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Solo quedan unas horas para que Segovia despida el verano hasta el próximo año. El periodo estival terminará este domingo de una forma muy similar a como empezó: con los termómetros rozando los 20 grados y una sucesión de tormentas con precipitaciones. Sin embargo, la ... situación que ha predominado en los últimos meses ha sido muy diferente. El calor ha sido protagonista, hasta el punto de constituirse la estación veraniega a punto de acabar como una de las épocas más tórridas de los últimos diez años. La temperatura media superó en varias décimas a los valores habituales registrados desde 2014. No obstante, sigue muy por debajo de los récords anotados a lo largo de 2022.
No ha sido el verano más cálido de la historia, ya que el mercurio de los termómetros no ha llegado a alcanzar límites de temperatura insólitos en Segovia. Ninguna jornada ha logrado sobrepasar la máxima histórica de 38,7 grados, que se apuntó el 13 de agosto de 2021. De hecho, la marca más elevada de calor que ha tenido lugar desde mediados de junio hasta la fecha no ha podido superar siquiera los 37 grados. La estación meteorológica que se encuentra en la ciudad sitúa el récord anual de temperatura en los 36,9 grados, que se observaron durante el mediodía del pasado 9 de agosto.
Es una situación que no impide que el verano de 2024 se vaya a instituir como uno de los más cálidos del presente siglo, tras haber registrado una temperatura media de 22,7 grados (el promedio del decenio está en 22,2). Será el tercero más tórrido desde 2014, pues tan solo tan solo 2016 y 2022 superan los parámetros contabilizados, con 22,9 y 23,2 grados, respectivamente.
La misma posición ocupa en la clasificación de valores máximos, aunque a diferencia de los anteriores ejercicios se queda por debajo de la barrera de los 30 grados. En concreto, el termómetro ha rondado de forma general los 29,7 grados. Asimismo, la temporada estival que ahora llega a su fin se distancia de los periodos más frescos, como fueron 2014, 2017 o 2021, ya que la a temperatura mínima más habitual superó de forma general los 15 grados.
Si bien es cierto que junio comenzó con el mercurio muy por encima de lo normal, en la segunda quincena sufrió una caída en picado. Eso equilibró la balanza, lo que se prolongó a su vez durante los primeros días de julio. En gran medida, se ajustó a las cifras que son habituales para la época, al rondar los 15 y hasta los 32 grados. Todo cambió en vísperas de la llegada de agosto, cuando se encadenaron ocho días de intenso calor (desde el día 23 hasta el 31 de julio), con una sucesión de noches tropicales -por encima de los 20 grados- que no dieron un respiro hasta cerrar el mes.
El alivio no duró mucho tiempo, ya que una enérgica ola de calor se extendió del 4 hasta más allá del 12 de agosto. Aunque las mínimas se moderaron al final del mes por la llegada de tormentas, después de incluso haber sobrepasado los 25 grados, no ocurrió lo mismo con las máximas. Hubo que esperar hasta principios de septiembre para lograr este hito. Y al fin, con las tórridas semanas aún en el recuerdo, el termómetro volvió a estabilizarse en la media de temperatura para la época del año e, incluso, ligeramente por debajo, lo que indica que la llegada del otoño cada vez está más cerca.
Estas fluctuaciones del tiempo han sido analizadas por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que da por finalizado el periodo veraniego tras haber activado un total de 22 avisos por riesgo de temperaturas en apenas tres semanas, el doble que el año pasado pero una docena menos respecto a 2022. La notificación de fenómenos adversos también ha tenido como protagonistas a las tormentas eléctricas y las lluvias torrenciales, pero tan solo se han comunicado en jornadas puntuales.
Las temperaturas extremas tienen un gran impacto sobre la salud de la población, de ahí que las olas de calor se vigilen desde muy cerca tanto por el organismo meteorológico como por la Consejería de Sanidad de Castilla y León. El mes más peligroso en este sentido suele ser julio, ya que acapara la mitad del centenar de advertencias realizadas en el último lustro. Está seguido por agosto, con el 29% de los avisos, mientras que en junio se suelen dar de forma más excepcional. Por su parte, septiembre se escapa de los elevados índices de calor.
En esta ocasión, el reparto de los avisos ha estado muy igualado, al contabilizarse once tanto en julio como en agosto. Todos ellos han tenido un carácter leve, salvo dos jornadas -el 9 y 10 de agosto- en las que el riesgo ha sido moderado al tratarse de valores de temperatura muy elevados -por encima de los 36 grados en Segovia capital-, que no son habituales y que implican cierto grado de peligro para las actividades usuales.
Si bien es cierto que las lluvias no han sido cuantiosas ni extraordinarias, han cumplido con la media de la precipitación acumulada en el periodo 1991-2020 en relación a los meses más secos. Las tormentas han tocado suelo segoviano 16 días, lo que ha permitido a la provincia ajustarse con precisión al promedio de litros por metro cuadrado contabilizados en la última década: un total de 69. Un tercio de la citada cantidad se recogió tan solo en un día, en apenas unas horas del 28 de junio, cuando cayeron 25 litros. Sobresale la última semana de agosto, cuando se anotaron una veintena de milímetros por metro cúbico cuando justo el año pasado se batió récord al no haberse producido lluvias.
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