Cada segoviano gasta hasta diez euros más en Lotería de Navidad que hace una década

Segovia sobresale por la variedad de clientes que acuden las oficinas de Lotería para adquirir los boletos. Los vecinos y turistas, incluidos los visitantes extranjeros, protagonizan las colas que se han producido en algunos puestos de venta de la ciudad en los últimos días. Los barrios más alejados disfrutan del incipiente interés de las pymes por adquirir décimos para el sorteo navideño con el objetivo de repartirlos entre sus clientes y empleados, mientras que los pueblos gozan de un público fiel que se reparte por todas las comarcas.

La mayor afluencia a los mostradores se experimenta en estos días, justo antes del puente de la Constitución en diciembre. «El golpe más fuerte es ahora, cuando cobran los pensionistas y trabajadores; luego después el presupuesto de los hogares se dedica más a las cenas de amigos y empresas o a comprar los regalos de Navidad», subraya Luis Galindo, al frente de la administración número 10, en Nueva Segovia.

Cada vez hay más anticipación en estas compras y una gran parte se concentra a través de la modalidad 'on-line'. Pero eso no ha quitado visitantes a las oficinas. «Si no se vende lotería ahora, no se vende nunca», corrobora a su vez Fuencisla Maroto, al frente de la administración número 1, situada en el centro de la capital y conocida como 'Los picos de la suerte'.

Las perspectivas entre los loteros son muy positivas. «Todos los años se incrementan las cifras respecto a las ventas del sorteo anterior para hacer frente a la demanda; es algo que sucede en todos los territorios, pero en algunos como Segovia, en mayor medida», declara la delegada comercial del Selae en Segovia, Laura López-Caniego. Es un hecho que se atribuye al cumplimiento de esta tradición por parte de residentes y también de turistas. «Tenemos fama; aquí se juega bastante», apostilla Galindo.

La provincia siempre se encuentra entre las posiciones más elevadas del ranking en lo que respecta a la consignación por habitante, que sobrepasa a la anotada por otros territorios más poblados como es Ávila, Zamora, Orense o Ávila. «Siempre estamos de los primeros», sostiene. En esta ocasión, Segovia se sitúa tan solo por detrás de Burgos, Palencia y Soria, que ostenta el récord.

El precio del décimo se mantiene aun con el paso de los años y el aumento de la inflación, lo que permite establecer comparativas respecto a décadas anteriores. A día de hoy, cada segoviano juega un promedio de 6,6 boletos, mientras que en 2014 esta cifra se reducía a solo seis, cuando se jugaban un promedio de diez euros menos. Con el paso del tiempo ha habido variaciones, pero la tendencia del gasto medio por residente siempre permanece al alza.

«Estamos anotando entre un 3% y 5% de subida de ventas cada ejercicio, incluso del 10% en los mejores años», declara el lotero de Nueva Segovia. Según el último informe realizado por Loterías y Apuestas del Estado, el aumento a lo largo de 2024 se ha situado en un 3,13%. La tendencia a compartir suerte está muy presente en la sociedad y, a diferencia de otros sorteos, el de Navidad llama la atención a un amplio abanico de edades. «Se apuntan todos, es algo tradicional, lo tienen los bares, asociaciones... Es una oportunidad para muchas entidades sin ánimo de lucro a la hora de financiar actividades», resume Daniel Sanz, de la administración número 1 de Cantalejo.

Los profesionales destacan el carácter «social» de la lotería, de ahí que los décimos se hayan convertido en protagonistas del aguinaldo que conceden las empresas. «Están viniendo pequeños negocios que cogen varias series, entre 30 y 40 décimos, para repartir; eso nos da un gran empujón», declara Galindo. Son muchos los que deciden esperar hasta el final, mientras que por el contrario hay clientes que ya han adquirido su boleto en las primeras semanas del verano.

Algunos de ellos son turistas extranjeros. «Antes no compraban y ahora sí, sobre todo los orientales», señala Maroto. Aunque también hay madrileños que deciden comprar un décimo en la ciudad a modo de recuerdo o que, por otro lado, «se los llevan cuando van a las fiestas de los pueblos». «Dependemos mucho de ellos», considera Sanz, a lo que se suman los viajeros que están «de paso» y los clientes que viven en los pueblos de alrededor. «Ya es costumbre», concluye.