![El Seghos se asienta en la mesa de Honor](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/01/06/tenis01-kzLH-U2101173845071pcE-1200x840@El%20Norte.jpg)
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El tenis de mesa no es un deporte de masas, pero Espirdo se ha hecho un sitio en División de Honor, una categoría en la que el Seghos, recién ascendido, ocupa mitad de tabla. «El equipo está siendo competitivo. A final de temporada no sé lo que pasará, pero ahora mismo estamos ahí, lo estamos peleando», subraya su entrenador y responsable, Antonio Sanz. Parroquias que rara vez superan las quince personas, pero que suman mucho. «Hay veces que estamos los seis jugadores y los dos entrenadores. Pero es un sitio cerrado y pequeño, en cuanto hay diez personas, hay mucha bulla. Cuando aplauden, se nota. El día que metamos 20, esto parece el Bernabéu». Es la metáfora del grupo segoviano, que está haciendo ruido en su estreno en la categoría de plata del tenis de mesa español y no se pone techo.
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Tras caer en sus dos primeros encuentros, el Seghos se impuso en los siguientes cinco y es séptimo en un grupo de 12 equipos, el más parejo de lo tres que componen la categoría. «Para ser un recién ascendido, está bastante bien», subraya Sanz. Calendarios que aúnan esfuerzos para reducir desplazamientos. Por ejemplo, un triple desplazamiento para terminar la primera vuelta. El sábado por la mañana, en Irún; por la tarde, en San Sebastían, y el domingo por la mañana, en Santander. Son dos noches de hotel –un doble desplazamiento, como han hecho a tierras gallegas, solo requiere una– para un presupuesto anual que estaba pensado en los 10.000 euros y que ahora, con añadidos como un posible viaje a Tarragona para la Copa del Rey, está se estima ya en los 15.000.
El equipo ha mantenido a los tres jugadores que el año pasado lograron el ascenso –Daniel Sanz, Mikel Izkue y Fernando García– y ha sumado a un profesional, el ucraniano, Igor Zavadskyi, «uno de los mejores jugadores de la liga». Lo prueba su récord: ha ganado los 12 partidos individuales que ha disputado. Viene de un club que Lugo que se desmembró al final de la pasada temporada y que ahora ocupa el farolillo rojo del grupo. Todo partió de un viaje que hizo por casualidad a Segovia –tiene un amigo polaco en la ciudad– que le llevó a entrenar un día en el club, que aprovechó después la oportunidad.
Zavadskyi es un profesional, alguien que juega simultáneamente otras ligas como la inglesa o la francesa y vive del tenis de mesa. «Es determinante, eso es así, pero él solo no mantiene la categoría. En todas las jornadas que hemos ganado, él ha sacado sus dos partidos, pero Daniel y Mikel han sacado otro. Siempre han puntuado los tres jugadores». Es el «plus de calidad» de alguien que puntúa por encima del 90% de sus duelos. El Seghos ha tenido «suerte» porque puede cuadrar sus calendarios y cuenta con él en todas las jornadas de la segunda vuelta.
«En condiciones normales, con la primera vuelta que hemos hecho estaríamos más lejos del descenso, pero los de arriba han pinchado y se ha igualado todo», subraya Sanz. Hay tres partidos entre el cuarto, que jugaría fase de ascenso, del antepenúltimo, el primero que descendería. Los segovianos están en medio del sándwich: a dos del ascenso y a dos de la quema. «Estaría bien mantener ese colchoncito».
El mensaje es tener los pies en el suelo, pero la experiencia ha enseñado al Seghos a no descartar nada, como jugar la fase de ascenso. «Tampoco nos lo planteábamos el año pasado». El Irún, segundo, no puede concurrir porque tiene equipo en la máxima categoría. «Puedes tener opción de ir a la fase. De ascender, imposible, porque hay equipos que se han armado y llevan dos o tres años intentándolo. Yo creo que va a haber dos partidos entre esto y que desciendas, hay que tomárselo con sangre fría». Entre los tres grupos, suben dos equipos a la Superdivisión, la cúspide del tenis de mesa español. Sanz recurre al destino, por eso le dijo a otro entrenador que no tenía planificado el ascenso. Él respondió: «Si habéis ascendido es que tocaba, estabais ya maduros».
Un jugador de tenis de mesa «toca bola» cinco días a la semana y «entrena» con más seriedad otros dos. Son los días de calidad, con rivales de un nivel mínimo para que la sesión sea provechosa. Otros practican con gente de menos nivel, pero todo suma, como los ciclistas o corredores que hacen sesiones a ritmos muy bajos. «También viene bien, es un deporte muy técnico y exigente, muy al milímetro». Igual que las piernas no pueden dejar de correr, las palas tienen que seguir afiladas. Los días intensos juegan en Montecorredores, una urbanización de San Cristóbal de Segovia; el resto, con un grupo heterogéneo de Espirdo. «Más popurrí, para que todo el mundo vaya cogiendo nivel».
Sanz habla del trabajo de «hormiguita»: cada año se incorpora alguien. «Es una progresión natural. Ahora tenemos más espacio, más días para entrenar. Puedes atender a más gente». El club tiene ahora una veintena de federados más un grupo de jóvenes con una filosofía más recreativa. Son pocos pero ruidosos.
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