

Secciones
Servicios
Destacamos
La educación asume su labor ejemplarizante en la inclusión social. Como consecuencia, la circunstancia de cada uno de los 15 estudiantes con discapacidad del Campus ... María Zambrano se convierte en una necesidad de primer orden. El vicerrector de la Universidad de Valladolid en Segovia, Agustín García Matilla, presume del campus «más moderno de España» con la inminente apertura de su segunda fase. Sus modernas instalaciones, pese al lastre histórico del adoquín, tan decorativo como inaccesible, marcan el camino recorrido respecto a décadas atrás, una época en la que la universidad era terreno hostil en accesibilidad. El nuevo salón de grados es el pilar de la segunda fase del campus segoviano. Será totalmente liso y apenas tendrá desnivel entre el escenario y la parte baja. Habrá dos pequeñas rampas para acceder a él y ascensores para la parte más alta de las gradas. En la zona cercana al escenario, habrá una fila de unas 20 butacas para que las personas con discapacidad no tengan que subir a la tribuna. En total, el salón tendrá 375 asientos. Mejorarán los accesos a la zona de secretaría desde los ascensores. El campus está trabajando también en la adaptación acústica en un salón que atenderá a conferencias, congresos o proyecciones audiovisuales. «Debe servir para cualquier tipo de uso», subraya el vicerrector. Ha habido modificaciones en el diseño inicial y se facilita la traducción simultánea.
La Universidad de Valladolid tiene en estos momentos 15 estudiantes con discapacidad –grado igual o superior al 33%–, informa la universidad. Hay 11 en Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación, tres en Educación y uno en Informática. El curso pasado se matricularon en los cuatro campus (Segovia, Valladolid, Palencia y Soria) 236 alumnos con certificado por discapacidad. De ellos, el departamento de Asuntos Sociales tramitó solicitudes específicas de 141 y atendió a otros 21 con necesidades específicas como dislexia u otras dificultades de aprendizaje. El 60,5% tiene discapacidad física, el 13% es por necesidades específicas, en el 9,3% es auditiva, en el 8% es visual, el 4,9% tiene algún tipo de discapacidad orgánica y el 4,3% padece algún cuadro de salud mental.
«La universidad estaba totalmente vetada por cómo estaban estructuradas las aulas», resume García Matilla. Los ejemplos en facultades de la Complutense, las más visitadas por los segovianos, tenían una estructura de estrados que dificultaba el movimiento. Una clase magistral con el profesor arriba, en una suerte de anfiteatro, y los alumnos abajo. El cambio social y normativo, traducido en rampas exteriores o ascensores, es un hecho en el campus María Zambrano, inaugurado en 2012, aunque queden asignaturas pendientes. «Cuando se hace una adaptación de un edificio como era el cuartel, hay un suelo rugoso que dificulta la movilidad, pero se ha intentado subsanar para que cualquier estudiante pueda acceder a plantas superiores».
El vicerrector destaca la accesibilidad como un activo más para la institución. «Alguien con muletas tiene una dificultad para acceder a la clase, pero tiene una capacidad estupenda de superación». Los despachos de autoridades están en una pasarela con escaleras. «Ante cualquier problema, le atendemos en la tutoría o en el aula». Respecto al componente visual, el 'videowall' –una gran pantalla– de la entrada tuvo una voluntad de accesibilidad. En las aulas, en estructura horizontal y sin estrados, se renovaron todos los cañones de proyección y los altavoces pasarán por un proceso similar.
El gran problema del campus segoviano de la UVA es que tenía edificios muy dispersos con lugares como el Palacio de Mansilla, la Casa de la Tierra o Mahonías, un centro comercial donde se impartía cuarto y quinto de Publicidad. «Era el típico centro con escaleras sin adaptación alguna». El objetivo era un campus propio donde todo fuera más racional. El proyecto incluye dos ascensores en el campus y otros dos en el campus intercentros. Las aceras del exterior se ensancharon tras conversaciones con el Ayuntamiento de Segovia para que la periferia del edificio sea más accesible. El curso pasado, Asuntos Sociales coordinó 46 actividades de formación y sensibilización y participaron 1.843 personas, incluidos 68 profesores.
Frente al antiguo formato de pupitres anclados al suelo, las aulas tienen sillas y mesas desplazables. Hay varios modelos de aulas: unas para unos 20 alumnos para másters y seminarios especiales, otras que superan el medio centenar, otras con más de 80 y dos por encima del centenar. En la planta baja hay ocho aulas y cuatro laboratorios; en la primera, 11 aulas, seis tutorías y seis seminarios; en la segunda, siete aulas, seis seminarios y seis tutorías.
En la fase dos, habrá dos aulas más. «Siempre desdoblamos el número de alumnos para que no vaya saturación».
La nueva docencia ilustra un panorama más inclusivo. «Cada vez hay más conciencia social»; valora García Matilla. La apuesta por una educación más práctica fomenta un contacto más directo entre alumno y profesor y elimina barreras. Los alumnos con cualquier tipo de discapacidad, sea visual o auditiva, siempre van a las primeras filas y tienen más tiempo –generalmente un 50% más– para realizar los exámenes. Es el profesor el que establece el feed-back y asegura la comprensión si, por ejemplo, un alumno toma nota por el método Braille. El reto es que la circunstancia del alumno sea la de todos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Las olimpiadas de la FP cántabra
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.