmente «las ventas han bajado muchísimo».

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