Los soldados del nordeste mantienen en pie a Aldealengua
MUNICIPALISMO 2024 ·
Los contados agricultores de un pueblo que está a 104 kilómetros de Segovia salvan una economía sin negocios ni relevo generacional para un lugar lleno de segundas residencias
Los 104 kilómetros que separan Aldealengua de Santa María de Segovia capital son un abismo, pero sus 96 vecinos censados son soldados del nordeste, la zona de la provincia más amenazada por la despoblación. «Otro pueblo más de la España vaciada», resume su alcalde, Raúl Gadea. Segovianos más cerca de Burgos –Aranda de Duero pilla a escasa media hora– que del Acueducto. Riaza, Ayllón, Boceguillas o Sepúlveda son sus aliados diarios, los lugares de compra de un pueblo sin tiendas cuyo latido conserva una asociación cultural que abre los fines de semana como bar improvisado.
Publicidad
Aldealengua pasa los días poniendo parches. La frutera de los viernes, los tres días en lo que para allí la panadera y dos camiones de congelados que llegan desde Aranda y Cantalejo. El padrón se encoge a la mitad en invierno, apenas medio centenar de personas durmiendo allí cada noche. Con todo, hay cinco alumnos de instituto, una cifra reseñable para un lugar donde no sobran precisamente habitantes.
Cinco son también los vecinos del pueblo que trabajar en Myta, la fábrica de sepiolita de Maderuelo conocida popularmente en Aldealengua como «la fábrica de los perros y de los gatos» por su función como absorbente. También hay población activa empleada en una empresa de reciclaje de Riaza. La supervivencia de la ganadería se centra en un solo ganadero a un par de años de la jubilación; más de un millar de ovejas sin relevo generacional. El sector primario lo completan seis agricultores de secano con grandes explotaciones de cereal que también agotan sus días de cotización: el más joven tiene 55 años, aunque hay otros para los que la edad de jubilación es una mera anécdota.
La incertidumbre es el presente de Aldealengua. «¿Qué pasará dentro de cinco años? Y si me apuras, dentro de tres». Máxime en un año de sequía, con una cosecha desastrosa y el cereal más barato. Esas movilizaciones con tractores son el grito de un pueblo así, sin más recursos que el campo para fijar población. El Ayuntamiento asume esa lucha y pone de su parte con dos casas rehabilitadas alquiladas a familias de la zona. Con todo, la inmensa mayoría de su tejido urbano son segundas residencias con propietarios de Madrid: 150 kilómetros con la A-1 como conexión rápida.
Pero tras esas viviendas reformadas hay «muchísima ruina», subraya el alcalde de un pueblo que llegó a superar los 500 vecinos en la mitad del siglo XX. Aquellas duras vidas sembrando remolacha junto al río Riaza que daban riqueza y que perecieron ante otro modelo. Pero las raíces sobreviven, esas fiestas con más de 300 personas en el pueblo, con la sardinada comunitaria en el campo de fútbol. Corros familiares y de amigos con su tortilla. Vínculos que acortan tanto kilómetro y abandono.
Publicidad
La economía
Sector primario. Hay seis agricultores con amplias extensiones y un ganadero con un millar de ovejas.
Los aliados de la zona. Ayllón, Boceguillas, Sepúlveda o Riaza dan empleo y servicios a los residentes de todo el año.
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.