Hace once años que Ana Marcos fue diagnosticada de un cáncer que acabaría provocando que le extirparan los dos pechos en una serie de operaciones que dejaron unas cicatrices «nada estéticas» en las mamas, cuyo volumen ha recuperado gracias a unas prótesis. Acudió al ... estudio de Javier Loygorri en Segovia y juntos acabaron escogiendo un diseño con unas flores en negros y grises y algo de color beige. «Antes me sentía mutilada y ahora, con los tatuajes, me veo divina de la muerte», resume. «Es mirarte en el espejo y saber que lo que tienes no es tanto una reconstrucción del pezón, sino que te ves bien, como una persona normal», añade.
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«Antes, si ibas a la playa y te ponías en 'topless' y se te veían mucho las cicatrices, escuchabas que la gente decía 'esta está operada'. Ahora estoy encantada», comenta Ana, de 56 años, quien ha pasado la referencia de Loygorri a su oncóloga para que lo recomiende a otras mujeres.
A pesar de que ha transcurrido más de un decenio de su diagnóstico, reconoce que cada año se pone nerviosa cuando llega el momento de la revisión: «El ciclo no lo cierras, siempre piensas si te da otra vez o si me da por otro lado».
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