Segovia dispara las reservas hoteleras hasta el 70% con preferencia por las piscinas

El primer pronóstico de la temporada estival arroja cifras similares al anterior ejercicio, cuando Segovia se situó como la capital con mayor número de pernoctaciones por viajero en la región. Este liderazgo podría ser revalidado en los próximos meses, ya que la provincia ha aumentado en mayo su capacidad de plazas hoteleras en un 33% respecto al mismo periodo de 2022. Son casi 1.400 nuevas camas ofertadas, lo que amplía la disponibilidad a más de 5.600 reservas.

Los meses que ahora comienzan firman la recuperación del sector hotelero con la inauguración o reapertura de al menos 25 establecimientos, hasta los 115, respecto al año anterior, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). «Segovia no es una zona de playa, pero seguimos teniendo mucho turismo», afirma la responsable de Hoteles de la Asociación de Empresarios de Alojamiento, Hostelería y Turismo de Segovia (Hotuse-Aihs), Casilda Giráldez.

Según explica, la provincia no tiene una temporada «alta» y una temporada «baja». No entra dentro de los cánones que sí atañen a otros puntos turísticos. Esto se debe a que registra un número de visitantes constante durante los meses de calor y grandes repuntes en los fines de semana de los meses de otoño, primavera e invierno. «En junio, julio, agosto y septiembre el trabajo es continuo», refiere la delegada hostelera, a la vez que concreta que la ocupación media en estos meses de verano es del 70%.

Mientras que de noviembre a marzo la media de reservas se mantiene en el 40%, en el periodo de más calor el porcentaje se duplica. «En agosto y septiembre algunos hoteles superan el 80% de ocupación», lo que supone un dato superior al anotado generalmente en julio, subraya Enrique Cañada, representante de los hoteles agrupados en Fes Turismo (Festur).

Según las primeras estimaciones, la actividad hotelera Segovia en los próximos meses será similar al verano del año anterior. Es decir, «será bueno», valora Cañada. No por ello será una labor fácil. «A raíz de la pandemia hay menos cliente internacional y el viajero nacional siempre es más difícil porque exige más... Van a ser meses muy duros para nosotros», aclara. «El turismo de interior está subiendo», sostiene Alberto López, gerente del Hotel Cádido.

La provincia recibió en mayo la visita de casi 30.000 españoles y 9.191 personas extranjeras. Esta última cifra tiende a la recuperación, pero todavía no alcanza las máximas previas a la pandemia. Son muchos los hábitos que se asentaron desde la llegada del virus, como es reservar con poca antelación o la preferencia por los espacios amplios, al aire libre, y alojamientos más familiares o reducidos.

En esta ocasión, Giráldez observa que los visitantes priorizan los hoteles nutridos con todos los servicios sobre las casas rurales o apartamentos turísticos. «Es un ligero cambio, aunque pequeño», defiende. Ya no hay grandes diferencias respecto a los dos años anteriores. «Todo ha vuelto a la normalidad y se ha recuperado lo que había», añade.

Estas últimas modalidades de alojamiento «se están cogiendo mucho menos que el hotel», declara, lo que indica que los turistas «vienen a descansar y quieren que se lo den todo hecho». No quieren cocinar ni limpiar, de ahí que los servicios más demandados sean los de establecimientos de tres y cuatro estrellas «indistintamente», matiza la representante de Hotuse.

Otra de las preferencias que ha marcado tendencia este año es la piscina. Por su clima e infraestructuras, no es habitual que los hoteles segovianos cuenten con este servicio, sobre todo en la ciudad. A la hora de decidir sobre un establecimiento u otro, tener un espacio para el baño no siempre es determinante. «No supone un problema para el resto de alojamientos que no lo tienen», asegura Giráldez.

El turismo en la provincia es fundamentalmente cultural y la piscina supone «un plus». No obstante, la representante de Hotuse observa un mayor interés de los turistas por reservar en hoteles que tengan este valor añadido. «Hemos notado que los que tienen piscina mejoran mucho la ocupación», advierte.

La zona de baño es un «arma de venta muy importante para el verano», ratifica Alberto López, que presta este servicio desde junio a mediados de septiembre salvo excepciones. Según considera, es un producto cada vez más solicitado a partir de la pandemia. Las olas de calor también han fraguado en el imaginario colectivo sobre todo de familias que buscan otra alternativa al ocio de sus hijos. «Muchas de ellas aprovechan para hacer turismo sobre todo por la mañana y en el rato libre de por las tardes van a la piscina», manifiesta.

Es un aspecto diferencial del que gozan apenas media decena de hoteles en la ciudad. «Los que la tenemos siempre estamos apartados, es inviable para los hoteles más urbanos contar con un gran jardín y espacio de baño: es algo imposible», declara el gerente de Hotel Cándido.

Para suerte de los hosteleros, la covid también marcó un antes y un después en el disfrute del ocio. Después de los largos meses de confinamiento e incertidumbre, «la gente no prescinde de los viajes», dice Cañada. Es más, «hay mucho movimiento», añade el representante de Festur. Este es un aspecto que ha causado cierta sorpresa en el gremio, ya que la inflación no jugaba a su favor.

«Las vacaciones son sagradas», considera la delegada de Hotuse aún cuando la pernoctación media se sitúa este verano entre los 80 y 90 euros cuando hace un año el abanico se ubicaba entre los 70 y 80. Es una subida aproximada del 10% en un contexto donde el índice de precios hoteleros se sitúa en 115 en la región, casi veinte puntos más que en 2021.

«Están caros, y eso que hemos tratado de repercutir lo menos posible en el cliente, ya que no se puede permitir una subida considerable», explica Giráldez. No se escatima, pero sí se adapta el presupuesto. «Si no les permite irse muy lejos, se quedan más cerca, pero sí organizan un viaje», apostilla.

A su juicio, más que aumentar las tarifas -que están definidas por la competencia-, los hoteles han intentado reducir los gastos, aunque los márgenes de beneficio luego «sean inferiores», señala Cañada. «No llegamos a cubrir las subidas» y eso que «estamos haciendo un esfuerzo tremendo para que la cuenta final no aumente», reconoce Giráldez.

El verano anterior finalizó con unos datos positivos en el conjunto de la provincia, pero los hoteleros ansían «hacer el agosto» de 2021, cuando el grado de ocupación por plazas se mantuvo en el 54,8% y batió récord de visitantes con más de 62.000 en tan solo un mes, lo que supone el 41% del conjunto de población. Incluso superó a la anotada antes de la pandemia.

Por otra parte, abril fue un mes fructífero al alcanzar el 52%, mientras que en mayo testimonió una caída hasta el 39% de la ocupación hotelera, según los datos del INE. La caída no preocupa en el gremio hotelero. Es el mejor dato de viajeros en el periodo primaveral desde 2019, lo que despierta esperanza para los meses de más calor en un sector que ocupa a día de hoy a más de 600 personas.