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Domingo, 24 de noviembre 2019, 11:24
Dice que no tiene «ni idea» de cómo empieza a escribir una historia. De continuo hace anotaciones, escribe párrafos sueltos, pero es su socia, Mer García Navas, quien le inspira muchas veces: «Suelta un comentario absolutamente intrascendente y suele ser el origen de las cosas ... que yo escribo. Un día me dice 'y si un tío que estuviera aquí como estás tú, solo en un pueblo, pero estuviera mosqueado…', y toma, novela». Puede ser el punto de inicio para 'Los asquerosos', que presentó ayer en la librería Intempestivos y del que ha vendido ya miles de ejemplares y que Santiago Lorenzo (Portugalete, Vizcaya, 1964) escribió en el pueblecito serrano de Segovia (que prefiere mantener en la reserva) donde vive y trabaja desde hace unos años. Allí, de lo que se ha dado cuenta, más aún, es de que «el gran problema es el de la España saturada».
Con una vida intensa, sus obras tienen mucho que ver con él. Ayer presentó 'Los asquerosos' y habló una de sus novelas, 'Los huérfanos' (2012), para recordar que «me pasó a mí algo parecido, tuve un problema de pasta horroroso, y con 'Los millones' (2010 la trama es sobre un terrorista al que le toca la primitiva), también, yo no soy del GRAPO, pero un día me di cuenta de que mis supuestos socios me estaban jodiendo la vida; y la otra, 'Las ganas', que es de un tío que se tira tres años sin follar, salió sola».
Del éxito de 'Los asquerosos' lo que más le gusta es que es un libro de una editorial pequeña, aunque declara que «ni se me ocurre pensar nunca si va a ir bien o mal; para mí, que vaya bien o mal es que me guste o no me guste. Cuando el editor dice que tenemos que sacar dos y se supone que lo que uno hace para si mismo va a salir para fuera, ni siquiera entiendo los conceptos; cuando se dice 'ha ido de puta madre' es con unos conceptos que yo no controlo, no sé a qué se debe, y pensaba que era una novela que iba a ir cortita».
Pero este libro no es porque viva solo en un pueblito. «Ni me he comido una cigüeña como el cerdo ese de la novela, que es un guarro», dice del personaje. Y asegura que no ha pretendido en modo alguno criticar el medio rural. «Yo soy un turista rural. Soy un tío de Portugalete que viene de Madrid a vivir a un pueblo de Segovia». ¿Y cómo llega aquí? «Porque a mí en vez de viajar un poco cada año me gusta cambiar de ciudad. Nunca viajo y he vivido en cuatro sitios muy distintos. Mi socia y yo buscábamos una casa fuera de Madrid, y apareció esta».
Si se le pregunta sobre esta dicotomía actual de la vida urbana y la rural la respuesta es inmediata: «El gran problema es el de la España saturada, no el de la España vaciada. Es un problemón, el problema es ese en que están metidos en las ciudades saturadas. Vengo de Madrid y llegó aquí como a la solución».
¿No percibe la falta de servicios? «Carencia de servicios hay en todos lados», asegura. «Cada vez que llegas a un sitio te vas a encontrar 'microproblemas', de mayor o menor envergadura según el tiempo que vayas a estar. Como cuando uno viaja y va a hoteles, porque un hotel es una colección de pequeños microproblemas a solventar, ¿no? Cuál es la clave de la wifi, 'oye, mi reserva no la tenías para hoy...', problemillas. Cada vez que llegas a un sitio hay problemas». Y por eso remarca que, con éxito o sin él, «yo vivo igual de bien antes y ahora en mi pueblo».
Para ilustrarlo evoca su llegada a Madrid, en los años 80. «Me encontré con todo tipo de problemas, y se supone que en Madrid hay todo tipo de servicios». Lo que acrecienta esa impresión de que de la 'España saturada' se habla poco, salvo para cosas muy concretas como la contaminación. «Y cuando se habla de algo, hay gente que lo niega, ¡es como para caerse de espaldas!». Puede que por eso, si se le pregunta quiénes son los asquerosos, mencione la televisión del Metro de Madrid: «Es un ejemplo absoluto de asquerosidad. Una mezcla de horterada, de pachangada, de inutilidad, de despilfarro y que nadie mira; y es muy bueno que nadie la mire porque son unos contenidos como para estúpidos».
De sus influencias también da algunos nombres. Cita a Benito Pérez Galdós «porque es muy divertido» y también escritores españoles nacidos en los 70 como Jorge de Cascante y Miqui Otero, y le fastidia no poder decirlos todos porque «hay como dos docenas de 'bestias' que están haciendo cosas fabulosas».
Para el escritor y cineasta (tiene un goya por su corto 'Caracol, col, col' de 1995 y ha sido guionista, director y productor), que no conduce, cuando se le cuestiona sobre una posible vuelta al cine que dejó aparcado hace años es obvio que, en este momento, no le interesa. «He vendido el coche, no es que lo haya dejado aparcado. Vendí el coche y allí se quedó». ¿Y si le tientan de nuevo? «Ya lo han intentado y no he caído», concluye riendo.
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