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La bailarina Helena Frías, en el Centro de Danza de Segovia. Óscar Costa
La segoviana que aspira a cautivar el ballet de Milán

La segoviana que aspira a cautivar el ballet de Milán

La joven bailarina Helena Frías, de tan solo 17 años, da el salto del escenario del Juan Bravo al del teatro italiano de La Scala: «Nunca lo hubiese imaginado»

Martes, 1 de octubre 2024, 20:59

Casi aprendió antes a bailar que a andar. Con apenas tres años, vistió por primera vez un tutú y salió a conquistar el escenario del teatro Juan Bravo. Muy pronto hará lo propio fuera de la provincia y de España, en uno de las compañías más prestigiosas del mundo. No ha cumplido aún la mayoría de edad, pero la bailarina de ballet segoviana Helena Frías Ollero ya piensa en grande. «Nunca hubiese pensado que iba a llegar tan lejos», asegura a tan solo unos días de tomar un avión hacia Italia. Allí la espera un sueño en el prestigioso teatro de La Scala, en Milán.

Ya tiene las maletas casi hechas y llenas de ilusión. «Tengo nervios, pero sobre todo muchas ganas», asegura la bailarina profesional. Con tan solo 17 años -cumplirá 18 en noviembre- se embarca en una aventura que no muchos pueden llegar a cumplir incluso al cabo de su vida. «Si se lo preguntasen a la Helena de cinco años, nunca lo hubiese imaginado», resume con gran emoción. Su historia es un vivo reflejo de que el esfuerzo suele tener su recompensa. Y si esta condición se une a un golpe de suerte, el éxito está asegurado.

Eso mismo le sucedió a Helena, quien ve los resultados ansiados después de tantos años de sacrificio, pues con tan solo cinco años se matriculó en el Centro de Danza de Segovia, dirigido por Natalia Tapia y Yevgeny Uzlenkov, y empezó a competir a los doce. En este tiempo ha probado danza contemporánea, jazz y otros estilos, aunque ninguna llega a compararse con el ballet. La curiosidad por esta disciplina pronto se convirtió en cautivación. Todo ello cuando «el camino para llegar hasta aquí no ha sido nada fácil», confiesa. «Me acuerdo que de pequeña nunca podía ir a los cumpleaños, no podía salir los viernes porque siempre tenía ballet: era lo que me gustaba», sostiene.

«El camino no ha sido fácil; me acuerdo que de pequeña nunca podía ir a los cumpleaños porque tenía ballet»

Ha esperado con paciencia a dar el gran salto. Este último año superó con méritos aquellos exámenes que eran necesarios para convertirse en bailarina profesional. Tan solo le bastó un curso en el Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma de Madrid, que compaginó con sus estudios de 2º de Bachillerato. Logró superar ambas modalidades con gran éxito, aunque fue necesario mucho sacrificio. «Fue un poco duro porque tenía que compaginar la prueba de acceso a la universidad con la danza; por la mañana tenía conservatorio y por la tarde, instituto. Casi no podía dormir porque estudiaba por las noches», relata.

También se preparó varias audiciones en Barcelona, Croacia y otros puntos del mapa. «Me cogieron para hacer el Cascanueces en Irlanda», recuerda. Pero lo rechazó porque en aquel momento su aspiración ya tenía nombres y apellidos: el ballet del teatro de La Scala en Milán. «Vino el director de la compañía de danza a mi escuela para darnos una clase y pregunté si podía audicionar. Me preguntó el nombre y la edad y contestó que sí», se enorgullece Helena.

Despedida

La mayoría de los más populares artistas de ópera y ballet del mundo han actuado en La Scala, un famoso teatro que fue inaugurado en 1778. En los próximos meses, será una joven segoviana quien se subirá a su escenario. El sábado cogerá un vuelo y se instalará en Milán, una ciudad que visitará por primera vez, donde se dedicará plenamente a la danza, lo que compaginará con el estudio de varios idiomas. «Voy a estar muy ocupada», apostilla. No obstante, también sacara tiempo libre para visitar y conocer las riquezas del país italiano.

«Echaré mucho de menos la ciudad, verla iluminada cada noche, pasear junto al Acueducto todos los días... Como Segovia no hay ninguna, la gente aquí siempre ha sido muy acogedora», remarca. La melancolía ya fue protagonista cuando vivió en Madrid el pasado curso. «Siempre hablaba de la ciudad, todos allí me llamaban ya 'la segoviana'», bromea.

Este nuevo reto profesional le llevará mucho más lejos, una decisión que ya tenía asimilada desde hace tiempo. «Tenía claro que iba a terminar fuera de la provincia y de España, aquí no hay mucha variedad sobre estas disciplinas», observa. Aun así, Helena ya tiene reservados los billetes para regresar a celebrar el cumpleaños y también la Navidad junto a su familia.

Sus piezas de ballet favoritas son Don Quijote y La Bayadera. Las ha interpretado cientos de veces. Cuando suenan las primeras notas de su melodía, su cuerpo y mente se activan. «Tienes que concentrarte mucho, pensar en muchas cosas a la vez», subraya. Sin embargo, cuando se pone sus zapatillas y tutú, se peina con un moño, luce su mejor sonrisa y sale al escenario todo se vuelve mucho más fácil. «Solo pienso en disfrutar; si no lo hiciese, no seguiría bailando», asume. Por suerte, a ella le sucede todo lo contrario. «Si te gusta algo de verdad, hay que apostar siempre por ello», sostiene. De hecho, ya ha conseguido tocar su sueño con la punta de sus dedos.

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