El Norte
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Segovia logra aportar iniciativas y actividades a pesar de un año loco, por raro y diferente

Radiografía ·

El inesperado 2020

Jaime Rojas

Valladolid

Viernes, 25 de septiembre 2020, 15:41

Imaginábamos el año del doble 20 con el mismo estruendo de alegría de la feliz década de hace un siglo. Ideábamos el bullicio de esa época, con bailes transgresores, paz y creatividad. Pero un enemigo inesperado y de pequeño tamaño nos despertó del sueño de imitar aquellos locos años. Hicieron falta muy poquitos meses para acreditar que la historia casi nunca repite los buenos momentos.

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En Segovia, como en el resto de la humanidad, el monotema de la pandemia lo ha embadurnado todo, nos ha dejado con un año loco, sí, pero por extraño y diferente. Aún así, en estas circunstancias complejas, la sociedad segoviana ha logrado aportar iniciativas y actividades tanto en el ámbito empresarial y económico, como en el sociocultural y deportivo. Y, por supuesto, en el provincial, con los 208 municipios en su combate diario contra el otro virus, el que contagia desde hace demasiado tiempo y que responde a los nombres de España vacía o despoblación.

Las empresas, generadoras de riqueza y empleo, han peleado y pelean para que la crisis sanitaria no ahonde más en el erial industrial que es Segovia, a pesar de su excelente ubicación tan próxima a Madrid y de la indudable mejora de las comunicaciones por carretera, con la autopista a la capital de España y la autovía de Pinares a Valladolid, y por ferrocarril de alta velocidad también en ambas direcciones.

El tejido empresarial ha demostrado en este tiempo de pandemia que a su naturaleza de buscar beneficios se puede unir la responsabilidad social corporativa. El mejor ejemplo fueron las campañas de donaciones solidarias, que han supuesto una de las mayores movilizaciones de las empresas en la historia de la provincia. La recaudación cercana a 300.000 euros no deja lugar a dudas de la magnitud de la iniciativa, que sirvió para la compra de respiradores para la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), así como de camas hospitalarias.

En la vida empresarial, como en todos los órdenes, el monotema lo condicionó, y aún lo hace, todo. La presencia del covid ha dejado negocios muy tocados, al borde del hundimiento, sobre todo en el sector servicios, con especial incidencia en la hostelería, el turismo y el comercio, que son ejes trascendentales y motores de la economía provincial. Cientos de locales cerrados a lo largo de todo el territorio y luego reabiertos con una dudosa rentabilidad, con ingresos reducidos por la falta de consumo y gastos disparados por la necesidad de dotar de medidas de seguridad, como EPIs, a los empleados. Un confinamiento ruinoso, salvo para las industrias consideradas esenciales por las autoridades, sobre todo pertenecientes al sector agroalimentario.

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Los permisos retribuidos y los ERTE entraron en las vidas de miles de trabajadores, en algunos para resistir a marcharse, y la incertidumbre se ha adueñado de muchos empleados por cuenta ajena ante la crisis económica que acompaña a la sanitaria.

También el teletrabajo ha accedido de forma masiva a la vida de empleados y empresarios. Sin regulación y con mucho voluntarismo, tan recurrente en otros asuntos en la pandemia, esta modalidad de trabajo desde casa ha funcionado sin una norma regulatoria hasta que esta misma semana se anunció una ley del trabajo a distancia, siete meses depués de que llegará la crisis del coronavirus.

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La regulación, acordada por el Gobierno y los agentes sociales, cubre un vacío legal y establece los derechos y deberes de los trabajadores y las empresas, pero muchos conceptos, como los gastos indirectos que produce, se han dejado para la negociación colectiva. Su tramitación en el Parlamento llevará unos meses, aunque en 15 días podría entrar en vigor y los cambios, si los hay en las Cortes con las enmiendas, serían posteriores.

Compromiso social

En la actividad social y cultural Segovia también sufre. Y en esas circunstancias adversas, el compromiso social se ha hecho más visible. Nuevos nombres, como el de Maite Fuentetaja, nombrada para encabezar la organización provincial de Cruz Roja, han convivido con los objetivos agravados y agrandados en el ámbito social y asistencial por el impacto de la covid-19.

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Cáritas, por poner un ejemplo de la complicada situación de los últimos meses, ha registrado hasta un 40% más de demandas de ayuda que en un año normal. Este panorama hostil exige a las ONG redoblar sus esfuerzos humanos y de los voluntarios porque las infraestructuras asistenciales no dan para más. Bien lo saben Rufo Sanz y su Banco de Alimentos, que carecen de medios y cámaras frigoríficas para el almacenamiento de los productos perecederos, tan necesarios. Y si el dato de Cáritas es preocupante, aún más lo es el porcentaje de los hogares segovianos que se hallan en riesgo de pobreza: un 16%.

Por su parte, las administraciones públicas han visto como sus políticas sociales se adaptaban al guion exigido por el maldito coronavirus. El Ayuntamiento de la capital, como otros consistorios de la provincia, han redirigido sus programas a paliar los estragos de la pandemia mediante el refuerzo de la ayuda a domicilio o de los apoyos psicológicos. El envejecimiento de la población impone también este tipo de estrategias sobre las que la Diputación ha intensificado el que de por sí es su gran área de actuación, los servicios sociales.

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El coronavirus también ha arriado telones, apagado luces y desenchufado sonidos para dejar la actividad cultural sumida en una penumbra en la que ha relucido algún que otro destello, como la concesión del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades al Hay Festival, o los descubrimientos arqueológicos que, en el caso del Alcázar, aportan más luz sobre los orígenes de la ciudad. O la reactivación, esperemos que definitiva, del proyecto de rehabilitación del teatro Cervantes o del plan director de la Ciudad Vieja de Segovia que involucra a la Junta y al Ayuntamiento.

Segovia es ciudad de cultura, de numerosas actividades, algo que el virus ha truncado, primero, y cambiado, después, con la aplicación de las medidas de seguridad que limitan aforos y celebración de eventos.

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Los pueblos

El denominado ayuntamiento de los ayuntamientos, la Diputación Provincial, inició el año pasado una nueva etapa con Miguel Ángel de Vicente a la cabeza. El desafío: dignificar la vida en la llamada España vacía. Una tarea ingente que, entre otras cuestiones, requiere sacar de la sombra tecnológica a parte de la provincia. En este sentido, hace un año la extensión de la banda ancha alcanzaba al 34% del territorio segoviano. Ahora, en torno a 180 municipios están inmersos en el desarrollo de sus planes de instalación con la mirada puesta en el final de la legislatura, plazo que se dio el presidente de la institución para que la conectividad de alta velocidad llegue al 99% de la provincia.

El empleo, con la instalación de empresas, también adquiere un papel crucial para ganar población en los pueblos. Por primera vez, el plan de empleo de la Diputación se ha estirado hasta cubrir todos los municipios de la provincia, con una inversión de 1,6 millones de euros, que han fructificado en 350 empleos.

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Desde el punto de vista demográfico, el alfoz gana habitantes a la capital. Palazuelos, Hontanares o Trescasas son padrones que crecen con el asentamiento de familias, pero que empiezan a echar en falta infraestructuras y servicios públicos acordes a sus padrones.

Las dos grandes localidades por tamaño, Cuéllar y El Espinar, cambiaron en las últimas elecciones de color político en sus respectivos ayuntamientos. Mientras tanto, otros municipios más pequeños agudizan el ingenio para tratar de sobrevivir a la despoblación, el gran mal que asola la provincia segoviana y a la mayoría de sus 208 municipios. Unos, como Brieva, Ayllón, Pedraza o San Pedro de Gaíllos esgrimen la cultura como argumento portentoso; otros, intentan que sus proyectos industriales y empresariales les salven de languidecer, como Villacastín, Villeguillo o Santa María la Real de Nieva, y algunos ofrecen incluso beneficios a los nuevos moradores, como en Fuenterrebollo o Navares de las Cuevas.

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El año no olímpico

2020 debía ser uno de los años más especiales para el deporte segoviano, con Javi Guerra y David Llorente con billete para participar en sus primeros Juegos Olímpicos, en los de Tokio. Pero el coronavirus también ha trastocado sus planes, como mínimo, hasta el próximo verano. Pero la pandemia no solo ha afectado al atleta y al piragüista. Todo el deporte segoviano ha tenido que adaptarse a la nueva situación creada por el virus.

En fútbol, la Gimnástica Segoviana tuvo la oportunidad de pelear por el ascenso a Segunda División B en un 'play off' exprés frente a Arandina, Numancia B y Zamora. Los azulgrana estuvieron a un solo partido del objetivo, pero a puerta cerrada en el estadio de la Nueva Balastera de Palencia se encontraron con un sólido Zamora para chafar su intento de ascender. De más suerte gozó el CD La Granja que cumplió con sus objetivos gracias al covid. Sin descensos de categoría por decisión de la Federación, el conjunto granjeño, que tenía prácticamente los dos pies en la Regional, consigue una vida extra en Tercera División con la que no contaban que esperan no desaprovechar.

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En Regional, ni Unami ni Turégano tenían opciones ya de pelear por subir a Tercera, por lo que la pandemia no afectó demasiado a sus objetivos deportivos.

En balonmano, el Viveros Herol Nava también terminó antes de tiempo su primera temporada en Asobal. El conjunto de Nava de la Asunción arrancó el año con dudas y con el anuncio de la marcha de su entrenador, Dani Gordo, pero fue capaz de reconducir la situación antes de la llegada del coronavirus y tenía la permanencia en el bolsillo. Sin actividad en el pabellón, en las oficinas trabajaron de manera intensa para darle un lavado de cara a un equipo que ya ha comenzado su nueva temporada con nuevo entrenador y una profunda renovación de su plantilla.

En fútbol sala, el Cuéllar se libró de los nervios típicos de la lucha por la permanencia con el final anticipado de la competición y seguirá una temporada más en Segunda División B. No será el único equipo segoviano, ya que el Segosala –tras varias circulares y resoluciones por parte de las federaciones– logró el ascenso de categoría tras quedar campeón de Tercera División. Por su parte, el coronavirus tampoco afectó demasiado a un Unami que deambulaba por tierra de nadie en la clasificación de la Segunda División Femenina de fútbol sala.

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Por último, el coronavirus también se ha llevado por delante eventos deportivos multitudinarios ya habituales en las calles de Segovia que esperan regresar en 2021. Es el caso de la Media Maratón Ciudad de Segovia, una de las primeras pruebas deportivas que tuvo que ser suspendida, o la marcha cicloturista Pedro Delgado.

La economía, el compromiso social, las actividades culturales, la situación de los municipios de la provincia y los deportes son los espejos en los que se refleja Segovia en un año en el que un virus nos ha cambiado la vida.

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