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Especial Municipalismo: Memoria viva de Castilla y León

Santa María la Real: la villa nacida de una aparición de la Virgen

Catalina de Lancaster cumplió la orden que recibió el pastor Pedro Amador y a su alrededor se construyó Santa María la Real de Nieva, lugar de culto y devoción para el pueblo y para los nobles

Jesús Domínguez

Valladolid

Martes, 5 de julio 2022

Era un día de septiembre, aparentemente como otro cualquiera, de hace más de seis siglos; concretamente, de 1392. Difícilmente nada hiciera pensar a Pedro Amador que lo que le iba a acontecer iba a cambiar la historia. Como cada día, el humilde pastor llevó las ovejas a que pastaran en el pizarral. Y allí se le apareció la Virgen María. Le ordenó que golpeara el suelo con su cayado, y el agua brotada calmó la sed de su rebaño allí donde está la Fuente Santa. Antes, le encomendó que pidiera al obispo que fuera a esas tierras a desenterrar una imagen suya y que levantara un altar en el que rendirle culto.

Y así lo hizo. Pedro Amador fue al palacio episcopal, donde recibió mofas antes de que don Alonso le recibiera en audiencia y diera crédito a su relato. Emprendió el viaje el obispo buscando el hallazgo el día nueve, la comitiva dio con la talla conocida como de la Virgen de la Soterraña, y pronto volvieron a Segovia, donde informó a la reina Catalina de Lancaster, que decidió visitar el lugar.

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Sorprendida por el contraste entre la pobreza del lugar y las múltiples manifestaciones de fe que en él se producían, mandó edificar un templo. Ante el interés que suscitó en las gentes del reino, doña Catalina entendió la necesidad de hacer una villa exenta de la Comunidad de la Ciudad y Tierra de Segovia, cuyo acta de fundación fue firmada el diez de agosto de 1395. De este modo nacería Santa María la Real de Nieva, donde la devoción llevó a morir a Blanca I de Navarra.

Fechas clave

  • 1372: La Virgen se le aparece en el pizarral a Pedro Amador, a quien encomienda la misión de pedir al obispo que desentierre su talla y levante un altar en su nombre.

  • 1395: La reina Catalina firma el acta fundacional de la villa, que se desprende de la Comunidad de la Ciudad y Tierra de Segovia.

  • 1441: Blanca I de Navarra muere en abril mientras visita la Virgen de la Soterraña y es enterrada en la capilla mayor.

Los privilegios y garantías concedidos de manera paralela a dicha fundación fueron favoreciendo que el pizarral se poblase cada vez más, del vulgo, aunque también de nobles, unas exenciones fiscales que jugaron a favor también de la instalación en la Puebla de gremios como el de tejedores, que, a su vez, facilitaría los contactos comerciales de Santa María con otros puntos de Castilla y del resto de la península.

Dichas prerrogativas fueron corroboradas posteriormente por don Juan II, por Enrique IV, por Isabel la Católica, por los Austrias y los Borbones, lo que favoreció que el crecimiento de la población elevara el censo hasta los 1.355 habitantes en 1877, número decreciente a raíz de la crisis del textil a finales del siglo XIX, un descenso que, sin embargo, no ha ido en detrimento de la fe y del recuerdo de Pedro Amador y de la aparición que levantó un pueblo.

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