San Frutos desafía el mal tiempo y desata el fervor de miles de vecinos Segovia

«Es bastante complicado aunar la interpretación de todos juntos; hay momentos de inseguridad, pero al final San Frutos siempre aparece y obra el milagro», aseguró Francisco Cabanillas, director de la Unión Musical Segoviana y de la pieza musical de 15 minutos que se interpreta cada año y desde hace 150 con motivo del día del patrón. Así lo corroboró a su vez el sacerdote y anterior responsable de esta iniciativa, Alfonso María Frechel. El villancico, compuesto por Antonio de Hidalgo y estrenado por primera vez en 1874, fue un evento «especial» en la presente edición.

Y no precisamente por presentar grandes cambios de partitura. «No hay ninguna variación, hemos velado por mantener su identidad intacta, aunque sí que hemos añadido algunos instrumentos», explicó Cabanillas. La tradición ya de por sí es extraordinaria, pues «es admirable la buena predisposición y pasión que muestran de forma altruista los integrantes del coro y la orquesta».

Entre ellos, sobresalió el solista Marco Rubio Rodríguez, alumno del colegio Claret de tan solo once años, que hizo vibrar con su voz y acompañado de un violín a los cientos de espectadores que quisieron deleitarse con esta melodía. A continuación, muchos de los asistentes tomaron asiento para presenciar la eucaristía mientras que otros se resguardaron de la ligera precipitación en los soportales de la Plaza Mayor, donde visitaron el mural que cada año realiza el pintor José Luis López Saura inspirado en el patrón. Faltó la exhibición de pájaros y la exposición de setas. Esta última sí que se desarrolló el año pasado.

La incertidumbre se adueñó de la Banda de la Unión Musical Segoviana por la climatología adversa, aunque la lluvia pronto cesó y sus integrantes pudieron comenzar el concierto desde el quiosco central. Los vecinos y visitantes guardaron sus paraguas para arropar a los músicos y visibilizar su admiración en cada una de las piezas que pusieron banda sonora a la jornada festiva.

Uno de los momentos más destacados fue la interpretación de 'La chica segoviana', una jota que ya se ha convertido un himno para los residentes en la ciudad y provincia. Justo después subieron al escenario las personalidades distinguidas por la Venerable Compañía del Paso de la Hoja, quienes mostraron agradecimiento y fervor por el patrón segoviano.

El fotógrafo de El Norte, Antonio de Torre, fue nombrado Amigo de San Frutos 2024 entre sendos aplausos. Un reconocimiento que agradeció a su familia, a sus compañeros y «a mí mismo», bromeó. Por un instante dejó su cámara, con la que ha capturado cada uno de los pequeños detalles de la festividad, para ponerse al otro lado del objetivo. «Me ha producido una gran ilusión», declaró.

La presidenta de la Asociación Cultural Grupo Danzas La Esteva, Rosa Velasco, subió minutos después al estrado para leer el romance de San Frutos con gran emoción. «Creo que no he faltado ningún año a la festividad, siempre que he podido he cantado el villancico con gran alegría, pues el santo es de todos», subrayó.

Junto al también encargado de realizar la ilustración en el Libro de San Frutos, el artista Miguel Ángel Moreno, se convirtieron en protagonistas de una de las citas obligatorias de la programación conmemorativa y recibieron multitud de ovaciones. También se les hizo entrega de obras de la ceramista Elena Cuesta como recuerdo de su implicación en la devoción al patrón de Segovia.

El acto concluyó con la entonación del Himno a Segovia, para lo que se habilitó una grada que en pocos segundos se llenó. Autoridades, vecinos y damas de las fiestas cantaron al unísono aquellos versos representativos del pasado, presente y futuro de Segovia capital. El ambiente alegre y animado dio paso a los gigantes y cabezudos, que recorrieron las calles del centro de la ciudad acompañados por Los Silverios.

Pero antes se hizo referencia a la historia y las leyendas del patrón. El carácter popular y tradicional que tiene esta celebración cada vez atrae a más personas que optan por quedarse a la conmemoración desarrollada en Segovia. La festividad tuvo también su reflejo en los orígenes de San Frutos, de sus prodigios, vida, obra y milagros: la ermita que lleva su nombre, situada en las Hoces del Duratón, en el término de Carrascal del Río.

Precisamente, este lugar acogió una romería, con posterior procesión. Decenas de personas procedentes de multitud de comarcas desafiaron el mal tiempo bailando jotas para mostrar su fervor frente a la imagen del eremita.