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El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha revisado a la baja el padrón de la provincia de Segovia a fecha de 1 de enero de 2023. El reajuste se produce dos semanas después de que el organismo iniciara una nueva serie de publicaciones, que verán ... la luz cada diciembre, con las cifras de la población residente en España al primer día de cada ejercicio. Si bien esas cifras eran oficiales, «con un gran detalle territorial», según reza la leyenda de la propia entidad estatal, las que ahora difunde sobre el empadronamiento llevan el marchamo de «definitivas».
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César Blanco Elipe
La falta de coincidencia obedece a que se usan distintos métodos para contabilizar la población. Por un lado está el censo. Por otro, el padrón. Los últimos datos conocidos corresponden al padrón municipal, un registro administrativo que llevan a cabo los ayuntamientos, de los que además depende su formación, mantenimiento, revisión y custodia.
Hecha la matización, la diferencia entre unas cifras y otras no es abultada ni altera la demografía de Segovia; pero hay destellos que iluminan algunas novedades que el tiempo se encargará de consolidar o de difuminar. La revisión resta en total 74 habitantes, por lo que la provincia se queda en 155.258 vecinos. Esa es la población con la que empezó a arrancar hojas del calendario de 2023. Pese a la tibia reducción, la tendencia no cambia. La curva de la evolución sigue siendo ascendente con respecto al curso justamente anterior. En doce meses, el conjunto del territorio segoviano sumó 1.527 personas.
Una de las novedades más destacables en el ajuste del INE se localiza en la capital. Y es que la actualización alumbra un aumento de población algo más llamativo de lo que parecía en el censo. Los números definitivos dicen que la ciudad del Acueducto empezó el año que termina con 51.011 habitantes, lo que supone una ganancia de 85 vecinos con respecto al censo de hace dos semanas.
También significa recuperar y rebasar la barrera de los 51.000 residentes tras perderla en 2022. Pero sobre todo, los datos dan fe de un salto demográfico, un empujón de 209 empadronados a mayores de un año a otro. Es un ritmo medio de crecimiento de cuatro vecinos nuevos cada semana.
Otro destello que sobresale en la revisión es que el 'boom' residencial del alfoz se contiene. Continúa ganando habitantes, pero pierden algo de fuelle los incrementos que han poblado municipios del cinturón metropolitano como Palazuelos de Eresma, Real Sitio de San Ildefonso, La Lastrilla, San Cristóbal de Segovia, Torrecaballeros, Espirdo, Valverde del Majano, Trescasas y últimamente Bernuy de Porreros u Hontanares de Eresma. En conjunto, el INE incluso ajusta a la baja el empadronamiento definitivo en el alfoz frente al censo que publicó hace dos semanas.
Salen ganando La Lastrilla, Espirdo, Real Sitio y Valverde. Sin embargo, sus nuevos residentes son insuficientes para enjugar la actualización en negativo del resto de localidades, entre las que sobresale San Cristóbal de Segovia con 29 empadronados menos.
La realidad demográfica de estos municipios que han crecido alrededor de la capital segoviana sale mejor retratada si se tira del hilo de su evolución. A finales del siglo pasado y principios del actual, familias jóvenes se asentaron en ellos atraídas por nuevos complejos residenciales y promociones de viviendas. Para muestra, el botón de Palazuelos de Eresma. A 1 de enero de 2023, su padrón lo conformaban 5.830 personas. Hace unos años superó a San Ildefonso como la tercera localidad, sin contar la capital, más grande del territorio segoviano. El Espinar y Cuéllar están muy por encima, con 9.814 y 9.608 vecinos, respectivamente. Ambos han salido ganando en el ajuste. Si se echa la vista veinte años atrás, el vecindario palazolense apenas superaba los 2.000 residentes, lo que quiere decir que en dos decenios casi ha triplicado su población.
Con un padrón más modesto en cuanto al número, la palma del crecimiento demográfico en el alfoz se la lleva Hontanares de Eresma, que en esos mismos veinte años ha pasado de 209 moradores a contabilizar más de 1.600. Casi ha multiplicado por ocho su censo.
En contraposición a esta expansión, comarcas más periféricas y distanciadas de la capital sucumben al envejecimiento y a una paulatina despoblación. La diáspora de jóvenes (y no tanto) forzados a abandonar sus lugares natales para forjar sus futuros ha ido vaciando pueblos en el nordeste, en Tierra de Pinares o en la campiña. Pese a ello, hay poblaciones que resisten. En veinte años, el tiempo parece no haber pasado en Cantalejo, por ejemplo. A fecha de 1 de enero de 2023, la ciudad briquera registraba 3.546 habitantes, tan solo tres más que un lustro atrás y cuatro más que en 2003. Sin embargo, su padrón ha vivido momentos más esplendorosos en los que se superaron los 4.000 vecinos, como ocurrió en 2012.
En la campiña se acusa más la erosión demográfica. Su cabecera, Santa María la Real de Nieva, se ha dejado por el camino de los últimos dos decenios el 33% del vecindario que lo habitaba cuando el siglo XXI daba sus primeros coletazos. De tener más de 1.330 residentes a no llegar a los novecientos cuando 2023 empezó a deshojar su calendario.
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