Kickboxing
La subcampeona del mundo de Segovia que pedía perdón por pegarKickboxing
La subcampeona del mundo de Segovia que pedía perdón por pegarMarta González tiene la costumbre de mirarse al ombligo tras una derrota y no buscar causas externas. Desde su primer combate, del que salió llorando no tanto por perderlo sino porque sabía qué debió hacer para ganarlo, al último, las finales del Mundial de kickboxing ... que perdió en Portugal. En su tercer gran campeonato llegó su golpe sobre la mesa, sus primeras dos medallas. Dos platas que sirven como premio a su mejor temporada, pero no es el final del camino porque quiere el oro. «Ya estamos viendo fallos para mejorarlo. Quiero ser campeona del mundo, es lo máximo a lo que puedo aspirar».
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Fue la salida que encontró una adolescente de 15 años «que no sabía muy bien qué hacer con su vida». Su madre fue la que le dijo que quería probar. «Luego ella no se apuntó, pero me picó». En cuántos combates se habrá arrepentido de aquella oferta. Desde el primero. «No podía mirar porque su hija estaba recibiendo», sonríe Marta, cuyo historial previo se reducía a la gimnasia rítmica. «No era súper deportista ni nada. Era una época en la que no tenía ninguna motivación, estaba asqueada con mi entorno. Me gustaba superarme a mí misma, era una sensación nueva para mí». Y creó una nueva persona. «Me costaba hablar con la gente, tenía una autoestima bastante baja. Salir del círculo de confort me ayudó mucho».
Cuando empezó, pedía perdón tras los golpes. «Es algo habitual, te da respeto pegar, aunque no le estés haciendo daño. Luego te acostumbras y ves que es parte del juego». Cambiaron sus prioridades: llegaba el fin de semana y prefería entrenar a salir de fiesta. «No fue un esfuerzo, salía de mí». Entrenaba sin expectativas, haciendo manoplas con su entrenador, cuando la seleccionaron para el campeonato de España de boxeo. Su primer combate, con 16 años, seis meses después de empezar. Superó la angustia de una semana en la que perdió casi cuatro kilos, subió «bastante entera» al ring y disfrutó de la pelea. Una derrota que despertó su afán de mejora. «Es que cambiando esto lo tenía», lamentaba entre lágrimas.
Pese al debut en boxeo, el kickboxing era la prioridad. Máxime porque su primera pelea, dos meses después, terminó en victoria. «En boxeo la distancia es mucho más corta y el golpe es más directo. En el kick hay más espacio, pero una patada duele mucho más que un puñetazo. Tengo las piernas muy largas y sería de tontos no aprovecharlo». Mide 1,76 metros, un factor diferencial que impuso en esos «sitios donde van 30 personas», bromea. No tardó en ganar su primer campeonato de España, en categoría júnior, con 17 años.
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No fue un camino de rosas. Llegó el estrés, que le llevó a retirarse de un campeonato de España. «Después de ese bajonazo lo dejé durante medio año, no quería saber nada». Empezó a estudiar Bellas Artes en Madrid, pero no tardó en echarlo de menos. Pese al fondo físico perdido, el nuevo ambiente reflotó su ánimo y no tardó en competir. En 2019 entró por la puerta grande en el campeonato de España senior –un oro y un bronce– y ya suma siete entorchados nacionales.
Hay dos modalidades de kick boxing –en tatami y en ring– que varían en el contacto y en cómo se puntúa. En el ring cuenta la potencia; sin este factor, los golpes, por muy técnicos que sean, no suman. En el tatami, la técnica; de hecho, no puede haber una intención de KO, homologable, por ejemplo, al kárate o al taekwondo, un deporte que Marta también practica. «No hace falta que haya excesivo contacto».
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Su debut con la selección llegó en 2021 tras una preselección en la que «te testean» antes de participar en una competición internacional. Recuerda como «horrible» su primer Mundial en Italia y su derrota en primera ronda. «No sé si la presión, que no sabía lo que me iba a encontrar... Fue un bajonazo tremendo, pero es que yo sabía que podía dar más y que si había perdido es porque no estaba en mi mejor punto». Esta vez, lejos de dejarlo, se creció. «Puede ser enfermizo si llevas al extremo, pero me gusta pensar que he perdido por mí, que puedo dar un poco más». La misma filosofía aplicó en el Europeo de 2022 en Turquía, donde cayó a las primeras de cambio mientras Sergio de Diego, el otro segoviano del CD Victoria, sumaba una plata y un bronce.
El pasado mes en Albufeira cambiaron las tornas y fue Marta la que volvió con dos platas, el premio a una mejora integral: la estabilidad laboral y académica se ha traducido en una mejor preparación. Y la experiencia internacional en lugares como Hungría, uno de los referentes, la nacionalidad de su verduga en la final. «Este año hemos salido a un montón de campeonatos». Le gusta más 'light contact' –solo se golpea debajo de la cintura– pero también se maneja en kick light. «Si tengo que hacer las dos, las hago, me da igual». Fue la subcampeona en dos cuadros de 16 luchadoras y ganó seis de sus ocho combates.
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Pese a su juventud –tiene 23 años–, aún es una de las pioneras en un deporte detrás de otras disciplinas olímpicas. «Ha habido un aumento de gente brutal, es ahora cuando está creciendo, cuando ves a los júnior. Este es el futuro, cada vez hay más». Aunque los Juegos no lleguen a tiempo, asume su rol de embajadora con los jóvenes. «Que no tengan miedo y lo prueben. Que no les van a hacer daño». Lo dice la chica que pedía perdón por pegar.
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