Segovia

Sobrecargas en la Residencia Asistida: «No hemos aprendido de la covid»

Las obras en las que la Residencia Asistida lleva dos años inmersa han reducido cien plazas y el personal en la misma proporción –un tercio– aunque el sindicato lamenta que en esa fórmula no se tenga en cuenta el grado de dependencia.

La mayoría de los residentes presenta un grado 3, el máximo, por su deterioro a lo largo del tiempo. Además, en los ingresos tiene prioridad el candidato con más dependencia. «Las ratios se mantienen dentro de la legalidad, pero no permiten atender correctamente», sintetiza Lozano. Un trabajador por cada cinco residentes.

«Esa es la teoría; pero a lo mejor esos cinco necesitan ser atendidos por dos personas simultáneamente», arguye la portavoz sindical, que describe la situación límite en la que el personal desarrolla sus tareas. Lo explican factores como la falta de movilidad, dificultades de colaboración o deterioro cognitivo. Por la tarde hay dos personas para atender en una planta a veinte personas. Por la noche debería haber dos personas por planta, pero es habitual que se quede una con la ayuda de otras compañeras. «El 90% de los ancianos no saben llamar a un timbre, no les oyes».

La organización sindical subraya que el nuevo modelo requiere que el personal esté más tiempo en contacto con los residentes para atender a los 198 que tiene en estos momentos la Residencia Asistida: 110 usuarios con dependencia total, 86 con dependencia severa y dos pacientes válidos (cónyuges). La finalización de las obras recuperará 40 de las 100 plazas perdidas en estos momentos, pero no las otras 60. «Están poniendo muy bonitas las residencias, pero se están perdiendo muchas plazas públicas», lamenta la delegada de CNT.

Lozano habla de nuevas cocinas y «espacios de dudosa utilidad» para los residentes, pero han desaparecido baños y espacios de descanso del personal. «Nos va a tocar recorrer grandes distancias con las manos en alto las 20 veces por turno que nos tenemos que lavar». Este periodo de interinidad supone una «sobrecarga de trabajo» para los trabajadores: «Hay que hacer continuos traslados, volver a limpiar áreas que están sucias», relata.

A ello se une que la lavandería lleva ocho meses averiada, otra carga extra. «Una serie de tareas que estaban mecanizadas ahora hay que hacerlas manualmente». Una lavadora y una secadora de aire frío para 198 residentes. Una demanda imposible que trata de paliarse con la ayuda de la Residencia San Lorenzo (anteriormente conocida como Residencia Mixta), también de la Junta, una solución paliativa que no existe los fines de semana.

Así que falta ropa para trabajadores, habitaciones y usuarios. «Se necesita más cantidad porque tarda más tiempo en lavarse y se pierden más piezas con el trasiego de la ropa». Más el riesgo higiénico de acumular tanta prenda sucia a la espera del lavado. «Necesitamos que entre la Inspección de Trabajo», clama Lozano, quien habla de quejas continuas de los familiares que los trabajadores no pueden resolver. «Les remitimos a nuestros superiores».