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La edad media de los transportistas segovianos es de 51,37 años. El sector, alimentado por raíces familiares, no seduce a los jóvenes por el modo de vida ni la creciente competencia, con menos empresas pero más grandes.
La familia San Frutos, tres generaciones ... del transporte, ilustra el cambio de los tiempos con una anécdota: «Antes llevabas 5.000 kilos en un camión, un viaje al día, y con eso vivían dos familias. Ahora, cinco viajes, con 25.000 kilos, y apenas da para un sustento». Con una generación joven con más alternativas de formación, faltan camioneros. Y el sector, envejecido, no encuentra la forma de seducirles. La edad media del sector en Segovia es de 51,37 años, un dato hace referencia a los 208 empresarios (las personas físicas, no a los conductores) de Asetra, la Agrupación Segoviana Empresarial de Transportes. Las patronales españolas estiman que hay 15.000 vacantes y la Unión Europea de Transportistas por Carretera eleva el dato continental en la frontera de las 100.000.
El sector no tiene generación de recambio. El 72% de los 253.000 titulares del permiso de conducir camiones de clase C (vehículos de 3.500 kilos más un remolque de 750) y clase C+E (remolque superior a 750 kilos) tiene entre 50 y 64 años. Manuel San Frutos fundó la empresa de nombre homónimo en los años 50. Nacido en Cabezuela, recuerda su dura infancia en la posguerra tras la muerte de su padre. Su primera ruta de transporte fue en carro desde Cabezuela a Sepúlveda, separados por más de 20 kilómetros. Andando. Tocaba madrugar para llegar y volver en el día; llevaban cal y volvían con piedras para hacerla de nuevo. El siguiente paso, era ir a Cuéllar a por yeso, también con el carro. El trayecto era el doble y tocaba hacer parada en una posada de Hontalbilla. Así conoció a su mujer, Sara García (llevan 65 años casados), que trabajaba en la empresa de yeso y con la que fundó su negocio, un híbrido que se dedicaba al material de construcción y al transporte de todo tipo de mercancías. Eran muchos viajes cortos, principalmente por las provincias de Segovia y Valladolid. Pero había que descargar a mano; aquello, como recuerda a sus 90 años Manuel, no era darle a un botón.
El pionero familiar relata una época sin las exigencias de hoy en día. «Me lo he pasado muy bien y cuando voy con mi nieto a las obras nos conoce mucha gente. ¡Pero coño, Manolo!». Al decirlo, se le iluminan los ojos. «Estábamos todo el día con el transporte, pero sin hacer barbaridades. Ha sido una vida trabajada, pero normal». Busca definir esa ausencia que tiene: «Que ahora no hago nada. Me da gusto ir a ver el movimiento, la fábrica, es lo único que me entretiene. Es que he estado desde muy joven».
Asetra representa a más del 85% del transporte de mercancías del censo total de la provincia; en transporte de viajeros en autobús, el 95%; y en taxi, en torno al 40%. De los 365 socios con los que empezó 2019, 18 se dedican al transporte en autobús, 20 al taxi (aunque cinco de los que tienen autobús también tienen taxis) y 327 al transporte de mercancías. La patronal diferencia entre personas jurídicas (42,66%) y personas físicas (57,34%). La tendencia es a que aumenten las personas jurídicas (sociedades anónimas y limitadas) en detrimento de las personas físicas. Cae el número de empresas, de las 411 que había en 2013 a las 365 actuales, pero se mantiene el número de vehículos: 1.288 hace cinco años y 1.300 en el presente. En definitiva, menos empresas pero más grandes.
Los hijos de Manuel entraron enseguida al negocio familiar. Carmen es economista y Luis Manuel conducía camiones desde muy temprana edad. La empresa ha tenido tonelaje de todo tipo: desde 3.500 kilos a 40.000. A sus 58 años, Luis Manuel relata varios viajes al día a Madrid o a Venta de Baños.
Carlos, ingeniero de caminos, canales y puertos, representa junto a su hermano José Manuel a la tercera generación. Son muchos viajes de recorridos cortos a Salamanca, Ávila o Valladolid. Es habitual que cada vehículo realice cuatro viajes al día; en total, más de un millar al mes. «Es un mundo muy sacrificado», subraya Luis Manuel. Su hijo Carlos es una excepción dentro de su generación y reivindica su función: «El transporte puede ser más traumático en la relación con la familia. Pero es uno de los motores de la economía, sin él no tendríamos comida en el supermercado».
Ante el relevo generacional, Manuel lo tiene claro. «Los jóvenes trabajan menos que nosotros antes». La restricción legal de horas de conducción no existía décadas atrás para alguien que conducía «de sol a sol». Su nieto lanza un mensaje: «Es una profesión bonita. Tiene salida, aunque con los nuevos tiempos habrá que ajustarse y habrá que ver hacia dónde nos llevan. Para estas cosas de la conducción autónoma todavía queda y tiene que haber personas que transporten. Hace falta mano de obra». Su abuelo ya presume de bisabuelo. El pequeño Carlos, de apenas un año, está llamado a continuar la saga.
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