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Susana Castillejo
Segovia
Jueves, 16 de agosto 2018, 21:55
Como buena costumbre, como cada 16 de agosto, fiesta de San Roque, la ciudad de Segovia renovó ayer por boca de la alcaldesa en la iglesia de San Millán el voto a este santo francés, siguiendo una tradición que comenzó en 1599, año en el que una gran peste asoló la ciudad de Segovia. Ante la gravedad y extensión de la epidemia, el Ayuntamiento de aquella época tomó medidas higiénicas y médicas, así como religiosas. Es entonces cuando se pidió la intercesión de San Roque ante Dios, organizándose rogativas a las que asistieron los segovianos con fe, devoción y ánimo de penitencia.
En la actualidad, los segovianos se reúnen cada año en la iglesia de San Millán recordando así la hazaña que consiguió San Roque, con la alcaldesa en este caso como principal protagonista para proceder a la renovación del voto a este santo, para que la ciudad siga libre de la peste, enfermedad que dicen desaparecida pero que, según los últimos estudios, sigue presente en muchos lugares del mundo, en países menos desarrollados.
La plaza de la iglesia de San Millán se iba llenando poco a poco a medida que se acercaban las 20:00 horas. Las campanas comenzaron a sonar, anunciando el momento de entrar a la iglesia. Una vez dentro, la alcaldesa y sus concejales fueron ocupando sus sitios en primera fila de la iglesia esperando a que comenzara el acto religioso.
«En nombre y representación del pueblo de Segovia, acudo ante ti, señor San Roque, abogado de la peste e intercesor entre el señor Dios y los hombres, a renovarte la fidelidad de esta ciudad noble y agradecida». Con estas palabras, la alcaldesa de la ciudad, Clara Luquero, cumplió con el ritual que rinde tributo al santo, durante la celebración presidida por el párroco de San Millán. Esta renovación se realiza en la capital tras el compromiso del Ayuntamiento de Segovia en 1599 con el santo varón de Montpellier.
Celebrada la misa con la imagen del santo presidiendo la eucaristía, un numeroso grupo de personas esperaba el comienzo de la procesión, entre ellos un grupo de dulzainas y tamboril, que como es norma en Segovia, amenizaron el acto con música tradicional. En primer lugar, apareció el portador de la cruz con el crucifijo y posteriormente el estandarte con la silueta de San Roque en él. Con la música ya sonando y al grito de ¡viva San Roque! salió el santo.
Luego, la imagen de San Roque, junto a su inseparable perro, fue levantado y transportado fuera de la iglesia, dando la tradicional vuelta alrededor de la propia plaza de San Millán. Al sonido de las dulzainas y tamboril se le unía el de las campanas, que no pararon de redoblar durante todo el recorrido de la procesión. Hecha la vuelta, e introduciendo de nuevo a San Roque a su lugar dentro de la iglesia concluía el recorrido y los asistentes disfrutaron de la tajada servida por Mesón de Cándido en el entorno de San Millán. Un año más, la ciudad de Segovia ha renovado el voto al santo francés. Y sigue libre de la peste.
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