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El jugador número 12, la afición, se ha vuelto a concentrar ante el Acueducto de Segovia para arropar a la Roja en su andadura por la Eurocopa. Esta vez, la meteorología, el cruce de octavos de final y la jarana que aún respira la ciudad en la recta final de las Ferias y Fiestas de San Juan y San Pedro se han conjurado para que el Azoguejo presentara una nutrida entrada de público, que ha 'in crescendo' en cantidad y decibelios conforme caían los goles de España.
Una inmensa mayoría de camisetas rojas de la selección que dirige Luis de la Fuente ha jaleado, aplaudido hasta sonrojar las palmas de las manos y hasta ha hecho intentos de ola para empujar a los jugadores en su cruce contra los georgianos. Todavía con la luz del día, la pantalla gigante instalada bajo la terraza de Santa Columba atraía a aficionados que tomaron posiciones para seguir el encuentro. No se habían cumplido los veinte minutos de choque y un suspiro resonó en medio de la incredulidad de los hinchas. Gol en propia meta.
Pese al golpe, los aficionados segovianos confiaban en la remontada. No tardaron mucho en cantar el primero de los tantos, el del empate y que catapultó la animación. Banderas españolas ondeando ante el Acueducto, brazos al cielo, abrazos interminables, algún brindis en las terrazas y a pedir más madera. Y esos deseos se cumplieron en Colonia, como si los chicos de la Roja hubieran escuchado las arengas lanzadas desde el corazón de la ciudad.
La celebración del segundo tanto, el que certificaba la remontada, subió un nivel la escala de ruido y de la alegría de los congregados, que también sumaron efectivos a la causa según pasaban los minutos. Muchos que pasaban por el lugar, desprovistos de camiseta, bandera y e pinturas rojigualdas, se quedaron a seguir las evoluciones en la pantalla imantados por el jaleo de los hinchas. El escenario previsto para los conciertos de este lunes y martes también sirvió para que parte de la afición elevara los ánimos, que se desbordaron con el tercero y el cuarto de los goles de España.
Las decenas de aficionados, entre los que se podía ver una bandera de Georgia, estallaron en júbilo con cada tanto y con el pitado final. «¡Estamos en cuartos!», gritaban algunos de los congregados, que esperan ya el cruce con los anfitriones, Alemania.
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Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Doménico Chiappe | Madrid
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