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Sangarcía: una abadía y un oficio que marcaron la historia
Especial Municipalismo: Memoria viva de Castilla y León

Sangarcía: una abadía y un oficio que marcaron la historia

Sangarcía fue repoblada al abrigo de la Abadía de Párraces y creció de la mano de los arrieros, merced a los cuales el municipio vivió su época de mayor esplendor

Jesús Domínguez

Valladolid

Lunes, 4 de julio 2022

La repoblación de Segovia en 1088, tras la conquista de Toledo por parte de Alfonso VI tres años antes, dividió estas tierras en sexmos. De los seis que fueron en un principio, del que recibió el nombre de La Trinidad formó parte Sangarcía, un municipio fundado por castellanos que llegaron procedentes de la Abadía de San Pedro de Arlanza, en Burgos, y que decidieron bautizar su población en honor a San García, abad benedictino de dicho monasterio y consejero de Fernando I. Su jurisdicción eclesiástica quedó integrada bajo la Abadía de Párraces, en la actualidad, en el término municipal de Bercial, una circunstancia que aparece por primera vez documentada en el 1168, cuando el arzobispo de Toledo confirmó la donación de la aldea de Sangarcía al monasterio de Santa María de Párraces.

Durante siglos, los vecinos del pueblo se dedicaron a la agricultura y a la ganadería, si bien el traslado de la Corte a Madrid en el año 1561 favoreció el auge del oficio de arrieros, al que muchos se dedicaron, transportando grandes cantidades de grano y harina a la capital, que aumentó sus necesidades fruto de su incremento poblacional, y aprovechando la mejora del Camino Real y del Puerto de los Leones.

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Este 'nuevo negocio' trajo riquezas al municipio, que vivió una época de esplendor confirmada con la construcción de la iglesia barroca de San Bartolomé en el siglo XVII, tarde, una demora que guardaba relación precisamente con la dependencia de Párraces y ante la que pueblos como Sangarcía se levantaron.

Fechas clave

  • 1168: Sangarcía aparece por primera vez documentada, en un documento del arzobispo de Sangarcía.

  • Siglo XVII: cSe construye la iglesia barroca de San Bartolomé, aprovechando la era de mayor esplendor económico de la localidad.

Merced a la arriería, la población de Sangarcía se vio incrementada desde los apenas 20 vecinos que la habitaban a los 1335 que vivían a finales del siglo XVIII, siendo más de un centenar de ellos arrieros, según los documentos del Marqués de la Ensenada, lo que favorecía la presencia de otras profesiones en la localidad.

Sin embargo, a finales del siglo XVIII, distintos avatares en forma de epidemias y conflictos bélicos como la Guerra de la Independencia hicieron decaer una actividad que no se ha olvidado, que vive en la memoria gracias, entre otros, a las casas de la época o a la iglesia de San Bartolomé.

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