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La pandemia del coronavirus y la montaña rusa de medidas de prevención adoptadas a partir del impulso de cada una de las seis olas han bajado los humos del tabaco en la provincia. Y nunca mejor dicho, porque la adicción y, por ende, el ... negocio, se han visto zarandeados por los propios vaivenes de la covid y las apreturas normativas para combatir su propagación desde la activación, hace casi dos años, de la alerta sanitaria con la que la sociedad ha tenido que convivir desde marzo de 2020. Son prácticamente dos años en los que las mascarillas, las distancias de seguridad entre las personas o la desinfección constante de las manos se han convertido en el pan nuestro de cada día. En este tiempo, el consumo de cigarrillos en la provincia no ha sido una excepción con respecto a la norma observada en el resto del país. Por las circunstancias sanitarias y sociales provocadas por el coronavirus, los fumadores segovianos han dejado de comprar más de dos millones de cajetillas durante la pandemia.
Si se tiene en cuenta que cada paquete tipo contiene veinte cigarrillos, que es la medida que emplea el Comisionado para el Mercado del Tabaco a la hora de evaluar las ventas de este producto en España, en Segovia se han dejado de prender más cuarenta millones de 'pitillos', que no dejan de ser la forma más frecuente y mayoritaria de consumo de tabaco. No en vano, las típicas cajetillas acaparan uno de cada tres euros facturados en la comercialización del tabaco. Luego están los cigarros, asociados más a los puros; los paquetes, bolsas o cajas de las virutas de tabaco para liar, y la picadura de pipa, según la clasificación que hace el organismo estatal dependiente del Ministerio de Hacienda.
Sin embargo, hay que diferenciar dos fases en la reducción del consumo que revelan los datos del Comisionado. Una primera coincidente con el primer estado de alarma decretado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en pleno apogeo contagioso y mortal de una primera ola envuelta además en el desconocimiento ante la enfermedad que a posteriori ha marcado el paso de la vida en los últimos veintidós meses. Aquella declaración del 14 de marzo de 2020 que decretaba el confinamiento de la población en sus casas, la prohibición de cruzar fronteras territoriales y la paralización de parte de la actividad económica, en particular hostelería, turismo y comercio, mientras otra parte continuaba con su labor profesional en la clausura domiciliaria, derivó en un descenso notable de las ventas de tabaco.
Ni siquiera el intento de los fumadores por hacer acopio al ver venir la medida disimuló el hundimiento. Enero, febrero e incluso marzo acabaron con ventas superiores a las de los mismos meses de 2019. En ese primer trimestre se compraron unos 79.000 paquetes más (de 1.560.824 a 1.639.872); pero ya solo en abril los puntos de venta acusaron –y de qué forma– la limitación de movimientos impuesta por el estado de alarma y el miedo de la población a la infección respiratoria que se expandía sin control y que ponía en jaque incluso la resistencia del propio Hospital General de Segovia. Abril estableció un mínimo en las ventas de tabaco con 443.249 cajetillas, es decir, 183.685 menos que las vendidas en el mismo mes del año 2019, lo que supuso una caída del 29%.
Ese desplome continuó con el estado de alarma en vigor. Mayo no fue mejor que su predecesor en el calendario para los estancos y demás puntos autorizados por las autoridades. Las más de 494.000 cajetillas vendidas eran casi un 22% menos que las que se facturaron doce meses antes, cuando la pandemia ni siquiera se oteaba en un horizonte imaginario.
El mercado del tabaco trató de recuperarse de esta primera fase de hundimientos en las ventas cuando el Gobierno de la nación levantó en junio las restricciones que encorsetaban la vida social, aunque la hostelería y el turismo seguían parados. La tendencia en el consumo de cigarrillos experimentó un ascenso, que fue más fuerte en junio y más tibio en julio. Esta vinculación entre la relajación de las medidas de prevención frente a la covid-19 y una vuelta a los nocivos hábitos del tabaco se repite a lo largo del paso de la pandemia. Después de cada repunte de contagios, la tendencia dibuja un ligero incremento en el consumo.
Para el negocio la recuperación duró solo dos meses. En agosto, cuando se empezaba a fraguar la segunda andanada del coronavirus, la comercialización sufrió otro golpe. Se dejaron de vender más de 90.000 cajetillas solo ese mes en la provincia segoviana. Las pérdidas con respecto a 2019 se acumulaban y todavía tenían que soportar nuevas caídas en los siguientes meses hasta final del año, salvo en diciembre.
Pero en ese último mes del verano de 2020, la Junta de Castilla y León ratificó y afianzó una medida anticovid que a posteriori también ha hecho mella en la evolución. Se trata de la prohibición de fumar en espacios al aire libre si no se puede garantizar la distancia de dos metros de seguridad entre personas; pero sobre todo, el veto a encenderse un cigarrillo en las terrazas de bares y restaurantes, establecimientos, por otro lado, que están autorizados a vender tabaco siempre que cuenten con el pertinente permiso y cuyos interiores ya se habían librado por ley de los tóxicos humos del tabaco en 2011 con el endurecimiento de la norma implantada cinco años antes.
Así pues, y a tenor de los datos publicados por el Comisionado para el Mercado del Tabaco del Ministerio de Hacienda, el primer año de la pandemia se saldó en su conjunto de doce mensualidades con 328.928 cajetillas menos vendidas en la provincia, lo que equivale a una disminución del 4,5%. Pero si se acorta la comparación al periodo en el que coronavirus clausuró la vida social y la actividad económica (desde marzo-abril de 2020), la caída es mucho más acusada. Sin contar los primeros trimestres de cada ejercicio, la curva descendente que dibuja la evolución de las ventas baja hasta los cerca de 408.000 paquetes menos entre abril y diciembre, ambos incluidos, o lo que es lo mismo, una merma del 7%,
El patrón se repite cuando se acerca la lupa a cómo se comportaron las ventas de tabaco en la provincia durante el año que se acaba de despedir. Una vez más, la covid y sus oleadas marcan el ritmo de subidas y bajadas. La fuerte embestida de nuevas infecciones y casos positivos con la que arremetió la pandemia poco después de las fiestas navideñas de 2020 hizo que el consumo de cigarrillos se contrajera durante los dos primeros meses de 2021, bajando en ambos del medio millón de cajetillas vendidas. De hecho, febrero se acerca al mínimo mensual establecido en abril de 2020 con menos de 448.000 paquetes vendidos a lo largo de sus 28 días.
Llegó la mejoría epidemiológica y con ella la reapertura de la hostelería con las deseadas terrazas porque los aforos interiores seguían limitados. Y a pesar de persistir la prohibición de fumar en las instalaciones al aire libre, las ventas iniciaron un empuje en primavera. En abril, mayo y junio se fumó más que en los mismos meses del año anterior y se acercaron a los niveles de antes de la covid. En julio se rompió la racha ascendente, aunque hasta noviembre incluido todos los meses, salvo octubre, acabaron con más ventas que en los mismos periodos del ejercicio anterior.
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