Segovia
Tres de cada diez alérgicos tratados en el hospital lo son al polenSalud ·
Las gramíneas son la causa más detectada en un departamento que cada vez trata más intolerancias a alimentos o medicamentosSegovia
Tres de cada diez alérgicos tratados en el hospital lo son al polenSalud ·
Las gramíneas son la causa más detectada en un departamento que cada vez trata más intolerancias a alimentos o medicamentosLos diagnósticos de alergias son directamente proporcionales al desarrollo de métodos para detectarlos. Es natural que el paso del tiempo haga que afloren más alérgicos, pero lo llamativo es que los factores ambientales –especialmente la contaminación– generan perfiles cada vez más complejos. «Lo que ... vemos es que cada vez tenemos más pacientes y que esos pacientes cada vez tienen más patologías. Antes veías un paciente con alergia al polen, pero ahora asociando otras alergias, tanto ambientales como alimentarias o de otro tipo», explica Lola Herrero, médico adjunto en el departamento de Alergias del Hospital General de Segovia.
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De las 1.481 consultas atendidas el año pasado, el 30% estuvieron relacionadas con el polen; entre ellas, el 85% correspondieron a afectados por gramíneas, la marca blanca de las alergias estacionales.
El aumento de las personas aquejadas se explica porque hay más herramientas de diagnóstico y porque hay más causas que las activan. «Ahora les mandan más, porque antes el médico de cabecera le daba un antiestamínico a un polímico y ya está», señala Herrero. El objetivo es identificar qué alergia tiene y qué tipo de polen es el causante. Ello se une a los factores externos. «La contaminación hace que los alérgenos ambientales sean más patógenos», matiza la especialista. Algo a lo que se suma el cambio climático, los niveles de lluvia, que haya más o menos tormentas o las variaciones bruscas del frío al calor, factores que pueden agravar los síntomas.
1.481 consultas
atendidas por el departamento de alergias del Hospital General durante el pasado año
El primer reto es que el paciente llegue al sistema. «Es difícil. Todo lo que estornuda es una alergia. Muchas veces el paciente viene con esa idea y no es así», afirma Lola Herrero. A la hora de desgranar los síntomas, habla de estornudos, picor nasal o mucosidad, compatibles también con un catarro. «Normalmente, la alergia se caracteriza por picor y moco líquido. El moco que luego se vuelve más espeso y coge color no va a ser una alergia. Luego hay de todo, muchas veces te confundes hasta tú mismo», pone de manifiesto la médico adjunta del departamento del complejo asistencial segoviano. Otro factor concluyente es la estacionalidad de esos cuadros. «No vale que este año me pase en junio, al siguiente en febrero y al otro en agosto». O por la exposición a ambientes: mucho polvo, gatos o lugares muy húmedos.
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El clima también ha cambiado las reglas. «Cada vez llueve menos y en realidad hay menos polen, porque necesita ese ambiente húmedo para que luego puedan florecer las plantas. El cambio climático puede modificar las floraciones, incluso hemos tenido algún año en que la arizónica ha florecido dos veces», añade.
Lola Herrero
Médico adjunto del departamento de Alergología del Hospital General
La vía de entrada al sistema es a través del médico de cabecera, que deriva al paciente para el diagnóstico. «Muchas veces con las pruebas cutáneas tienes un diagnóstico; si no es claro, podemos pedir unos análisis para confirmarlo o ver los niveles de ese alérgeno», revela la doctora. A partir de ahí, se decide el tratamiento, que puede ser sintomático o más específico, como una vacuna, una decisión que dependerá de los síntomas y de cómo percibe el paciente su enfermedad.
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«Hay gente que lo pasa muy mal y decidimos la vacuna si el tratamiento no lo controla; otra te viene ya de entrada diciendo que quiere vacunarse», señala. Es la solución a varios años de afectación sin lograr poner coto a los síntomas.
La especialista subraya que no existe el concepto de alergias a químicos, sino el de sustancias irritativas que afectan al paciente. «Aquí la gente viene diciendo que es alérgica a la lejía y no es así», asegura. No es el único diagnóstico en auge. «Estamos viendo cada vez más alergias alimentarias, hay muchísimas, hay alérgicos a casi todos los alimentos». Empieza desde los niños que se hacen alérgicos a leche y al huevo, aunque la mayoría de los casos suelen remitir a los cinco o seis años. No dejan de ser alérgicos, pero toleran los alimentos. El abanico incluye desde alergias a frutas hasta a frutos secos, responsables de la mayoría de los casos. También pescados –el anisakis es muy frecuente– o mariscos.
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La ley de las alergias es que para saber que existe hay que probarlo. «Las pruebas no pueden predecir una alergia, lo que hacen es confirmar que esos síntomas que tú tienes son por eso», explica Lola Herrero. Un ejemplo claro son los medicamentos, otra de las alergias en auge. «Se utilizan mucho». Lo mismo ocurre con venenos para avispas o abejas. O las causadas por el contacto con cosméticos o metales. «Vemos de todo», concluye.
Cada alergia tiene su periodo, así que el calendario es una sucesión de amenazas, desde las arizónicas, un polen que florece a finales del invierno. «En nuestro medio las más importantes son las gramíneas, que suelen ser en mayo o junio», especifica Lola Herrero, médico adjunto del departamento de Alergología en el Hospital General. Cada vez afectan más los derivados del olivo, sobre todo el fresno, el lilo o el aligustre, que suelen darse entre marzo y mayo. El plátano de sombra tiene una clara estacionalidad en abril. El roble y la encima también actúan en primavera; la salsola, en expansión, afecta en julio y agosto, la misma época que el 'chenopodium'. Por su parte, los ácaros son más otoñales –también en primavera– porque afloran en ambientes húmedos y templados. «Las épocas peores, con más pacientes, son mayo o junio y luego tenemos muchos de arizónica en febrero», detalla Lola Herrero. El tratamiento de las alergias es un ámbito que ha ido ganando peso dentro de la medicina. «La gente cada vez tiene más salud y se preocupa más por cosas de las que antes no se preocupaba», explica la doctora. «Hace cuarenta años, si estornudabas te preocupabas menos que si te dolía el pecho», relata la especialista.
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