Explicó la alcaldesa que el motor tiene que ser el Centro de Innovación y Desarrollo Empresarial (CIDE), el edificio del CAT que ocuparán el próximo verano las ocho primeras empresas, entre ellas Indra, tractor a su vez para crear un polo de atracción de recursos económicos y de nuevas empresas. Y en esta búsqueda del éxito, el Ayuntamiento de Segovia apuesta «por lo cualitativo», destacó Luquero, por las oportunidades que traerá la digitalización y por la retención del talento, el de hombres y mujeres, para romper también la brecha de la igualdad.
Para centrar las tres cuestiones, la jornada tuvo tres ponentes: Belén Arcones, directora general de IMF Business School; Mónica Guardado, directora general de AFI Escuela de Finanzas, y Luis Huete, profesor de IESE Business School.
El edificio del CIDE, la apuesta de Segovia por el conocimiento y la digitalización
El foro lo cerró el concejal de Innovación, Jesús García Zamora, tras la mesa redonda en la que los tres ponentes remarcaron la necesidad de imponer cuotas femeninas en la gestión del talento, porque «son necesarias para la igualdad», como indicaron Mónica Guardado y Belén Arcones, y también cuatas 'de colores', dijo Luis Huete, para que haya un equilibrio en las cualidades de los profesionales y evitar el riesgo de que existan sociópatas cuando no se logra. Y con una premisa primordial que señaló Guardado, que «los valores deben ejemplificarlos los directivos de las empresas». Fue menos optimista Huete que sus compañeras de escenario al hablar de las posibilidades de futuro del CIDE de Segovia –porque «el talento va donde hay talento»–, pero ellas destacaron que «la iniciativa de atraer empresas es fundamental» y la «palanca necesaria es una formación de calidad y de vanguardia», con la ventaja de estar a 25 minutos de Madrid en AVE. En esta línea se enmarcar la afirmación final de García Zamora al «reivindicar el papel de la política y de los políticos», que además subrayó que en los ayuntamientos hay «gente muy honrada que trabaja de forma altruista porque creen en el bien común», incidió en que Segovia tiene la suerte de estar «alejada de la corrupción» y ha realizado una «apuesta por el conocimiento y la digitalización» que «es mucho más que un edificio; es una apuesta por retener el talento y atraerlo a una ciudad magnífica y segura, con universidades públicas y privadas y una oferta cultural impresionante».
En femenino. Formar en igualdad en cualquier ámbito
Belén Arcones, una de las cien mujeres más influyentes de España, centró su ponencia en este aspecto concreto, en el talento femenino. Aunque en su intervención precisó que «el talento no tiene ni género ni sexo», y a pesar de que según un informe de la OCDE, la desigualdad de género es una realidad en 34 de los 38 países; solo en los del norte de Europa, y en especial en Filandia, es una desigualdad mínima. Una realidad también es que los hombres tienen una mayor tasa de empleo, a pesar de las mujeres con estudios superiores son mayoría. Por eso, «necesitamos un profundo cambio social» para aprovechar la formación de las mujeres, para acabar con la vulnerabilidad que implica la brecha salarial (su retribución bruta es un 23% inferior y el 72% tienen contratos a tiempo parcial, mientras que solo ocupan el 27% de los puestos directivos) y para terminar con la tendencia de que las mujeres trabajen en sectores donde se gana menos.
Ese cambio, incidió Arcones, requiere pasar a la acción, «formar en igualdad en los ámbitos públicos y privados», romper esquemas, favorecer la corresponsabilidad en la conciliación, dar visibilidad a las mujeres y valorar los méritos; es decir, implantar normas de igualdad. Porque el análisis previo indica que una de las causas de la desigualdad es que «la educación no está basada en la igualdad», otra, que hay «un marcado estigma social» y, con profesiones masculinizadas y feminizadas, «las chicas buscan las de utilidad práctica con beneficio social» antes que las tecnológicas. Y el dato es esclarecedor: en empresas de tecnologías de la información y la comunicación en Europa hay un 30% de mujeres, mientras que en España solo el 18%.
En la sociedad actual, indicó, hay una falta de referentes femeninos y desgranó razones para contratar a mujeres. La primera, por su gran capacidad para solucionar problemas y hacerlo de forma ágil; otra, que generan un «gran clima laboral», y además tienen «gran capacidad de liderazgo, de ser multifoco y para comunicar» y porque aportan diversidad a los equipos directivos, junto a un alto nivel de exigencia y rigor.
Hay otras. Un estudio del Instituto Peterson para la Economía Internacional indica que las empresas con un mayor número de mujeres son más rentables. «Y sobre todo porque hay que cumplir el artículo 14 de la Constitución», añadió, el que establece el principio de igualdad. También porque un informe del Foro Económico Mundial dice que aún tardaremos 217 años para acabar con la brecha salarial, y porque, concluyó con una cita de Fernando Birri, «la utopía está en el horizonte», que se aleja con cada paso, «y la utopía sirve para caminar».
El reto de la revolución 4.0. Realidad y formación permanente
Mónica Guardado incidió en esta última cuestión en su ponencia sobre 'El talento como principal ventaja competitiva en un entorno digital'. Profesora y a la vez directiva empresarial, subrayó que «los cambios se consiguen llevando a cabo acciones, caminando», y al hablar de la revolución digital destacó que no es Internet lo que ha cambiado las cosas, sino «la aparición de los teléfonos inteligentes en 2008», y España es uno de los países donde tienen mayor grado de penetración. Esta revolución digital que «ha cambiado el ritmo de adopción de los inventos» (Facebook tardó cuatro años en tener 50 millones de usuarios, la tablet, año y medio, y el juego 'Angry birds' solo 35 días, explicó) supone que en un minuto Google realice dos millones de búsquedas, y «ha irrumpido en nuestras vidas sin que nos demos cuenta», de tal manera que ha cambiado los paradigmas de consumo, que «estamos permanentemente conectados, somos autogestores en compras y servicios y buscamos simplicidad e inmediatez».
Experta en formación para el mundo financiero, Guardado destacó que el 75% de los 'milenials' creen que en cinco años la forma de pago no será con dinero físico. «La revolución 4.0 afecta a todos los sectores, y ya es la realidad en la que vivimos», dijo. Pero supone otros retos porque «los perfiles de los profesionales cambian, cada vez se demandan competencias de más alto nivel», y eso obliga «estar permanentemente formados». Es decir, una respuesta a la pregunta de si hay un componente genético en el talento, y con la premisa de que «hay que incorporar la diversidad de género», sería que «con el talento se nace, pero también se forja y se gestiona». Así, en el entorno digital que exige profesionales multidisciplinares altamente cualificados y «muy al día en un entorno cambiante», señaló Guardado, «el reto de las empresas es gestionar el talento».
De ahí que, en una sociedad donde las pymes tienen una oportunidad mayor con el uso de las tecnologías, que pueden «hacer más con menos» (y eso, explicó, «solo se hace con talento, con imaginación»), las aptitudes más buscadas por las empresas sean el compromiso, la apertura al aprendizaje, el manejo de al menos un segundo idioma, la capacidad de adaptación a los cambios, poder trabajar bajo presión en cualquier ambiente, poseer conocimientos transversales, capacidad de negociación y de trabajar en equipo y la búsqueda de la innovación constante. Y el reto es también saber combinar las cualidades de los jóvenes con el conocimiento que poseen las personas con experiencia, los talentos senior.
Los colores del talento. Equilibrio y gestión personal
Luis Huete, que además de profesor es escritor y uno de los pensadores de referencia en el ámbito de la gestión empresarial, expuso en su ponencia sobre 'Los 'colores' del talento y otras claves de su gestión' las cuatro características que ha de tener, en mayor o menor medida, un profesional del siglo XXI, asociadas cada una con un color; con el rojo, de productores, personas que priorizan el qué y el cuándo, que lleva a ser hábil; el azul, de ser un buen administrador, analítico, de profundizar en las cosas con rigor y prudencia, que permite los cómo; el verde, integrador, que favorece el trabajo en equipo, personas que escuchan y generan confianza, y el amarillo, el de personas con capacidad de visionar, de soñar, emprendedores que son comunicativos y dedicadas al para qué.
Este es el resumen, si bien Huete concretó que «cualquier persona que quiera tener futuro tiene que tener dos de estos talentos», que combinados en una proporción adecuada equilibran la mirada a corto y largo plazo y la planificación con la ejecución de los proyectos. Y hay varias máximas aplicables. La fundamental, que «toda persona, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro», y junto a esta la de que «no soy producto de mis circunstancias, sino de mis decisiones», considerando además que «el mundo de la formación reglada se ha acabado» y que «el mundo es de quien tiene iniciativa».
Para el profesor, los ingredientes del talento son los conocimientos, las competencias o habilidades, las actitudes y la psicología personal, y el talento se configura así como «un mecanismo de generación de oportunidades», aunque es necesario un «equilibrio entre la calidad de relaciones y la competencia profesional» y el talento «es trabajar ambas».
En un mundo en el que la tecnología digital «va a generar brechas importantes», con un gran impacto en los trabajos rutinarios o hechos con las manos y los que se realizan con la cabeza, y el riesgo de la digitalización es que «puede hacer que el mercado laboral se bipolarice» entre quienes más y menos ganan, los trabajos menos cualificados y los que implican una formación constante. Por eso, si se tiene en cuenta que los hábitos condicionan el destino de las personas y que, como ha dicho el cardiólogo Valentín Fuster, «tener un propósito nos da la vida» y que «la capacidad de ver las cosas con una concepción holística (en conjunto o global) no es fácil», quienes gestionan el talento tienen que tratar de equilibrar lo cuatro deseos emocionales básicos, que coinciden con los colores del talento: sobresalir (rojo), divertirse (amarillo), certeza (azul) y conexión (verde).
Y, además, los dos deseos emocionales avanzados, el de superación personal y el de hacer contribuciones a causas nobles. Huete recalcó al respecto la frase del economista Adam Smith, «ninguna sociedad puede ser feliz y próspera si la mayoría de los ciudadanos son pobres y desgraciados», para concluir que «el talento lleva tiempo, razón de más para empezar sin perder un segundo».