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Con pena, después de siete años, María Jesús Martín dijo adiós ayer al restaurante y cafetería del Centro Integral de Servicios Sociales Jesús Mazariegos, en el barrio de La Albuera. Un último día cargado de sentimientos, muchos recuerdos, nostalgia «y obligado». Porque afirma que «no me queda otra». Explica que solicitó una subida de precios, «que era de céntimos», para al menos cubrir los cada vez más altos gastos por la subida generalizada de los costes, «pero me lo denegaron».
La decisión tiene su historia. El próximo mes de octubre tocaría renovar contrato y quedaría otro año más hasta que volviera a salir a licitación, «pero un año y medio más y con estos precios es que es imposible». Así, en febrero remitió al Ayuntamiento un segundo escrito «en el que dije que si no me dejaban subir los precios, en junio me iba y tampoco me contestaron». Y ya el pasado marzo envió un tercer escrito en el que decía que lo dejaba. «El 1 de abril me contestaron que si cerraba, me sancionaban. Si es así, pues tendré que recurrir, qué voy a hacer...».
María Jesús Martín aclara que con esa subida que solicitaba «no quería hacerme rica, solo salir adelante, como todo el mundo, pero no me han dejado». Con una persona contratada, «porque yo sola no puedo hacerlo», los gastos de seguros, nóminas o del propio género superan a los ingresos. «Es imposible ahora mismo», asevera.
En estos siete años, se queda con el cariño de la gente, «con los de la Asociación de Alzheimer, que son los que comen aquí, con los de Párkinson... Pero sobre todo me quedo con mis chicos con síndrome de Down a los que daba talleres de cocina; me da una pena que no se puede hacer a la idea; lo disfrutaban mucho, aparte de todos mis clientes. He sido muy feliz con todos estos chicos a los que daba clases de cocina y ellos también lo han sentido mucho».
El Ayuntamiento corre con los gastos de luz, calefacción, agua... «y paga un canon de 56 euros al mes, condiciones que son beneficiosas a cambio de poner ciertos precios para poder llegar a estos usuarios con ingresos más limitados que acuden a este centro; no se puede hacer una subida así como así», comenta Ana Peñalosa, concejala de Servicios Sociales.
La edil recuerda que esta instalación «se va a volver a sacar a licitación, nos pondremos ya a ello, y para la gente que tiene necesidad, tenemos el servicio de comida a domicilio que se puede solicitar por aquellos que lo necesiten», a la vez que añadió que este proceso de licitación conlleva una serie de trámites que no pueden ser de un día para otro. «Si hubiera avisado con más tiempo se hubiera podido avanzar más». Respecto a la posible sanción, «lo que se contestó fue que solicitar la resolución conlleva un incumplimiento de contrato. Habrá que estudiar todas las circunstancias».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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