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Los segovianos que hace menos de dos décadas subían durante las horas previas a la Nochebuena a los bares de la Plaza Mayor no podían imaginarse en que ha evolucionado aquella costumbre. Con el paso de los años, cada vez más y más personas decidieron pasar la tarde del 24 de diciembre en el principal punto de encuentro de Segovia. La costumbre fue creciendo, se convirtió en fiesta y ha llegado a transformarse en uno de los eventos más esperados del año por parte de los vecinos de la ciudad.
Más de 4.000 personas, según las estimaciones iniciales del Ayuntamiento de Segovia, se han dado cita este martes para celebrar la ya conocida como Tardebuena. Una cifra que, seguramente, sea incluso mayor, ya que el trasiego de personas a las inmediaciones de la Casa Consistorial ha sido constante durante toda la tarde. Y las ganas de celebrar las horas previas a la Navidad no se han concentrado únicamente en la plaza. La Calle de los Bares también ha estado abarrotada de personas y otros entornos cercanos, como la plaza de la Rubia o la calle Escuderos, también han registrado numerosos grupos dispuestos a pasar con amigos o familiares una de las tardes más esperadas del año.
El primer balance de la Policía Local de Segovia habla de una jornada sin incidentes reseñables. Es decir, no se han producido grandes altercados en una de las citas que más riesgo entraña, tanto por el número de personas que se concentran en un mismo punto como por la ingesta de alcohol desde primera hora de la tarde.
Pero con un dispositivo muy similar al de las Ferias y Fiestas de San Juan y San Pedro, la Tardebuena se ha desarrollado según lo previsto. Aunque la música de los a DJ's contratados empezaba a las 15:00 horas, desde mucho antes la Plaza Mayor tenía un ambiente de vermú mucho mayor que el de otros fines de semana. En el resto del casco histórico casi todos los caminos conducían a la plaza, por lo que era fácil encontrar cada minuto varios grupos de personas que se dirigían a la Plaza Mayor. Lo mismo ocurrió con los autobuses urbanos, que llegaban llenos en la mayoría de los casos a la parada ubicada en la calle Colón.
Los abrazos y los besos entre amigos y familiares que llevaban semanas o meses sin verse también se han convertido en una tradición de la Tardebuena, una celebración que sirve de reencuentro entre segovianos que pasan la mayor parte del año lejos de la provincia. Tampoco faltan los disfraces, los cuernos de reno o los gorros de Papá Noel, indumentarias que cada vez se ven con más frecuencia en Segovia la tarde del 24 de diciembre.
Con el escenario ubicado este año más cerca de la Catedral, el espacio hasta la fachada del teatro Juan Bravo no tardó en llenarse de gente dispuesta a bailar y disfrutar con la música. Y aunque el Ayuntamiento había pedido que este año la temática fuera algo más familiar, las canciones –salvo algún villancico– estaban orientadas para un público juvenil. No obstante, sí que se pudieron ver familias que acudieron a la Tardebuena con carritos de bebé. El primer contacto de nuevos segovianos con la Tardebuena.
Con la plaza llena en su parte más próxima al Ayuntamiento, las colas para poder pedir bebida en los bares situados en los soportales pusieron a prueba la paciencia de camareros y clientes. También hubo que esperar en muchas ocasiones para poder hacer uso de los aseos públicos portátiles instalados por el Ayuntamiento.
Hasta que a las 19:00 horas se apagó la música. Pero no con ello las ganas de fiesta de los segovianos. La gran mayoría emprendieron el camino de vuelta a sus casas, donde sus familias esperaban para iniciar la cena de Nochebuena. Pero no fueron pocos los que alargaron la tarde de festejos en los garitos de la Calle de los Bares o de la plaza de la Rubia, dispuestos a aprovechar el mayor tardeo del año como una de sus mejores oportunidades de negocio.
Mientras, la Plaza Mayor fue poco a poco vaciándose al mismo tiempo que los servicios de limpieza y recogida de residuos del Ayuntamiento de Segovia procedían a retirar los kilos y kilos de residuos –sobre todo plástico, ya que había control de acceso con vidrio a la plaza– depositados sobre el suelo. Para evitar incidentes varias patrullas de la policía siguieron su labor, que se desarrolló sin problemas para dejar la plaza vacía y sin rastro de haber acogido una de las fiestas del año.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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