Paloma Serrano Postigo (7 de abril de 1971) es la institución que representa a más de 50.000 segovianos. La defensora del ciudadano del Ayuntamiento de Segovia es la voz que media entre la Administración y sus administrados. «Cuando no se responde a la Defensoría, ... al que se deja sin responder es al ciudadano». Es la ventana de las quejas del día a día cuando un servicio público falla, desde la recogida de basuras a cambiar una farola. «Cuestiones básicas que hacen que la vida sea de ciudad». Un pulso que calibra a través de llamadas y correos electrónicos; peticiones que resuelve en el acto y otras que requieren batallar con la burocracia. Pide una gestión más humana.
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–¿Por qué hace falta un defensor del ciudadano?
–Para tratar esas situaciones en las que la Administración no contesta al ciudadano cuando presenta alguna queja o escrito. Recurren a esta figura para solucionar este tipo de problemas o hacer una labor de mediación cuando ya lo han intentado por sus propios medios.
–¿Cómo se combate a la burocracia?
–Es difícil, la burocracia es una máquina muy pesada, un engranaje institucional difícil de cambiar. El modelo de administración en España es un poco rígido. Se tendría que combatir con una mayor dotación de recursos humanos para desarrollar todas las competencias que tiene atribuidas. Y económicos, por supuesto.
–¿La Administración ha dado a máquinas funciones de seres humanos?
–Creo que sí, sobre todo a raíz de la pandemia. Yo soy una fiel defensora de prestar el mayor servicio presencial cuando sea posible. La digitalización ayuda porque no te tienes que desplazar al lugar físico, pero resulta totalmente inviable para las personas mayores o que no están familiarizadas con la tecnología. La digitalización no debería sustituir a las personas. Es una herramienta más, pero no debemos hacer una Administración completamente digital. Se pierde un factor humano, de cercanía. Las relaciones tienen que estar regidas por una escucha humana y un componente ético.
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–¿Las Administraciones son tacañas a la hora de contratar personal?
–Yo solo sé que en el Ayuntamiento de Segovia las partidas destinadas a la contratación de personal han sido insuficientes a lo largo de estos años. Es consciente de esa problemática y se está intentando paliar ese déficit porque ninguna administración funciona sin recursos humanos. Cuantos más y mejores sean, mejor va a responder frente al ciudadano.
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–¿Qué balance hace del último año?
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–Positivo. La respuesta de la Administración este año ha ido mucho mejor; es verdad que ha habido menos expedientes de queja, pero por lo menos todos han sido contestados. Hay todavía algunos sin respuesta de años anteriores.
–¿Está la ciudadanía indefensa frente al ruido?
–Yo creo que sí, el ruido es un problema sistémico en la ciudad. El proceso de medición en plena noche es invasivo; la policía tiene que hacer cuatro mediciones y luego hay que presentar una denuncia. Cuando el ciudadano ha hecho todo lo que tiene que hacer, quiere que la Administración responda. Que inicie un expediente sancionador. Así vería una respuesta eficaz a ese problema.
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–¿Y cuál es la realidad?
–Los ciudadanos que se quejan piden que la Administración tramite esos expedientes. Ellos ven que no ocurre nada. A veces ponen sus propias denuncias y no obtienen respuesta. Las sanciones son lo último, pero a veces tienen esa función coercitiva para dejar de hacer lo que está mal, como las de tráfico: se multa por superar unos límites de velocidad para que el conductor intente corregirlo. Es un tema muy complejo; hay que distinguir entre el interior y el exterior de las viviendas o la contaminación acústica. El ruido de los coches, de una obra, de un equipo de climatización… Pero en los casos más llamativos, en el interior de las viviendas, hace falta tramitar los expedientes sancionadores y cambiar determinados aspectos de la ordenanza.
–Los vecinos reivindican que la autoridad local inicie directamente los expedientes.
–Claro. Se le pide demasiado al ciudadano. Una denuncia puede ser verbal, no hace falta transmitirla por escrito, nuestro derecho administrativo no es así de formalista. Tendría que ser menos exigente para el ciudadano y más exigente para la Administración. Yo ya he puesto en conocimiento unos hechos que rebasan los límites sonoros, se ha comprobado mediante una medición… Eso tendría que ser suficiente.
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–¿Es Segovia una ciudad transitable para personas con discapacidad?
–Podría decir que va por zonas. Por todas las quejas que he recibido en estos cuatro años, hay lugares mejor acondicionados que otros. Parece una utopía, pero a mí me gustaría tener una ciudad con cota cero, que no hubiera ninguna barrera arquitectónica, ningún bordillo. Lo mismo digo con las barreras sensoriales, que todos los semáforos tengan un sonido para que las personas ciegas puedan cruzar. Me gustaría que la ciudad fuera mucho más inclusiva en este aspecto, todavía falta por hacer. Es verdad que en las ciudades medievales como Segovia o Toledo, de trazado muy irregular, con callejuelas muy estrechas, unos cascos históricos muy peculiares, es complicado. Lo sé y parto de eso. Pero desde el punto de vista arquitectónico se pueden buscar soluciones.
–¿Soluciones cómo?
–También depende del presupuesto municipal, pero rebajar los bordillos es un tema que se podría ir haciendo. No digo que todo de golpe, pero podría haber un plan de viabilidad para desarrollarlo en unos años. Cosas más o menos de sentido común. Muchas quejas de personas con movilidad reducida van en este sentido. «Es que no puedo transitar por esta calle porque tengo un bordillo que mi silla de ruedas no me permite bajar». Lo que para nosotros es una tontería para ellos es una dificultad enorme.
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–¿Cómo conviven patrimonio y accesibilidad?
–Habría que hacer un estudio de viabilidad en el que participaran personas de muy diferentes ámbitos: relacionadas con el patrimonio, arquitectos y el montón de asociaciones afectadas, que son las que mejor saben sobre las dificultades. No es fácil, pero eso no quiere decir que no tenga solución.
–¿Reivindica el segoviano suficientemente sus derechos?
–Creo que sí, más que hace unos años. Si la gente tiene un problema, quiere que se solucione. Es activa. Antes parecía que contabas el problema a un amigo y se quedaba ahí. Ahora lo intenta de manera personal, con la Defensoría o con el Procurador del Común. La gente tiene mayor conocimiento de todas estas instituciones de defensa de sus derechos. Hay conciencia de, si te ocurre algo, no dejártelo, sino expresarlo.
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