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«Tanto tiempo en la iglesia y no lo sabíamos», afirma el alcalde de Villacastín, Julio César Sánchez, tras conocer que en la parroquia de San Sebastían cuentan con una talla del prestigioso escultor murciano Francisco Salzillo. Un recurso más para el municipio, situado a 30 minutos de Segovia capital y a una hora de Madrid, que celebra el hallazgo de la talla, ubicada en un pequeño retablo en la nave del Evangelio.
El descubrimiento se remonta a finales de 2021. Entonces, el párroco de la localidad, Juan García Gorgojo, decidió continuar con la labor de restauración de diferentes piezas de la iglesia que inició hace años a iniciativa del Consejo de Economía y que realiza con fondos propios y la colaboración del Ayuntamiento de Villacastín. Tras las tallas de San Antonio o de San Roque, ahora le tocaba el turno a la de San Francisco de Asís.
La escultura estaba ubicada en la nave del Evangelio desde hace más de un siglo. García Gorgojo relata que, según los textos escritos por don Félix, el antiguo sacerdote del municipio, la talla fue trasladada a la parroquia de Villacastín junto con un pequeño retablo desde el desaparecido convento de Franciscanos, también ubicado en la localidad. «Fue varios años después de la Desamortización de Mendizábal», explica.
En la iglesia permaneció sin llamar la atención durante décadas, hasta que a finales de 2021 fue bajada del retablo para su restauración. «Estaba en un altar a cierta altura. Al bajarla y tenerla cerca vimos lo bien hecha que estaba. Recuerdo que cuando la vi pensé: '¡Qué talla más bonita!'», cuenta el párroco de Villacastín. No obstante, y pese a que desde el primer momento pensó que era una obra que merecía la pena, no imaginaba que su autor era Francisco Salzillo.
Clara Delgado fue la persona encargada de su restauración. «Cuando Juan me propuso restaurar esta pieza, sabíamos que era bastante buena, pero no imaginábamos que tendría este calibre». Tras una primera limpieza de la gran capa de polvo superficial que tenía la talla y que impedía apreciar bien lo que había debajo, llegó el hallazgo: la firma del artista murciano. «Francisco Salzillo y se intuye el año 1763», explica la restauradora.
Con lo que ha encontrado, la hipótesis de Delgado es que como Salzillo era murciano, la madera no estaba preparada para la humedad de Villacastín. Esta circunstancia, junto a la introducción de polvo en las grietas, ayudó a mermar su estado de conservación.
Lo que más había sufrido era el Cristo que lleva el santo en la mano, puesto que va volado y tan solo unido a la mano por un vástago. «Una vez estabilizado todo se estuca, para realizar la reintegración cromática final», precisó la restauradora. En cuanto a la firma de Salzillo, el proceso seguido ha sido el de restauración cromática, puesto que «no se puede reproducir» la del escultor murciano.
Como curiosidades de la pieza, Clara Delgado destaca tres: los ojos de cristal «como si fueran una bombilla»; la rocalla, hecha de roñas —corteza de los pinos— pegadas, enteladas y policromadas; y el cinturón del santo «incrustado con un clavo» que no se puede quitar. «Está todo hecho de una pieza», detalles que demuestran que es un Salzillo, «una joya» para la parroquia, el pueblo y la provincia por su envergadura.
«Para la parroquia supone tener una gran obra de arte. Ahora, además de poder disfrutar de una gran iglesia, también podemos hacerlo de una obra de gran belleza», apostilla el párroco de Villacastín. «Es algo muy relevante, tanto desde el punto de vista turístico como desde el religioso», comenta García Gorgojo, quien considera que la obra fue encargada por algún mecenas para el antiguo convento de Franciscanos.
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