Silvia Sanjuán descorcha el jolgorio en La Granja

La plaza de los Dolores de La Granja de San Ildefonso es un lugar de tránsito permanente, una macedonia de vecinos y turistas que rara vez ofrece pausas. Por eso el pregón de las fiestas es un día único, por la explosión de colores de las peñas y porque congrega a más de un millar de personas. El color tiene banda sonora en forma de música, de carcajadas. Es un momento de vitalidad máxima, como ha subrayado en la tarde de este sábado la pregonera, Silvia Sanjuán, antes de dar el pistoletazo de salida: «Es el único día del año que la puedes ver así».

La cantautora ha ensalzado sus orígenes y ha cantado una canción compuesta expresamente para la ocasión: «No hay más honra que ser querida / En la tierra que uno es / Y yo quererla / Más que a mi vida».

Sanjuán ha iniciado su carrera como cantautora con su primer disco. Cuando el alcalde del Real Sitio de San lldefonso, Samuel Alonso, le ofreció el honor, cambió al viernes su concierto en Aldeanueva de la Serrezuela. Tras acabar el pregón, confesaba que tenía que marcharse a dormir porque este domingo se levantaba a las siete para actuar en Palencia. Una vida en la carretera, por eso esta chica de la peña Oréades lleva cinco años sin vestirse de guerra.

Fiel a la tradición, el turno de Sanjuán ha llegado tras un cuidado ritual que presenta a las damas, a la reina, Susana Gómez, y a cada una de las peñas, a cada cual más ruidosa. El hilo de su discurso ha sido la familia. Ha reivindicado la figura de su madre «luchadora, actriz, valiente, buena persona»; ha recordado a su padre, un vecino de Madrid que «se ganó un hueco en el corazón de todos por su forma de ser, de pensar y de querer», y ha citado a su hermano, su abuelo o sus tíos. Uno de ellos, Raúl García Castán, pregonó en Valsaín.

La pregonera empezó ganándose al público: «He estado ahí abajo muchas veces y al veros hoy desde aquí no tengo palabras. ¡Qué guapos estáis!» Fue un ejercicio de agradecimiento «por nacer o vivir aquí». Un pueblo orgulloso, con esa rivalidad interna con Valsaín o el híbrido de ser un referente turístico por sus palacios y su montaña. «La Granja me ha dado mi profesión».

Sanjuán ha rememorado la creación, en 2008, de la Escuela Municipal de Música y cómo su padre le enseñó aquel verano los primeros acordes. Su primer profesor, Javier Vivanco, lo sigue siendo. «Qué importante es que desde los pueblos y ayuntamientos se fomenten la cultura y toda clase de actividades, para que descubramos lo que nos gusta hacer», se congratuló la pregonera.

Se ha acordado de amigas como Paula Gómez, violinista granjeña con la que ha tocado y bailado tantas veces en las fiestas. «Siempre habéis sido el público para que el que más ilusión nos hacía actuar en el mundo». «Saludarnos y preguntarnos cómo nos va la vida me hace sentir que pertenezco a una verdadera comunidad y que nunca voy a estar sola», destacó Silvia Sanjuán.

Su agradecimiento ha llegado con una canción de cuatro coplas que tocó con la guitarra ante un público feliz en esa frontera entre del atardecer que embellece una estampa. Su momento favorito de las fiestas –bailar en la verbena– tendrá que esperar. «Después de todo el año, poder estar ahí bailando y dándolo todo en la plaza es lo mejor del mundo».

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