Segovia aspira a compartir el récord turístico veraniego con los destinos de costa

Nadie en el sector se atreve a hacer una predicción certera. La inflación ha hecho mella en la actividad económica de los alojamientos y restaurantes, a lo que se suma el cambio de hábitos y las variaciones que presenta el perfil de los turistas. No obstante, todo apunta a que se producirán masificaciones en las jornadas clave -del 15 de julio al 15 de agosto- en las localizaciones con mayor popularidad en la provincia, como es la capital o municipios pintorescos reconocidos a escala nacional.

Las previsiones que hacen los representantes en el sector son «muy buenas». Igualar el verano de 2023 está prácticamente garantizado, el objetivo ahora es superar los datos registrados. En dicho periodo, «la gente prefirió irse a la costa y, aunque aquí no faltó gente, no hubo récord», declara el presidente de la Asociación de Empresarios de Alojamiento, Hostelería y Turismo de Segovia (Hotuse), Jesús Castellanos. «Esperamos que la situación se normalice un poco más y todo se reparta», remarca. O, al menos, esperan recuperar las cifras de 2019. «Serán parecidos», vaticina.

Si la evolución del primer semestre tuviera continuidad en el tiempo, los resultados serían mucho mejores que el anterior verano. «Seguro que van a serlo, pues ya llevamos un año muy bueno en lo que respecta al turismo, estamos trabajando de lunes a domingo», advierte la presidenta de Festur (Fes Turismo), Rocío Ruiz. Muchas de las pernoctaciones que tienen lugar desde junio a agosto se corresponden con paradas intermedias que realizan los viajeros en sus desplazamientos a la playa. «Muchos de los clientes son de paso, vienen un día, hacen noche, disfrutan de la gastronomía y se van: es un turista muy bueno», considera.

Todo ello pese al aumento de los precios. Por ejemplo, los alojamientos en la provincia se han encarecido entre un 15% y 20%, calcula Castellanos. Es un hecho que sirve de argumento para ilusionar al sector. «Si suben es que hay demanda, y eso es muy positivo», estima. En los destinos de costa, el incremento se alza por encima del 30%. Las cartas en los comedores también son más caras. «La inflación nos está destrozando: no solo vemos que se mantiene, sino que va a peor, y eso complica hacer los negocios rentables», advierte.

Las dificultades económicas se constituyen aún así como una oportunidad para el medio rural. Los meses de más calor no suelen beneficiar al turismo en los pueblos. «Es la época más floja, salvo en aquellos alojamientos que tienen piscina o están cerca de zonas de baño», concreta el presidente de la Asociación de Turismo Rural y Activo en Segovia, Gerardo Otero.

A diferencia de otras campañas, hay una tendencia que se ha implantado. Los bolsillos están más vacíos, es algo «que se nota». Esto conlleva que muchas personas que antes se iban 15 días a la playa ahora hayan rebajado estos viajes a una semana, lo que se combina con escapadas de cuatro días al medio rural, pues es más barato. «Es una importante variación», sostiene. El cambio de hábitos permite no solo llenar los alojamientos de la provincia durante los fines de semana, sino también sumar pernoctaciones a diario.

Por el momento, hay más «tirón» en agosto que en julio, lo que se atribuye a las fiestas patronales de los pueblos y el mayor número de eventos programados. «Muchos se vienen toda la quincena», señala. Sin importar el periodo, hay días marcados en el calendario para los hosteleros de algunos municipios, como es el concierto de Las Velas en Pedraza. «Una buena media mensual sería estar en torno al 30% de ocupación, lo que supondría tener reservas todos los fines de semana; en julio no se va a llegar a eso, rondaremos el 20% y 25%», admite.

Los turistas tienen preferencia por casas más pequeñas, ya que «vienen en familia o en pareja». Y esperan hasta el último momento para planificar las vacaciones. «Pueden llamar un jueves para venir un viernes», asume Castellanos, lo que dificulta acertar en gran medida en la predicción. «Eso nos obliga estar un poco a la expectativa,», subraya Otero.

El visitante internacional ya supone una parte muy importante de los viajeros que, en su conjunto, llegan a abarrotar la capital. «La verdad es que tenemos muchos clientes de otros países», declara Ruiz. Entre las múltiples procedencias, destacan la latinoamericana y la asiática, que poco a poco recupera el terreno perdido tras la llegada del virus. «Es un público que quizá no se queda a pernoctar en Segovia. Vienen desde Madrid, están un día y se vuelven», detalla. Ese no es el perfil que se aloja en los hoteles, pero sí se hace notar en la restauración.

El presidente de Hotuse pone el punto de mira en este tipo de turistas. «Están llegando muchos visitantes que se bajan del autobús, dan un paseo, colapsan la ciudad y se van sin aportar absolutamente nada», critica. Las quejas por grandes grupos de personas que conocen de la mano de los guías la Calle Real han proliferado en los últimos meses. «Es algo que hay que controlar, hay que vigilar la masificación que no tiene una repercusión económica», defiende. Una de sus propuestas para resolver esta encrucijada es «cobrar una tasa» a esta modalidad específica de turismo.

En cualquier caso, la hostelería vive un momento histórico. «Debemos estar orgullosos de cómo estamos trabajando en Segovia». El nivel de satisfacción de los usuarios «es altísimo», confirma la representante de Festur. Se avecinan semanas de trabajo sin descanso.